JOSÉ MATA
CIUDAD DE MÉXICO.- Una faena bonita… armónica, con ritmo y cadenciosa ha podido estructurar el francés, Sebastián Castella, a su primero. A un astado, agradabilísimo de presencia, cómodo, muy cómodo de cornamenta, que iba paso a paso en cada pase, y el francés tuvo la inteligencia de ir consintiéndole para extraer pases que en verdad han emocionado a la asistencia, que ha hecho magnífica entrada, y eso da mayor sustento a la Fiesta… porque la gente vuelva a reencontrarse con su espectáculo favorito.
Han sido intensos los momentos, porque hubo episodios con la mano diestra, en los que el astado parecía iba a detener su andar, y el aguante del sereno valor del torero nacido en Francia, incólume… era mucho más impactante y paciente, que la vergonzosa mansedumbre del bovino, de la ganadería que seguramente habrá "sugerido" el señor torero.
Así pudo estructura una faena estética, con profundidad, y eso consiguió la irremediable entrega del público, el que además de haber gozado con el toreo por el lado natural, vio que de pronto, al señor Castella, dejando la espada en la arena, y así tomar de una esquina del estaquillador... la muleta con la mano derecha y, pasó al astado en unos pases que se aproximaron al toreo al natural, pero que no fueron conseguidos con la limpieza esperada. Vendría la rúbrica, un espadazo trasero y contrario, una buena labor de enterramiento de la peonería, y tras sucumbir, exigir una oreja el respetable, la otra la donaría el castellista número uno, Gilberto Ruiz Torres, quien fungió como juez de plaza, y se le olvidó darle seriedad a la gran plaza.
Dos orejas que le abrieron de par en par la puerta grande de la Monumental México, y como su segundo, resultó exageradamente manso, pues abreviar, para, según decía el respetable... no exponer más, y hasta ahí quedaron las cosas.
Alguien le tiene que decir la verdad
Así es… alguien le tendrá que decir la verdad al señor Payo; sí alguien que se arriesgue, porque como no le agrada que le ofrezcan un juicio serio, respetuoso y contundente, luego suele enfrentar violentamente a quien expresa una verdad sin compromisos, y por ello, cómo decirle que ha desperdiciado tres oportunidades para consagrarse.
¿Cómo decirle que está equivocando seriamente el camino?
El desolador resultado lo dice todo... abucheado tras aviso; oreja protestada y silencio en el de regalo. Tuvo tres ejemplares, de una docilidad exasperante, de una bondad franciscana, que iban con la ternura de la Madre Teresa de Calcuta a sus engaños, y si bien es cierto que de pronto aparecían pasajes que impactaban, la mayor de las ocasiones nos aturdió con un toreo vertiginoso, y que rayaba en la nada elocuente vulgaridad.
Quizá por ello, se pasó la tarde brindando sus actuaciones al público, como una especie de perdón anticipado, ante lo poco que pudo conseguir… pero, sí… pero, tres toros, sí tres toros que se han dejado es tan poco lo que hizo, que ojalá y alguien le diga la verdad.
Sí... qué alguien le diga la verdad al señor Payo.
Que cambie de guía, podría ser... que escuche a la gente de buena fe, una magnífica opción.
Porque tiene un gran apoderado en la persona de, Julio Esponda, es tan gran… tan excelente apoderado, que ahí lo tiene toreando un día sí y otro también, aunque no haya resultados concretos, halagüeños y elogiables, por parte del joven.
Quien nos ha dejado sin palabras es Uriel Moreno “El Zapata”, comenzó con su primero con el capote tan luminoso, que hizo albergar a las buenas conciencias la gran faena, pero… no pasó de ahí. Sus pares de banderillas expuestos, pero mal colocados, y faenas deshilvanadas.
Sí… sus toros fueron tan mansos como descastados, pero el señor Zapata, es un torero poderoso, inteligente y con inobjetable sensibilidad, sabe estar y dejar hacer al toro, para sacarle el mejor provecho.
¿A dónde estuvo esta tarde Uriel? ¿En dónde andaban sus pensamientos?
Que no me vengan con que no podía hacer nada a esos toros, porque él puede con eso y mucho… muchísimo más, y este domingo nos dejó perplejos ante lo anodino.
Y quienes tampoco se deben equivocar son los señores ganaderos Guerra, sus toros fueron mansos, y eso es un hecho contundente, apenas y acudieron a regañadientes a los caballos, de la presencia… qué decir, si son las propias figuras las que ponen contra la espada y la pared a los empresarios, y les tienen que cumplir sus caprichitos, porque de lo contrario no firman el contrato, y entonces todos se van contra el empresario porque no trajo a la figura en turno.
Es tiempo que el público entienda que si no se les exige a las figuras ultramarinas, continuarán toreando lindos pequeñajos, porque todos callan, y el que calla… otorga.
FICHA DEL FESTEJO
Ante una entrada que rebasa los 17.000 asistentes en el coso titular de México, se ha lidiado un encierro manso en términos generales de San Isidro, disparejo en hechuras y presentación, inmerecidamente homenajeado el tercero que fue simplemente facilote, con el arrastre lento. El juez Gilberto Ruiz Torres, pareciera que pretende volver al mal camino, donando orejas para las estadísticas, regalando homenajes inmerecidos a los toros para quedar bien con los ganaderos, olvidándose así, como sus contlapaches, del respeto que merece la grandeza de la Monumental México.
Uriel Moreno El Zapata: División tras dos avisos y pitos.
Sebastián Castella: Dos orejas y silencio.
Octavio García El Payo: Abucheado tras aviso; oreja protestada; y silencio en el de regalo.
Detalles: Tras parear muy regularmente a toro pasado, efectista y habilidoso, decidieron sacar en el tercio al banderillero de confianza de Castella, de nombre José Chacón, y muy entrado en carnes.
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