Terminó
el domingo pasado la temporada colombiana 2019. La más rala que recuerde.
Apenas doce corridas de toros en tres plazas de primera; Cali, Manizales y
Bogotá.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
Minimización
de rumbo terminal agravada por la supresión mañosa, que no prohibición
(imposible legalmente), de la fiesta en Medellín. Castramiento autoritario de
una tradición tan vieja como la ciudad. Estas dos calamidades bastarían para
marcarla históricamente. Pero hubo mucho más, entre lo poco.
La
no concurrencia de la mayoría de las grandes figuras. La excusa médica de Ponce
que a última hora lo ausentó de Cali, “ruptura de ligamento cruzado anterior de
la rodilla”, milagrosamente resuelta (mediante compresas) muy pocos días
después. Y quizá la más preocupante ausencia de todas; el toro bravo. No salió
ninguno auténticamente bravo al ruedo. Con perdón de los indultos, vueltas y
ovaciones prodigadas.
Y
menos, el encierro completo, respetando análisis, interpretaciones, opiniones,
gustos y premios aparecidos y por aparecer. Los hubo sí, muy celebrados por el
público, y si nos atenemos a ello y al número de orejas, deberíamos decir que
triunfales, o quizá triunfalistas. ¿Pero quién le puede prohibir al público y a
Usía que se alegren y pregonen lo que les nace?
Yo
no. Lo que sí puedo decir es que esa tendencia populista, frívola y tragante,
no se trata de un fenómeno nacional. Es mundial. Y no solo taurino, es general.
Hay que ver la política, el arte y el consumo.
Así,
en este escenario, brillaron cosas. La ganadería de Ernesto Gutiérrez que
impuso su nobleza y fondo en las tres plazas. Definiéndose cada vez más, en
manos de Miguel, como un encaste propio, un toro pastueño pero distinto.
Encima, con evidente superación de sus ancestrales limitaciones de trapío.
Con
él, se realizaron las faenas de las apoteósis. Castella y “Boticario” Nº 89,
cinqueño, de 524 kilos, indultado el 30 de diciembre en Cañaveralejo. Enrique
Ponce y El juli, con todo el encierro el 12 de enero en La Monumental, y otra
vez, Ponce con “Fosforero”, Nº 100, cinqueño de 500 kilos, primero en La
Santamaría el 24 de febrero, al cual se le dio vuelta al ruedo. Hubo varias y
notables bregas de manso, quizá destaca la de Roca Rey al tercer juanbernardo
el 10 de febrero en Bogotá.
No
cabe todo aquí, solo una coletilla. Los presidentes a merced de los públicos.
Honor a D. Luis Bernardo Gómez Upegui quien afrontó con toda dignidad una de
las mayores e injustificadas broncas por no regalar las orejas del tercero en
la última de Manizales. Hombría.
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