También la plaza de Manizales se le rindió y le otorgó tres orejas. El colombiano Willy Rodríguez y el portugués Ribeiro Téllez, matando mal perdieron la puerta grande. El encierro noble y sin codicia de Dosgutiérrez, se dejó.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
MANIZALES (Colombia).- Los murubeños de Jorge Gutiérrez, la ganadería colombiana preferida de los rejoneadores, no acosaron, esperaron, se dolieron al castigo, miraron tablas, pero consintieron. Si los matan bien les cortan un montón de orejas.
Pablo Hermoso de Mendoza, como cualquier Atila continúa su cabalgata conquistadora por el país. Luego de tomar a Cali en dos tardes arrolladoras, Manizales hoy se le ha renidido, sin dudarlo, de una, desde el mismo paseíllo. Incontestable, irresistible, regio, el navarro se hizo dueño de la plaza sin apenas esfuerzo. Su caballería venció en toda la línea, “Garibaldi”, “Ícaro”, “Silveti”, “Estella”, “Manolete”, “Pirata”… como los generales de Alejandro se fueron no solo invictos sino adorados. No les importó la resistencia pasiva del noblote segundo, ni la parada y emplazada en los medios del estulto cuarto. Ellos volaron sobre los obstáculos guiados por el genio, y se sobraron.
Cada suerte una ovación, cada hierro un ole, cada viaje un frenesí. Todo templado, a ritmo de palmas y pasodoble. Como la perfección no existe don cuasi perfecto le puso dos rejones de muerte contrarios al segundo y uno trasero al quinto. Tuvo que tenerse muy duro la presidencia para no hacer el oso, dando la segunda oreja del uno y el rabo del otro, porque la petición fue desaforada. Las vueltas apoteósicas, la segunda con la corona de café cruzada sobre el pecho, que lo reconocía como nuevo amo y señor de estas tierras cafeteras y aplaudidoras.
El portugués Antonio Ribeiro Tellez, ataviado a la Federica, montando caballos prestados (por Pablo), “Villa”, “Hormiga”, “Unamuno”… sentó cátedra de ortodoxia y clasismo lusitanos. Contenido y sobrio, pero eficaz y acertado, su lucimiento fue de técnica elegante y discreta. Su lote de similares características a los descritos, fue descifrado en dos lidias maestras que fueron acompañadas por el público, si no con tanta pasión como las de Pablo sí con admiración sincera y justa. Pero tras un pinchazo trasero colocó medio acero con degüello al primero y descordó paralizando los cuartos traseros al otro, de manera patética. Eso ensombreció un toreo de gran categoría.
El joven jinete nacional Willy Rodríguez, parecía echado a los leones en ese cartel. ¿Competir él con esos dos maestros eximio? ¿Cómo? Pues como hacen los hombres, con pundonor y dando lo mejor de sí. Eso hizo. Sorprendió con su control, serenidad y acierto. Nada de timideces. Por supuesto, claro, ni él ni su cuadra mostraron la maestría y doma de sus alternantes. Era imposible. Pero no desentonaron. “Mirla”, “Jerez” y “Peramanca” (que fue de Andy Cartagena), le secundaron y fueron a por todas.
Frente al bravo de la corrida, el pequeño tercero, rejones con aleluyas, y el tricolor patrio exhibido con prolijidad en gallardates y banderillas, estimularon el coro paisano. Engallado el de Chitaraque, fulminó con un rejonazo desprendido pero bien ejecutado y la oreja y la vuelta para “Flor Guajira” fueron una sola fiesta. Con el quieto sexto echó el resto buscando la puerta grande. La tenía entreabierta, pero la hoja de peral fue atrás. El tiempo pasó, y el sobresaliente Curro Martín, puso una estocada honda ineficaz, cinco intentos de descabello y dos avisos que cortaron la ilusión.
Increíble, no se llenó la plaza, solo tres cuartos escasos para ver a Pablo. A Pablo. Después de lo que había hecho en Cali. Pero él premió a los fieles como si fueran más, y el sábado vuelve.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza Monumental. 3ª de feria. Nubes 17ºC. Tres cuartos de entrada. Seis toros de Dosgutiérrez, despuntados para rejones, nobles pero escasos de codicia, destacó el 3º “Flor Guajira”, cárdeno de 440 kilos, bravo, al que se dio vuelta al ruedo.
Ribeiro Tellez, silencio y pitos.
Pablo Hermoso, oreja y dos orejas.
Willy Rodríguez, oreja y silencio tras dos avisos.
Incidencias: Al terminar el festejo Pablo Hermoso de Mendoza salió a hombros.
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