sábado, 20 de agosto de 2011

SEMANA GRANDE EN BILBAO – EL APARTADO 1ª DE LAS GENERALES: ¿Órdago? Paso. Envido, quiero


Toros de Ángel Sánchez y Sánchez para Pablo Hermoso de Mendoza, Diego Ventura y Leonardo Hernández.

UN DÍA le echó un órdago Diego Ventura a Pablo Hermoso de Mendoza. El órdago era un reto. Un desafío. A ver quién puede y sabe más. Lo propio de los duelos. ¿Entre caballeros? Entre caballeros, cuenta Cervantes, el guante echado y el campo del honor eran de otra manera. Damas galantes, dueñas traviesas, caballos voladores; la lanza en ristre o astillero, según. “¡Teneos, mi amo…!” Se pasó hace tiempo la fiebre del órdago igual que el sarampión se pasa y para siempre.

Pablo Hermoso es, dentro del rejoneo, un rey por naturaleza. El rey indestronable: a los dos lados de la frontera. La frontera es la raya de Portugal. Lo que ha hecho Pablo Hermoso ha sido cambiar el toreo a caballo de Portugal. Y eso ha sido como poner una pica en Flandes. En México es sencillamente el amo, Tan largas las estancias allá que hasta el nativo acento rotundo de Tierra Estella se ha suavizado y enriquecido con los matices sonoros de hablas mestizas.

De la época del órdago se acabó pasando a una razonable exigencia: el sueño de Diego Ventura era torear con Pablo Hermoso en Bilbao, en San Sebastián y en Pamplona, y que Pablo abriera cartel para que al morbo -una gota de tabasco y no más- se añadiera el hándicap que conlleva torear por delante o romper plaza.

Torear por delante es, en rigor, una de las suertes más difíciles del toreo a pie y a caballo, cuyo techo se ha roto hasta vaciar el “más difícil todavía” de los circos. Ambición cumplida de Diego Ventura: ya está puesto en Bilbao, y esta tarde torea, y podrá comprobar en primera persona e in situ cuánto quieren a Hermoso por estos lares. Cuando torea por delante y cuando rompe plaza. Como en la arena de Bilbao las herraduras se encienden al roce con la arenisca de pedernal en que se acolcha la arena, saltarán chispas. Literalmente.

Leonardo Hernández ha ido dando grandes saltos en corto espacio, y eso es tan difícil como torear por delante o galopar de costado o irse a caballo de caras y de largo a un toro. Un toro despuntado. Sin pitones, sí, pero en sostenido peligro potencial. También los toros de rejones castigan a los toreros. El propio Leonardo ha sobrevivido a uno de los accidentes más graves de los últimos tiempos.

La corrida, de encaste Urquijo-Murube y del hierro de Trespalacios, va a salir brava y con pies. Está  garantizado el espectáculo. ¿Órdago? No quiero ¿Juego? Juego sí. 

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