Finalizó
una feria marcada por el altísimo nivel ganadero, un gran resultado artístico
-cinco Puertas Grandes y un puñado de faenas memorables-, siete cornadas graves
y una asistencia total de 641.429 personas en 34 tardes consecutivas.
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL
MUNDO de Madrid
Si alguien hace 35 días hubiera vaticinado una
Feria de San Isidro del soberbio nivel de la que acaba de concluir, se le
habría tachado de loco. Nadie, o casi nadie, creía en ella.Yo, desde luego, no.
Ni cuando Rafael García Garrido anunció en estas páginas el dato del 98,6% de
los abonos renovados resoplando indisimuladamente: lo que había salido del
bombo de SimónCasas, que también era suyo, acongojaba incluso dentro de la
propia empresa Plaza 1.
El sorteo, una medida disuasoria de figuras y por
tanto economicista, planteada como estrategia aperturista, lo apuntaló Roca Rey
y lo relanzó la suerte, ¡ay, la suerte!, con el emparejamiento de Adolfo. RR,
cobrando como nunca, y El Juli, reventando a última hora la caja de caudales
por Ponce, dejaban en penumbras la luminosa idea del tijeretazo... Esperaban 34
tardes y sólo unas seis, siete quizá, fechas realmente sugerentes. Al final han
sido los ocho carteles de «no hay billetes» con la sorpresa del taquillazo de
Pablo Aguado en la Corrida de la Prensa, uno más que en la feria de 2018: las
tres tardes de Roca Rey, las dos de El Juli, una de Diego Ventura, la fecha
infalible de San Isidro (y la presencia de Urdiales con la memoria de Otoño) y
la última de Aguado. En el polo opuesto, seis fechas en torno a un pobre 50%
del aforo.
En total se han vendido 21.850 entradas más que en
2018, cuando hubo una corrida menos por suspensión. Un promedio de asistencia
de un 80% -18.866 personas por tarde- dan la feliz estadística de 641.429
espectadores. Como si todas las cosas buenas que iban sucediendo en el ruedo
-que es a lo que vamos- generasen un efecto llamada. Tanto como el clima: si en
su época se hablaba del anticliclón y la flor de los Lozano, hoy hay que hablar
del anticiclón y la flor de Casas&Garrido: ni un día de lluvia. A cambio,
el viento perpetuo de Las Ventas.
Y empezaron a saltar toros y toros de bandera. Sin
contar «simplemente» los buenos, la nómina es un homenaje al trabajo de campo
de Plaza 1 y a los ganaderos siempre apaleados. Que una feria tan
extraordinaria de bravura haya finalizado sin una sola vuelta al ruedo en el
arrastre se antoja una severa injusticia generalizada para el toro. El podio es
inabarcable: Poeta (Domingo Hernández), Enviado (Montalvo), Despreciado (Juan
Pedro Domecq), Carasucia (Valdellán), Madroñito (Adolfo), Director (Victorino),
Bonito (Zalduendo) y Zahareño (Santiago Domecq) -dos notables debuts
isidriles-, Pijotero (Fuente Ymbro), Empanado (Victoriano del Río)... La
riqueza genética de las sangres del toro.
Y luego vinieron las glorias toreras, las cinco
Puertas Grandes, que no son ni iguales ni parecidas: las de Roca Rey y Antonio
Ferrera, de la rotundidad a la genialidad; la de la sorpresa del tapado David
de Miranda; la más laxa de Miguel Ángel Perera; la de la justicia poética de
Paco Ureña. Quien a la postre ha sido el triunfador numérico y sentimental.
En el otro platillo de la balanza, el precio a
pagar: las cornadas. Román Collado, Manuel Escribano, Gonzalo Caballero,
Sebastián Ritter, Pablo Aguado, Juan Leal y Victor Hugo Saugar Pirri. Y las
palizas del propio Ureña, Diego San Román o Luis David. Duro trabajo para los
doctores García Padrós y García Leirado, los otros triunfadores de un serial
inolvidable.
PREMIOS PLAZA 1 DE SAN ISIDRO 2019
Triunfador de la Feria: Paco Ureña
Mejor faena: Antonio Ferrera, 1º de Zalduendo
Mejor novillero: Fernando Plaza
Mejor rejoneador: Hermoso de Mendoza
Torero revelación: David de Miranda
Mejor estocada: Román
Mejor picador: Juan Francisco Peña
Mejor brega: Iván García
Mejor banderillero: Fernando Sánchez
Mejor toro:Despreciado de Juan Pedro Domecq
Mejor ganadería: Adolfo Martín.
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