PACO AGUADO
La feria de San Isidro, que concluyó ayer en la
plaza de Las Ventas, presenta un balance bastante más positivo que ciclos
anteriores: la cantidad de público, el número de toros de triunfo y el de
puertas grandes de matadores, aunque, en la cara negativa, también en el número
de percances de gravedad.
Para empezar, con 34 corridas, una más que las de
2018, esta edición del abono isidril ha marcado un leve aumento de público,
hasta completar 641.419 localidades vendidas, según la empresa, lo que supone,
además de 21.000 entradas más, una ocupación media del 80 por ciento de los
tendidos (casi 19.000 personas) durante el mes largo de festejos.
En una feria que no contó con la presencia de
algunos nombres sonoros, como Morante, Manzanares o Ponce, ese dato supone en
sí mismo un inesperado éxito de la empresa Plaza 1, que tuvo que recurrir al
famoso "bombo", o sorteo previo de algunas corridas entre los toreros
destacados, para darle cierto aliciente comercial.
Pero no hizo falta nada de eso para volver a meter
al público en la plaza madrileña, porque, a pesar de la baja calidad de algunos
carteles, se ha observado un repunte en la asistencia motivado.
También en esta edición ha subido notablemente el
volumen y la edad media de los astados lidiados en el coso venteño, al que salieron
una gran mayoría de ejemplares de alzada, cuajo y pitones destartalados, así
como una gran cantidad de toros con los cinco años bien cumplidos,
probablemente en la búsqueda del ahorro en la partida ganadera por parte de la
empresa.
Aun así, frente a los estrepitosos fracasos de
algunos hierros, el número de ejemplares con claras opciones de triunfo,
hablando solo de toros, rondó la cincuentena, mientras que los astados
realmente estelares por su bravo comportamiento llegaron a ser hasta doce, y de
los más variados encastes.
Ante tan buen "material" se han
producido notables éxitos de los matadores, aunque no tantos como deberían
haberse registrado y puede considerarse desde un criterio triunfalista en el
análisis.
En realidad, se han cortado 36 orejas, las mismas
que en la pasada edición, solo que este año han sido cinco los matadores que
han salido por la puerta grande por los solo tres de 2018, mientras que los
rejoneadores se han anotado las mismas tres puertas grandes.
Esas cinco salidas a hombros, de muy distinto
valor, han sido las del extremeño Miguel Ángel Perera, el peruano Roca Rey -que
ha hecho una feria de más a menos-, el onubense David de Miranda -la gran
revelación-, el mallorquín Antonio Ferrera -pletórico esa tarde de tres orejas-
y el murciano Paco Ureña que, con los dos trofeos de ese día más dos sueltos en
sus paseíllos anteriores, ha sido el triunfador numérico.
Las mejores faenas llevaron la firma de Roca,
Ferrera, Ureña y de Miranda, mientras que el resto de orejas cortadas, salvo
las de Emilio de Justo a un "victorino", Román a un
"adolfo" y Curro Díaz a un "ibán", tuvieron poco peso
específico, incluidas las dos que paseó Ginés Marín de lotes que le ofrecieron mucho
más.
En cambio, aun sin trofeos, varios toreros salen
reforzados, tal que los veteranos Diego Urdiales -muy por encima de sus seis
toros-, Rubén Pinar, Fernando Robleño y López Chaves -sobrados con las corridas
duras-, así como los jóvenes Ángel Téllez, Tomás Campos, Ritter, Juan Ortega y
Juan Leal, aunque éste si que tocó pelo a cambio de una cornada grave.
Pero ese percance no ha sido el único de una feria
donde se ha derramado mucha sangre, pues han sido trece los toreros heridos o
lesionados, y siete de ellos de carácter grave o muy grave, como fueron
calificadas las cornadas sufridas por Gonzalo Caballero, el citado Leal, Manuel
Escribano, Ritter, el banderillero Víctor Hugo, Pablo Aguado y Román, que fue
la más seria de todas.
En su trasfondo, y en un año de renovación del escalafón,
este San Isidro ha sido una feria muy tensa, con muchos toreros buscando su
sitio y otros resistiéndose a perderlo, aunque han sido también evidentes los
casos de los que no han sabido defenderlos, entre otros el de Sebastián
Castella y López Simón, mientras que El Juli, que entró como estrella del abono
a última hora para sustituir a Ponce, dejó algunas dudas en el aire.
En un otros apartados, Fernando Plaza y el
mexicano Diego San Román evidenciaron ser dos de los novilleros más
interesantes del momento, mientras que entre los rejoneadores, una vez más,
Hermoso de Mendoza marcó las diferencias frente a triunfadores menores como
Leonardo Hernández y Lea Vicens y su rival en la distancia, un discreto Diego
Ventura. / EFE
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