Buenos ernestos, un Pablo inmenso, un Álzate gallardo y un Saldivar guerrero, protagonizaron una gran tarde de toros. Pero al final un palco atroz la convirtió en una pachanga de pueblo, indigna de la categoría de la plaza, con show de bueyes incluido.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
CALI (Colombia).- Los santacolomeños de Ernesto González, triunfadores de la feria pasada, salieron en la mejor presentación de la casa. Embistieron con gran nobleza y justa raza tres; el cuarto aplaudido, el primero de vuelta al ruedo, y el sexto de rejones, indultado contra toda lógica. Los otros, mansos en diferente medida, fueron pitados en el arrastre.
José Fernando Álzate, se acopló con aseo y mérito a la nobleza inane del cuajado primero. Compostura en todo, en la minipuya de Torres, en los pares de Morales y John Suaza que saludaron. Compostura en cites, toques, temples y remates. Compostura en las amistosas embestida, Compostura en la corta duración de las tandas y más que compostura en la estocada de la feria, un gran volapié con toro rodado. Máximos trofeos y plaza enrumbada.
El cuarto acudió a la doble larga cambiada, a las verónicas comunes, al picotazo de Ochoa, a los pares de trámite y a los tres redondos de rodillas en los medios y a la primera tanda de pie, que detonó la plaza pero tan pronto sonó la música se fue a menos y a menos. La dosantina circular fue sosa, y la banda tocaba como por tocar en una prolongación innecesaria de la brega, con desplantes a destiempo. Simplona la cosa, un pinchazo y media espada en sitio fueron celebradas quizá con alivio y el palco aprovechó y tiró una oreja.
Arturo Saldivar, llegó con su lujoso palmarés de triunfos. Gran expectativa y predisposición favorable del público, y él, con ganas, claro. Pero la fortuna le fue contraria. El peor lote dos mansos ásperos e inciertos ante los cuales, batalló sin plan, se llevó una voltereta de altura, y no pudo parar ni construir faenas. La gente le arropó. Pinchazo y media a uno y pinchazo y estocada al otro. La solicitud de saludo en los dos, la segunda, con el corrido “Jalisco no te rajes” a todo volumen expresaron la simpatía y el respaldo popular.
Hermoso de Mendoza, haciendo tercer turno, dio con un manso marmolillo emplazado en los medios alrededor del cual galopó y colocó ferretería, y hasta el teléfono hizo, todo a toro parado, pero con gran jolgorio de los paganinis. Para aplaudirlo no necesitamos toro, parecían decir. Pero el rejonazo trasero sí enfrió la cosa.
Cuando salió el sexto y se paró en el mismo sitio del anterior. Un temor a repetición de libreto recorrió la plaza. Pero no, el maestro tiene todas las fórmulas. A lomo de “Garibaldi” cabalgó y cabalgó en círculos estrechos, encelándolo, hipnotizándolo, inventándoselo y llevándoselo tras la agrupa de una vez y para siempre. Pablo no hay sino uno, y es milagroso. ¡Viva Pablo! Estella, Ícaro, Dalí fueron instrumentos del recital a la jineta que siguió y de la hipnosis general y boquiabierta que del toro se contagió a la concurrencia. De pié, a timbal, cobre y palma batientes, la parroquia vivió la faena. Todo gesto arrancaba oles, toda suerte aplausos, todo adorno soponcios. El toro normalito, ni bueno ni malo pero el taumaturgo lo hacía brillar y cuando apareció el rejón de muerte los animalistas se indignaron.
Comenzaba el último acto, el bufo. Su señoría sin demora obedeció, y enarboló la bandera de indulto. Capote y capote, puje y puje, y nadie podía sacar al toro. Alguno soltó los bueyes de patéticas figuras, y el rodeo se alargó insufrible, mientras el maestro esperaba paciente tras la barrera contemplando el sainete. Los insensatos que habían clamado por el indulto ahora protestaban porque la cosas se alargaba, y no se podían ir para la casa. Y Usía como por entretener sacó bandera para dar un rabo que nadie le había pedido. ¡Hágame el favor! Lo que había sido una corrida muy seria terminaba como una corraleja, gracias a este palco descocado y obsequioso. Al final de marras, huidos los cabestros, “Tabacoso” se fue tras un capote y los triunfadores a hombros de toreros por la puerta grande.
FICHA DEL FESTEJO
Sábado, 31 de diciembre de 2010. CALI, COLOMBIA. Plaza de Cañaveralejo. 8ª de feria. Sol, 30ºC. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Ernesto González Caicedo, bien presentados y de diverso juego; 3º y 6º despuntados para rejones. Aplaudido el 1º, vuelta al 5º, indultado el 6º “Tabacoso” # 86 cárdeno, de 494 kilos.
José Fernando Álzate, dos orejas y oreja.
Arturo Saldivar, palmas y saludo.
Hermoso de Mendoza, palmas y dos orejas y rabo simbólicos.
Incidencias: Saludaron Raúl Morales y John Suaza tras parear al 1º. Hermoso de Mendoza y Fernando Álzate salieron a hombros por la puerta Señor de los Cristales al terminar el festejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario