JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
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Parece poco. Es poco. Tres días de
toros al año en la primera plaza de Colombia. Menos aún, comparando su reducida
capacidad (10.372 localidades), con la población de la ciudad; ocho millones de
habitantes, entre los cuales reside la que se tiene por afición mayor del país.
Podemos racionalizar aduciendo qué
la escasez diferencia lo selecto de lo vulgar. Al fin y al cabo, es condición
cierta. El oro, las gemas, el arte supremo no abundan por ahí. Un mundial de
fútbol, una olimpiada, cada cuatro años. El Nobel, el oscar, una corrida de
resurrección en Sevilla, de año en año. Un milagro ¿Cuándo? En economía es ley,
la oferta cae aumenta el valor. La otra condición encarecedora es el deseo.
Claro. La rareza sola no basta. Que nos caiga un rayó es raro, pero no deseado.
Sí, racionalizaciones. Lo real es
que, por pesadas razones, la Santamaria debe apostar hoy buscando lo bueno en
lo breve… Dos carteles de figuras y uno torista. Todos incuestionables.
Densidad, jerarquía torera y ganadera. Más kilates, menos bulto.
El Juli, el caleño Luis Bolívar y
Roca Rey con los domecq de Caicedo, que ya purgaron su mala tarde, la que
habían de tener tras tantas afortunadas.
Fernando Robleño, Octavio Chacón y
el paisa Juan de Castilla, quien, a propósito, en su anterior visita indultó un
juanbernardo (“Abrileño”), lidiarán los históricos mondoñedos.
Enrique Ponce, Sebastián Castella,
el bogotano Ramsés y los ernestogutiérrez, hierro de la temporada.
Entonces ¿cabría pensar, para qué
más? No, ya dije. Tres festejos en la capital no son bastantes frente a siete
de Manizales, seis de Cali, o sesenta de Madrid, y, aunque sí mejores que
ninguno en Medellín, Cartagena o Barcelona, marcan un declive al vacío.
Los aficionados bogotanos tienen la
palabra. Comprar treinta y un mil entradas, llenar la plaza en tres actos de fe
para detener el apocalipsis. Ya, que las corridas salgan buenas o no, es
aleatorio. En los toros como en la vida, la felicidad está en la búsqueda, no
en el final.
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