El
diestro de Gerena hace que se le perdone la vida a 'Tahonero' de Mira en el día
de su regreso a los ruedos tras la grave cornada de Madrid.
CARLOS
CRIVELL
Sevilla
Los toros de Miura volvieron a la tierra donde se
asentaron en su origen, Utrera, y lo hicieron con ese marchamo de toro personal
que tienen los que pastan en Zahariche. Para una ocasión tan especial, una
corrida bien presentada, hermosa y encastada. La casta, presente; otra cosa es
la posibilidad de realizar el toreo que estos tiempos exigen de temple y
ligazón. El excepcional quinto, de nombre Tahonero, fue indultado, hito
histórico porque es el primero de esta divisa que logra tan honor en la era
moderna del toreo de los siglos XX y XXI. Fue un indulto contra el Reglamento,
cierto, pero fue un toro digno de padrear en la ganadería.
Octavio Chacón está curtido en estos compromisos.
Muy habilidoso siempre con el capote, se amoldó a las condiciones de sus dos
reses. Si el primero tenía un buen pitón derecho, por ese lado le dio fiesta. Y
si se quedaba corto, Octavio se las apañó para robar pases con enorme
solvencia. Con la espada se mostró seguro.
El cuarto era un toro con problemas, de los que no
salen de la muleta y buscan el bulto. Ahí apareció el oficio de un torero
curtido en mil batallas para sacar pases o bien para torear sobre las piernas
en un modelo muy bello y que recordó estampas antiguas. Lo mató con habilidad.
Manuel Escribano reapareció en Utrera después de
la cornada de Madrid. Nadie podía sospechar que hace 20 días un toro le
atravesó el muslo. Recibió al segundo con una larga y lances a la verónica.
Puso banderillas en sus dos toros con un nuevo despliegue de facultades. El
primero de su lote fue imposible. Alargó el cuello siempre a mitad de los
pases. A Escribano no le llegó el agua al cuello. Le dio distancias para
aprovechar sus viajes, pero ni entonces fue largo el miura.
El quinto fue un toro bravo en dos puyazos. Ahora,
el tercio de banderillas resultó completo. El de Miura fue bueno y Escribano lo
lució en la distancia con la derecha, por donde los muletazos de mano baja
fueron espléndidos. El buen toro, encastado, también embistió a la poderosa
muleta del torero de Gerena por la izquierda. Ante un toro excepcional,
Escribano bajó la mano y ligó pases de gran clase. Se pidió el indulto que fue
concedido. Lo que pasa es que esta plaza no está preparada para indultos y los
esfuerzos para meter al toro en los corrales se dilataron en exceso. Después de
45 minutos de maniobras variadas, se logró meterlo en los corrales tras echarle
un lazo.
Pepe Moral hizo un esfuerzo con el tercero, que
solo tuvo recorrido por la izquierda. Por ese pitón pudo conseguir algunos
muletazos de buen corte dentro de una labor que resultó muy desigual. Con la
espada no estuvo afortunado.
El torero palaciego se lució con el capote en el
sexto, que pisó el ruedo pasadas las diez y media de la noche. El de Miura
exhibió nobleza, solo que llevó la cara alta. Moral. De mitad de faena en
adelante se frenó. Moral hizo el esfuerzo pero dejó claro su delicado momento
anímico.
MIURA - Octavio Chacón, Manuel Escribano
y Pepe Moral
Plaza de toros de Utrera, 22 de junio de
2019. Media plaza.
Seis toros de Miura, bien presentados, bravos, encastados pero de juego variado.
Bueno por la derecha el 1ª; complicados 2º y 4º; manejable por la izquierda, el
3º; extraordinario, el 5º por bravo y encastado, de nombre Tahonero, nº 42,
negro, de 570 kilos, fue indultado; bravo y manejable, aunque a menos, el 6º.
Octavio
Chacón, de rosa y oro. Estocada
corta (una oreja). En el cuarto, estocada caída (una oreja).
Manuel
Escribano, de grana y oro. Media
estocada y descabello (ovación). En el quinto, dos orejas y rabo simbólicos.
Pepe
Moral, de rioja y oro. Cuatro pinchazos,
estocada baja y cinco descabellos (silencio tras aviso). En el sexto, tres
pinchazos y estocada tendida (silencio).
No hay comentarios:
Publicar un comentario