La
Fiesta es un espectáculo legal sin ideología al que acuden millones de personas
y que pertenece al pueblo.
ANDRÉS AMORÓS
Diario ABC de Madrid
Al margen de que seamos o no aficionados a los
toros, es indiscutible que la Tauromaquia forma parte del patrimonio histórico
y cultural de los españoles: en el mundo entero se la ve como una seña de
identidad de la cultura española. Se ha declarado legalmente que la Tauromaquia
(el conjunto de actividades artísticas y productivas, incluyendo la crianza y
selección del toro de lidia, que confluyen en la corrida de toros moderna) es
expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español, forma parte de
nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial.
La Fiesta posee todos los requisitos necesarios
para ser incluida en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad. El Gobierno se comprometió a proponerlo así a la Unesco, junto con
los otros países taurinos: Francia, Portugal y varios de Hispanoamérica.
Resulta evidente que una hipótetica prohibición de las corridas supondría la
desaparición del toro bravo como especie; según el veterinario Sáez Egaña, «la
única aportación original de España a la zootecnia universal». Sin Tauromaquia,
el toro no moriría en las Plazas porque, pura y simplemente, no tendría la
oportunidad de nacer.
Además, la cría del toro bravo permite que
subsista la dehesa, como espacio natural protegido para el mantenimiento de la biodiversidad,
la prevención de la desertización y la conservación de la flora y fauna
autóctonas. A estos indiscutibles valores ecológicos se unen los económicos. La
Tauromaquia es una actividad profesional legítima; da de comer a muchas
familias; aporta mucho dinero a las arcas públicas, en concepto de IVA y por el
canon de explotación de las Plazas de titularidad pública. En contra de lo que
algunos pretenden, la Tauromaquia no recibe subvención directa alguna (en
contraste con lo que sucede con el cine, el teatro, la música, la danza o el
circo, por ejemplo).
Elemento turístico
A pesar de los ataques que recibe, la Fiesta es el
segundo espectáculo de masas, en España: constituye un elemento turístico
fundamental, que genera muchos millones de euros. Sería suicida desmantelar un
sector económico tan importante. Y, por supuesto, resulta esencial mantener la
libertad de empresa y la unidad de mercado.
A los valores ecológicos y económicos hay que unir
los innegables valores culturales de la Tauromaquia, si entendemos la cultura
como «el conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional
de un pueblo». Así la define el activista antitaurino José Enrique Zaldívar y
su conclusión es esta: «Podemos decir que sí, que la Tauromaquia ha formado parte
de la cultura de algunos pueblos del mundo y, sin duda, de la de España». La
pluralidad de sus valores culturales es evidente. El toro bravo es un elemento
esencial en las fiestas de muchos pueblos.
La Tauromaquia va unida a nuestra historia; no tiene
ideología, es del pueblo; impregna el lenguaje cotidiano de todos los
españoles, sean o no aficionados. Como cualquier arte, implica una adhesión
libre; tiene un origen (español, en este caso) pero posee una proyección
universal. Ha inspirado a creadores de todos los sectores artísticos, todas las
épocas y tendencias estéticas. El toro bravo es un símbolo de España: «la piel
de toro», «el ruedo ibérico». El torero es un héroe popular, encarna unos
valores. La Tauromaquia supone una ética.
Según la Ley de Patrimonio Histórico, este
trasciende el ámbito de competencias de una Comunidad determinada: es
competencia del Estado garantizar su conservación y promoción, así como tutelar
el derecho de los españoles a su conocimiento, acceso y libre ejercicio. Esto
es perfectamente aplicable a la Fiesta. Las conclusiones son claras: sin la
Tauromaquia, sufriríamos una triple pérdida: ecológica, económica y cultural.
Hay que evitar el dirigismo, mantener un ámbito de libertad: no se debe imponer
pero tampoco prohibir; sí, proteger y fomentar. En cualquier lugar de España,
todos los que lo deseen tienen derecho a acceder y disfrutar de este patrimonio
nuestro.
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