VÍCTOR DIUSABÁ
@vdiusaba
Fotos: EFE
El Juli, Luis Bolívar y Andrés Roca
Rey se fueron a hombros de una Santamaría colmada de público, en la primera
corrida del abono bogotano. Los toros de Juan Bernardo Caicedo fueron
desiguales de presentación y solo el quinto sacó buena nota.
Los ases de la tarde, El Juli, Luis
Bolívar y Andrés Roca Rey, se fueron a hombros y en olor de multitudes, tras
cortar seis orejas en la primera corrida de abono de la temporada bogotana.
Y qué mejor marco que el de una
plaza llena, hasta las banderas, muestra viva de la que la fiesta brava tiene
audiencia en la capital colombiana.
El festejo, sin consumo de licor en
los tendidos, por decisión oficial, ni siquiera un “palito”, encontró en las
manos doctas de los alternantes la fórmula del éxito. No solo para alcanzar el
triunfo sino para empujar un discreto encierro de Juan Bernardo Caicedo, al que
le faltó bravura.
Fue así como entre la falta de
fuerza, algún aparente problema en los cuartos delanteros y los kilos de más,
el primero de la tarde se marchó en medio del anonimato y de la bronca. El Juli
quiso, pero no había de dónde.
En cambio el segundo de la dehesa de
Juan Bernardo Caicedo tuvo fuelle para ponerse a las órdenes del capote
templado de Luis Bolívar. Luego de pelear en el caballo, mostró arrestos en la
muleta, aunque solo sobre el pitón derecho, en donde el diestro colombiano pudo
mostrar temple y mando. A la hora del pitón izquierdo las cosas cambiaron de
manera diametral y el animal se puso a la defensiva. Oreja sin mayor eco.
Y el que embistió, y con bravura a fondo,
fue Andrés Roca Rey, encastado y sin regalarse nada en el tercero de la
corrida, un manso que vio a su lidiador convertido en amo y señor del ruedo de
la Santamaría. Ahí, en los bajos del tendido de sol, el peruano enseñó las
razones de ser primerísima figura, más allá de las pobres condiciones de su
enemigo. Espadazo y puerta grande por adelantado, la cuarta consecutiva en este
albero.
Por supuesto, la respuesta de El
Juli no iba a dar esperas. El madrileño enseñó su poder en todos los tercios
ante un toro que tuvo la cualidad de moverse y ser noble. La lentitud y el
sitio se juntaron para dibujar momentos de arte, complemento ideal al mando que
impuso el torero español, sin despeinarse. Una espada con su sello particular
trajo como premio las dos orejas justas.
El quinto sacó la cara por la divisa
del ganadero y empresario. Plantó cara en los medios y allí obligó a Luis
Bolívar a sacar lo mejor de su repertorio. La mano derecha encontró mejor
respuesta en ese pitón. Por el izquierdo no hubo química y la faena fue de más
a menos. Oreja y palmas al toro en el arrastre.
Y la versión del Roca Rey hecho
enjundia debió brotar en el cierre para rescatar a un ejemplar rajado, con el
que se vio obligado a entenderse en los adentros. Hubo cogida sin consecuencias.
Palmas. / EFE
FICHA DE LA CORRIDA
Toros de Juan Bernardo Caicedo, desiguales de presentación. El quinto se
movió en los medios y plantó cara. El cuarto fue noble. Los demás, con
tendencia a rajarse.
El Juli (azul marino y oro): Media suficiente y silencio. Espada entera y dos
orejas.
Luis Bolívar (azabache y oro): Espada desprendida y oreja. Espada tendida y oreja.
Andrés Roca Rey (azul pavo y oro): Espadazo y dos orejas. Pinchazo, entera y palmas.
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