lunes, 8 de agosto de 2011

Carlos Escolar «Frascuelo»: «Volver en Otoño sería un gran detalle»


Una tarde más, Carlos Escolar «Frascuelo» volvió a resurgir en Madrid. En Las Ventas. En su plaza. Con su afición. Daban igual el calor, los guiris o la deserción estival al cobijo de la playa. Ahí estaba su parroquia. La misma que le adora y pide año tras año su presencia en los carteles por su aroma añejo. Oreja de peso dibujada con pinceladas de sabor a otro tiempo. Torero de los pies a la cabeza. Inmortal. Ahora, su liturgia  tiene nuevo reto: entrar en la próxima Feria de  Otoño para, ya con 63 años, alargar su magisterio.

– ¿Satisfecho con su regreso a Las Ventas?
Me sentí muy a gusto, sobre todo, en el primero. Me dejó sacar lo que siento dentro. Aún así, me quedé contento, pero no satisfecho.

– Menos mal que cortó una oreja...
Sí, pero puedo dar más de sí. Es posible que se debiera a la falta de frescura y de rodaje que tiene el que está toreando tan poco. No lo sé. Creo que le tenía que haber dado una serie más a ese primer toro y opté por una faena más corta e intensa. Más concentrada. Pese a ello, no me quejo, cuajé al animal muy en mi línea, con gusto y empaque, clásico, añejo, y la afición disfrutó con la dimensión que di.

– A Bogart, París. Y a usted, siempre le quedará Madrid...
Es mi plaza. Es el ruedo por excelencia, el número uno pero, además, para mí, es la tarde más importante de la temporada, porque, ante todo, soy un torero de Madrid.  Llevaba todo el año esperando este paseíllo.

– Aunque a estas alturas ya no tiene que demostrar nada, ¿había parte de reivindicación después de quedarse fuera de los carteles en San Isidro?
No, desquitarme no. Siempre sale la vergüenza torera, pero estoy muy agradecido a la empresa. Me iban a poner en San Isidro o la preferia, pero se quedaban muchos fuera y optaron por no atenderme. Sólo busco sentirme torero, conectar con mi público y ofrecer ese perfil de diestro añejo, lleno de sabor en cada lance, en cada muletazo. 

– ¿Se ve toreando de nuevo en la Feria de Otoño?
Ojalá. No oculto que me gustaría. Desde el callejón alguien me comentaba que había asegurado Otoño. Ni idea. Aún es pronto, pero es tanto una ilusión como un objetivo. Sería una compensación de la empresa muy bonita. Un gran detalle. Mis dos compañeros también lo merecieron, porque arrearon fuerte. Pienso que debería premiarse y dar cuartel a los que han destacado otras tardes. Además, creo que se debería premiar a los toreros distintos, que se salen de lo habitual, como es mi caso por pertenecer a otra época.

– No dude de que el público venteño estaría encantado: le adora.
Es un honor que la afición más sabia del mundo me tenga esa admiración. El respeto es recíproco. Siempre me esperan y estoy concienciado para atender ese deseo si la empresa lo considera oportuno. Saben que siempre he sido fiel a mi forma de ser, de torear, y que además me ha tocado hacerlo con un ganado no duro, porque la corrida más dura es la que no se torea, pero sí exigente.

– ¿Queda Frascuelo para rato?
Si Dios quiere, sí. No me he planteado retirarme, porque no me pesan los años. Estoy en mi madurez como torero y soy feliz cada vez que me visto de luces. Como en el resto de mi carrera, me mueve una afición desmedida por esta maravillosa locura llamada toreo. Ismael del Prado / Diario La Razón de Madrid

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