Seis toros de Victoriano del Río para Enrique Ponce, El Juli y Miguel Ángel Perera.
Enrique Ponce, un consentido de la afición bilbaína le espera esta tarde al igual que los compañeros de cartel, en la sexta de feria. |
BARQUERITO
La frontera entre la agresividad y el temperamento es tan sutil como la textura de las gasas. Los grandes ganaderos conocen ese territorio, que puede ser un campo de minas o no. Un paso atrás y te vas a manso. Uno adelante y te despeñas. Y, en fin, toda la gente de afición de Bilbao, feliz con la corrida de Cuvillo. ¿Mejor que aquella que en abril lidió en Sevilla? Más temperamental. Que una corrida de toros dure en la boca –en la memoria de cuantos la vieron- es prueba saludable.
¿Por qué los toros de Cuvillo ahora y hoy? Porque esta tarde se juega una corrida, la de Victoriano del Río, que seguramente será el galgo de esa liebre. Y puede que mañana esté la gente hablando de la corrida de Victoriano y deje de hablar de la de Cuvillo. ¿Qué te apuestas? Nada. El que apuesta en los toros suele perder. Álvaro Cuvillo, sin embargo, predijo que tres de los toros del martes iban a arrear y lo clavó: los tres. Los ganaderos no son amigos de hacer pronósticos. Y si no se atreven ellos, ¡quién..!
Doble contra sencillo, sin embargo, a que la corrida de Victoriano del Río ataca esta tarde en serio. Porque todavía debe el ganadero esa corrida irreprochable que todos los años echa en una plaza mayor. No fue en Pamplona, no fue en Madrid. Y, por lo tanto, será en Bilbao.
Ponce se estrena. El Juli dobla tras la jornada del miércoles, Perera viene a pegar un zarpazo. La corrida es para los tres, pero el que tiene que poner de pie a la gente es Perera. Y es capaz. Los toreros mutan de estado: de larvas a monstruos. Se llama monstruo al torero que todo lo puede. O casi todo. Nadie es perfecto. El toreo es un camino de perfección. Se aprende un poco todos los días. Hasta los toreros de vuelta aprenden, porque el riesgo es nuevo cada día y lo que enseña es el riesgo. El Juli tiene en la agenda de gestas algunos toros de Victoriano del Río. Del río de sangre Domecq. ¿El Río Bravo? Vamos a verlo. Y Perera, también. Y Ponce, naturalmente, porque, cuando se prodigaba, buscaba esa ganadería. Y la encontraba. Y se pegaba fiestas con ella.
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