El
granadino arrolla en plenitud con el mejor lote de una muy desigual corrida de
Matilla y sale a hombros con El Juli; Morante oye una formidable bronca.
ZABALA DE
LA SERNA
Granada
Cualquier día a Morante le revientan las costuras.
Y le estalla la taleguilla. Su bordado dibuja gomas elásticas en el límite de
tensión. Como si fueran a soltarse en un estallido nuclear. Hay vestidos que
disimulan más cuando a un torero se le va el punto; este terno caldero y azabache
no disimula los pucheros. A su lado, El Juli y El Fandi, que no son esfinges
apolíneas, pero sí tipos preparados, acentuaban el desfase. El torito zapatito
de Matilla talla 35 se hacía el pollo de Carpanta. Duró muy poquito en la mesa,
sin poder ni fondo. Hubo unos oles a destiempo como para unos lances
enganchados a pies juntos. Como cuando el doblaje de una película se
desacompasa los labios de los actores. La media verónica enroscada sí se acopló
al coro. O viceversa. Luego, poco más. Un prólogo de ayudados por alto no
precisamente para ayudar y dos mortecinas rondas de redondos. Y ya.
Antes de que Caralimpia se pusiese a embestir con
incansable bravura -evitando por el momento el siempre temido matillazo-, El
Juli le había arrancado con la tenaza de su oficio una oreja a un toro más alto
de agujas, lavado desde la cara hasta la penca del rabo. No descolgó, ni se dio
con ritmo ni clase en sus pretensiones desentendidas. Pero Juli lo enredó en
una faena de constancia inquebrantable y ningún recuerdo.
Las facultades de El Fandi retaron el galope y la
entrega del tal Caralimpia. Que cobraba la importancia de su interior. No paró
con su alegre prontitud, su humillación y su generoso viaje. Los cuádriceps de
Fandila echaban humo. Como una locomotora a toda máquina. Desde las largas
cambiadas, el galleo por chicuelinas, un quite de mil cosas, los pares de
banderillas de Carl Lewis... El toro matillesco de Olga Jiménez ya se había
empleado a fondo en el caballo y siguió con ese fabuloso ritmo sostenido. Fandi
no por jugar en casa se alivió lo más mínimo. Y prologó faena de rodillas por
circulares y la epilogó por el mismo palo; entre medias, un rápido camino de
profesionalidad y plenitud incuestionables y dudosa huella. La embestida sí la
dejó. Un espadazo culminó la apoteosis fandilista: dos orejas impepinables.
Cuando Morante consumió el veguero que había
prendido antes de la merienda, consumó su particular matillazo. Subió el nivel
de la presentación de la corrida con la apariencia del cuarto, tocado arriba de
pitones pero no por la gracia de Dios: por dentro traía la simiente que pudre
la raza. El genio puso el gesto mohíno, torció el morro y salió con la espada
de verdad. La formidable bronca tronó en La Puebla.
Apareció el basto quinto con su bizco pitón
derecho dándole un aire de toro de gache o puerta cerrada. Y uno pensaba lo
fácil que se lo ponen, así en general, al que viene hoy... Se apoyaba el bruto
mucho en las manos, frenado en los topes que Juli quiso romper a conciencia
siempre hacia delante con mil recursos de perro viejo. Hasta la estocada y más
allá. Otra oreja a la constancia entre vueltas y revueltas.
Y Fandi volvió a salir a por todas con el último.
Que completó el lote esférico con sus finos perfiles y su movilidad sin
sangrar. Arreó con todo en banderillas, pero no obedeció el quiebro y atropelló
a David Fandila con brutal violencia. Casi sonó el terrorífico crujido de su
osamenta; fue un milagro que no lo ensartara. Como si fuera de acero forjado,
se recuperó y agarró de nuevo las banderillas. La plaza entera, que es suya, se
erizó con su heroísmo. Y otra vez las rodillas por tierra, y otra vez el lío.
No aguantó tanto el buen toro. Que agitó la bandera blanca. Le sacudió Fandila
otro sopapo bíblico. Y se alzó con un trofeo más. Que le catapultaba por encima
de la salida a hombros con El Juli.
A Morante le llovieron almohadillas, sapos y
culebras como tormentoso adiós.
MATILLA - Morante de la Puebla, El Juli
y El Fandi
Monumental de Frascuelo. Viernes, 21 de
junio de 2019. Segunda de feria. Lleno de «no hay billetes».
Toros de García Jiménez (1º, 2º y 6º), Olga
Jiménez (3º y 4º) y Peña de Francia
(5º); muy desiguales de presentación, más fuertes los tres últimos; destacó el
bravo 3º; bueno pero a menos el 6º; vulgares 2 y 5º; sin poder ni fondo el 1º;
el 4º fue el peor.
Morante
de la Puebla, de caldero y
azabache. Estocada baja (saludos). En el cuarto, pinchazo y media estocada
(gran bronca).
El
Juli, de nazareno y oro. Estocada
(oreja). En el quinto, estocada (oreja).
El
Fandi, de grana y oro. Estocada
pasada (dos orejas). En el sexto, espadazo algo contrario (oreja y fuerte petición).
Salió a hombros con El Juli.
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