En su campaña por arenas peruanas
Despacio pero firme, la senda por la que se mueve el presente del coleta merideño Alexander Guillén. |
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
Su primera experiencia por suelo inca lo cataloga como muy positivo. Si bien no ha tenido mucha ocasión de vertirse de luces (dos paseíllos), es verdad que el hecho de comprobar otra visión del toreo, le hace un torero mucho más maduro, dentro y fuera de los ruedos.
Se trata del espada merideño Alexander Guillén, quien nacido en la ciudad capital, se le considera más de la tierra emeritense que de la misma gran metrópolis venezolana. Precisamente desde hace varios meses tomó la decisión de preparar bártulos y maletas, e irse a tierras peruanas, con el propósito de hacer campaña, buscarse ese rodaje que lamentablemente en nuestro país a los toreros de reciente alternativa se le niega. No en vano, Guillén no se queda “dormido en laureles” y trata de estar a tope, para estar preparado cuando la oportunidad llame.
«Este pasado fin de semana estuve en faenas de campo en la ganadería de San Pedro, propiedad de Don Orlando Sánchez… allí tentamos más o menos 63 vaquillas en conjunto con los diestros Juan Carlos Cubas y Javier Cardozo. Ha sido cumbre, pues me he sentido a gusto y torero en las 15 vaquillas que en tres días toree. Fueron vacas fuertes, con edad, que me han servido de mucho con miras en septiembre nuevamente tentar unas 80 vaquillas y 6 toros en esta misma ganadería», nos desglosa en la conversación Alexander, emocionado.
Y no es para menos que le ha servido este cambio de aires, pues como el propio torero señala «es un paso más en mi carrera, y nuevas puertas que se abren». Momento que proyecta en el ruedo en las dos actuaciones de luces que suma en su haber. «En la primera corte dos orejas, en la otra no se pudo, pues me he estrellado ante las nulas condiciones del astado».
Es Alexander Guillén uno de los toreros llamados a cambiar la moneda cuando quiera. Suma buen gusto, sutiles maneras delante del toro, que de pulirse a base de constancia, disciplina y dedicación nos puede ofrecer un torero del gusto para el buen aficionado. «Soy consciente que para ello es un largo camino el que hay que transitar, difícil, que redundará en que poco a poco se consigan nuevas cosas, siempre siendo fiel a mi concepto, vaya donde vaya».
Despacio pero firme, así define su evolución como matador de toros el coleta en mención, quien a tres años de haber alcanzado el grado mayor en tauromaquia no pierde la fe en la profesión que arropa su presente y futuro. Éxitos y suerte…!!!!
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