GONZALO I.
BIENVENIDA
Toledo
Tres horas después del inicio del festejo,
desafinaba la banda de música mientras Álvaro Lorenzo exprimía al melocotón
octavo de Alcurrucén. Atrás, pero no en el olvido, había quedado una magistral
obra de Juli al sexto toro. Una reposada faena de la figura madrileña en la que
aplicó tiempo y ciencia al bondadoso núñez que quería desarrollar su calidad en
los vuelos del Juli. La falta de fondo lastró la embestida, pero lo pulseó con
tacto Julián hacia delante. Tras la técnica vino el sosegado desmayo. La
sonrisa brotaba a la salida de las tandas como si por fin hubiera encontrado la
forma de disfrutar y hacer disfrutar. Toledo captó el asentamiento desenfadado
de Juli. Un esfuerzo silencioso había hecho con el reservón segundo. La muleta
esperaba el derrote del toro para tratar de limpiar la embestida. No regaló
nada el anovillado alcurrucén que tuvo la suerte de caer en las manos de Juli.
Sin darle importancia, obligó al toro con su bazar de recursos hasta que se
acobardó.
Álvaro Lorenzo trató de desplegar todo el prodigio
de su capote con el cuarto, que arrolló de salida. La esperanza toledana dejó
algunas verónicas de importante trazo. La nobleza del acodado Clarín, la famosa
reata de los músicos de Alcurrucén, le permitió hilvanar tandas con intensidad
tras el vibrante arranque de rodillas. El cantado temple de Lorenzo apareció
con la mano izquierda en la sutilidad de los toques, en llevar y en soltar. Sin
mácula, todo fluido. Aun así, el doble trofeo se tornó excesivo. Fruto del
calor que sus paisanos -que cubrieron tres cuartos del aforo- quisieron darle
al lado de las figuras. Otra oreja logró del octavo, aquel colorao ya
mencionado que se fue apagando dentro de su buen condición.
Una sensación rara pareció indicar que Morante y
Manzanares se han quedado en fuera de juego tras su ausencia en un San Isidro
de tanto contenido. Sin suerte ni inspiración el sevillano, pechó con un soso
ejemplar que abrió la tarde y un mirón quinto que nunca humilló.
La espada de José María Manzanares se llevó sus
opciones de triunfo. Rápido vio la clase del tercero el alicantino en una faena
de inmenso ritmo. La media altura, las tandas cortas y el toreo suave afianzó
el contado poder del toro. Más espeso se le vio con el encastado séptimo que
fue tardo pero cuando se arrancó lo hizo con todo. No estuvo a gusto
Manzanares. Más allá de las diez de la noche sacaron a Juli y a Lorenzo a
hombros pero para el recuerdo quedó la obra de Julián López.
ALCURRUCÉN
- Morante de la Puebla, El Juli, José María Manzanares y Álvaro Lorenzo
Plaza de toros de Toledo. Jueves, 20 de
junio de 2019. Corrida extraordinaria del Corpus Christi. Tres cuartos de
entrada.
Toros de Alcurrucén, justitos de presentación y de dispar comportamiento:
soso el 1º, reservón el 2º, templado el 3°, noble aunque sin finales el 4º, sin
humillación el 5°, manejable el 6°, con casta el 7º y noble aunque a menos el
8°.
Morante
de la Puebla, de verde botella y
oro. Tres pinchazos y media estocada (silencio). En el quinto, pinchazo y
bajonazo infame (bronca).
El
Juli, de verde oliva y oro.
Estocada trasera (oreja). En el sexto, estocada (dos orejas).
José
María Manzanares, de azul marino
y oro. Pinchazo, estocada y un descabello. Aviso (saludos). En el séptimo, dos
pichazos y estocada (saludos).
Álvaro
Lorenzo, de canela y oro.
Estocada trasera y tendida y un descabello (dos orejas). En el octavo, estocada
y dos descabellos. Aviso (oreja).
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