El 4 de marzo en Olivenza y en un cartel estelar. El torero jerezano, muy seguro de sí mismo y llamativamente recuperado, toreará con un parche sobre el ojo izquierdo.
BARQUERITO
JUAN JOSÉ PADILLA reaparecerá en la plaza de Olivenza el próximo 4 de marzo, anunció ayer en Sevilla el propio torero. Elegantemente vestido, estilizada la figura, distinguido el porte, firme el tono de voz, sereno y natural el gesto, Padilla lució por primera vez en público un parche negro que le ocultaba el ojo izquierdo, cuya visión permanece muy seriamente dañada y pendiente de revisiones próximas. En octubre, en una de las reacciones más emotivas de su primera etapa de convaleciente, y todavía en la clínica Servet de Zaragoza, Padilla, henchido entonces de súbito optimismo, dijo que pensaba volver a torear “aunque sea con un parche de pirata en la cara”.
No de pirata, sino de refinado estilo Nelson –el almirante inglés que, sin estarlo, se hizo pasar en su día por tuerto-, el parche, de cuero negro y ceñido por un fino cordel que rodea la cabeza a la altura del entrecejo, parece llamado a ser la bandera de la fe de Padilla en sí mismo. La seña de su seguridad, de su carácter, de su fuerza de voluntad y de su vocación. O de su genio para arrastrar con entereza sobresaliente uno de los castigos más severos que puede sufrir un torero.
En un texto leído ante nutrida tropa de Prensa, Padilla agradeció formalmente, con sobriedad pero muy de fondo, las ayudas y los apoyos recibidos. Hizo especial referencia al doctor García Perla, a cuyas manos se debe la recuperación casi completa del nervio facial, operación decisiva en el retorno a la normalidad. Declaró haber sentido en los momentos más difíciles de abatimiento o desánimo el arropo incondicional de su familia y “mi gente” y recalcó que la grave cornada de Zaragoza el último otoño había sido un mero “trance” en su carrera taurina.
Pidió, además, que cuando vuelva a torear se le trate “sin pena” y que se le exija como siempre y como a uno más. La guinda literaria de la declaración leída fue la idea de que “el sufrimiento es parte de la gloria”, clave del credo de los toreros. Durante una viva rueda de prensa, manejada por el torero jerezano con llamativa soltura y muy notable facilidad de palabra, Padilla aseguró que volvía “en Padilla” –fiel, por tanto, a su estilo y repertorio espectaculares de siempre- y que la decisión de regresar a los ruedos tan sin demora no era precipitada sino que se sentía físicamente capacitado y preparado. “Tengo todavía que pulir mi toreo”, apuntó con estudiada picardía.
La voz, el gesto y la actitud son prácticamente los mismos que antes de la que pudo ser fecha fatídica del último 7 de octubre en Zaragoza. Padilla quiso hacer hincapié en que, en sus diecinueve años como matador de alternativa, llevaba ya 37 cornadas. No quiso precisar que la última fue la de Zaragoza y evitó el recuerdo de dos que, en distintas partes del cuerpo y a lo largo de la última década, fueron de gravedad parecida: una en San Sebastián y otra en Pamplona.
La sensación de que “aquí no ha pasado nada” fue haciéndose notar de respuesta en respuesta a lo largo de la rueda de prensa. Padilla no olvidó agradecer una vez más las atenciones sabias y providenciales de los médicos de Zaragoza que le salvaron la vida ni tampoco quiso dejar de mencionar al periodista Manolo Molés, que lo contrató como comentarista para el programa semanal “Los toros” de la Cadena SER en fechas en que Padilla tenía todavía serios problemas de habla y audición, problemas, por cierto, superados totalmente, según quedó ayer de manifiesto.
La feria de Olivenza, en la raya de Portugal, 30 kilómetros al sur de Badajoz capital, lleva ya tres lustros convertida en la primera gran cita de la temporada taurina en España. Tres corridas de toros –carteles redondos con las grandes figuras del toreo casi en exclusiva- y una novillada. Un aforo de 6.000 localidades que se agotan por sistema y un ambiente mundano de cara reunión taurina que congrega aficionados de Extremadura, Sevilla, Cádiz, Salamanca, Madrid y también de clubs y peñas de Francia y el Reino Unido.
Olivenza ha sido, curiosamente, el lugar elegido para no pocas de las reapariciones más sonadas de los últimos tiempos. Entre ellas, las de Ortega Cano, Espartaco, Paco Ojeda, César Rincón y Jesulín de Ubrique. Todas las reapariciones fueron tras largas ausencias debidas a percances o retiradas temporales muy demoradas. Siendo acontecimiento tan singular, la reaparición de Padilla parece, por contraste, la vuelta a los ruedos tras un percance más. “Un trance de mi carrera”, en palabras del propio Padilla.
El cartel, con toros de Núñez del Cuvillo y los nombres de Morante de la Puebla y Manzanares completando terna, será el estelar de la feria. Padilla, que nunca ha toreado en Olivenza, contó que ya había firmado torear en Valencia en marzo y en Arles (Francia) en abril, dijo que esperaba con especial ilusión una oferta para la feria de Abril en Sevilla y dejó claro que la temporada quedaba en manos de sus apoderados, Diego Robles y los hermanos Matilla.
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