JORGE ARTURO DÍAZ
REYES
@jadir45
“¿Para qué querrá
Mazzantini los mejores toros si luego no sabe qué hacer con ellos?” protestaba
“Guerrita” cuando hace bastante más de un siglo, a expensas de la elocuencia
convincente de don Luis, el sorteo comenzó imponerse.
Hasta entonces, finales del XIX, el orden en que serían
lidiados los toros en la corrida y, por ende, según antigüedad cuáles tocarían
a cada torero, lo decidía el ganadero. Este, por supuesto, a su favor elegía
los de mejor pronóstico para las figuras, que además nunca gustaron de abrir
corrida, “no hay quinto malo” decían. Fue una revolución. Una de las tantas que
ha sufrido y gozado la fiesta.
Cuando hace un par de temporadas don Simón Casas, matador
(modesto) devenido en empresario (productor) estrella, tomó la primera plaza
del mundo y con ella la feria de San Isidro, mundial del toreo, anunció que
venía a “cambiar la historia”. --Baladronada publicitaria, la historia la
cambiaron Pedro Romero, Pepe Hillo, Paquiro, Belmonte, y en el ruedo, no en las
oficinas-- pensamos algunos, no sé cuántos, hablo por mí.
¿Nos callará la boca? De pronto. Tuvimos que aceptar en
otoño pasado cuando con gran bombo, introdujo “el bombo”, sorteo de ganaderías.
Acabar con eso de los mismos con las mismas; figuras con las “comerciales”,
modestos con las “toristas”. Como en tiempos de Mazzantini, revuelo, mohines,
controversias, pataletas… Todo lo que generan los grandes cambios justicieros.
Al final solo una figura se la jugó, Talavante, y luego hubo de tomar la
cicuta.
¿Qué pasará? ¿Quién manda en la fiesta? ¿Qué pintan los amos
de la taquilla? “Si una figura no se apunta al bombo, no podrá matar esas
ganaderías en San Isidro” Respondió Simón abriendo una puerta con “esas” y
anunció sorteo parcial con diez ganaderías:
Jandilla/Vegahermosa, Garcigrande/Domingo Hernández, El
Puerto de San Lorenzo/Ventana del Puerto, Juan Pedro Domecq, Alcurrucén (dos
tardes), Montalvo, Fuente Ymbro, Parladé y Adolfo Martín.
Ya, como contestando, !así sí! Ponce, Perera, Roca Rey,
Castella, Marín, Ureña… se apuntaron.
Por ahora parece que la revolución ha quedado en el marketing.
“Guerrita” vive.
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