Una tarde carente de bravura en los toros y de ganas en
Morante, fue sostenida por la raza del Juli que cortó tres orejas, y no más
porque la presidencia se parcializó en su contra enfureciendo al público y
cerrando la feria con bronca.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
Los negros gutiérrez cortos y abrochados de cuerna, con
escaso cuajo y sin su proverbial calidad, no fueron el material idóneo para tan
encopetado mano a mano. Dos figuras de concepto, estética y tauromaquia distintas, como debe ser. Pero el
encierro, escogido del poco menos que infalible hierro local, puso dificultades
al arte, y mucho más en el platillo de Morante. No fueron aviesos. Tenían
todos, un fondo de la nobleza propia de su estirpe, más no la prontitud, la
codicia, ni la clase que lo han consagrado. Tampoco la fuerza, blandearon, y el
monopuyazo fue más que levé para la mayoría. Alguno, como el quinto, se rajó
entablerado. Tardearon, escarbaron y se defendieron otros, sin embargo la plaza
(llena) que considera la divisa un orgullo regional, aplaudió los más de los
arrastres.
“El Juli”, anunció desde hace meses que su única actuación
en esta temporada colombiana sería en esta feria, en esta fecha y con esta ganadería. Desde qué se
abrió de capa se mostró empeñado en demostrar que no se había equivocado.
Bueno, él ama el triunfo, siempre se emplea, hasta en festivales, lo sabemos.
Eso, y la categoría del rival, que no fue tal, también lo empujaban, seguro. Así
las cosas, se echó la tarde al hombro y fue tanto su empeño que hasta se
atropelló por momentos. Fluctuando desde los cuatro lentísimos naturales
ligados en redondo, con media muleta barriendo arena, que le bordó al segundo,
la mejor tanda de la feria, no hay duda, hasta el perder el capote rematando el
raudo quite por lopecinas al sexto, cuando ya tenía tres orejas en su haber, y
quería más. Un Juli largo y enjundioso que por momentos fue el gran Juli, en
medio de otros en que cayó en cierta vulgaridad. Pero primó su pundonor. Mató
sus tres toros con dos estocada y media, triunfó y dejó su cartel intacto.
Morante, torero de culto, atrajo fieles de muchas partes, de
los que comulgan que ser aficionados es ser morantista, y cuando el ídolo, con
el tronco inmóvil y el mentón empotrado en el esternón meció seis verónicas y
media al primero, sus exclamaciones desgarradas conmovieron. Pero cuando la
mangana indignó a los infieles que sacrílegos le befaron, ellos devotos y
ofendidos aplaudieron con fe ciega, y al final, con el quinto, dos chicuelinas
preciosas, (de las suyas) los pusieron a rugir de gozo. Pero no fue más, nada
más, aparte de aburrirse y aburrir con una renuncia irritante, que provocó
gritos de !Toro! Y óles burlones para el
peón cuando le auxiliaba. Su señoría, que se destapó como uno más de los
feligreses, le aventó una oreja tras un muleteo sin ton ni son a toro rajado, y
un espadazo caído, y como para paliar la desproporción de la derrota, le negó
descaradamente otra al contendiente, irritando al electorado.
El mano a mano no fue tal, porque no hubo con quien, ni el
alternante, ni los toros, el único que se lo tomó a pecho fue El Juli. !Ah! y
los que se sintieron más pagados por las dos chicuelinas de marras que aquel
hombre del casino provinciano que vio Carancha recibir un día.
FICHA DEL FESTEJO
Sábado 11 de enero 2014. Plaza Monumental de Manizales.
7ª de feria. Sol y nubes. Lleno.
Seis reses de Ernesto Gutiérrez
(en Santacoloma-Murube), pobres de
cara, desrrazados y nobles, pitado 1º, aplaudidos 2º, 3º, 4º, 5º y silenciado
el 6º.
Morante de la Puebla, pitos tras aviso, pitos y oreja.
El Juli, dos orejas, oreja tras petición de otra y
ovación tras petición de oreja.
Incidencias: Saludaron Jaime Devia tras parear al 1º y Ricardo Santana tras parear al 2º.
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