Pablo Hermoso asciende hasta la sublimidad y el éxtasis con
un bravo Gutiérrez, indultado, y cae a lo deleznablemente humano con el manso
sexto. Libardo corta oreja de ley. Fandiño, se aburre con dos imposibles.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
Foto: EFE-Archivo
Villancico, negro, lustroso, pequeño, despuntado, salió y
atacó raudo, fijo, codicioso, encelado sin tregua. De no haber sido Pablo su
rival quien sabe que hubiese pasado. Porque fue tal su imparable codicia que
por momentos llegamos preguntarnos si el navarro podría someterlo. Auténtica
confrontación de excelsitudes, y la moneda sobre su filo. Así fueron las
primeras escaramuzas. Toro y torero, las muñones ansiosos, veloces, a milímetro
del anca, templada, mandona como una muleta, y el galope a dúo circundando el
ruedo, una y más veces, con son y emoción, y la reunión no se rompía, y la
plaza, tres cuartos, que se caía.
Primero con Churumay, y luego sobre Chenel, Pirata y
Viriato, levitó. Los rejones y las banderillas, parecieron nada más que
pretextos, para las composiciones estética. He visto a Hermoso grandioso muchas
veces, en muchas partes, pero jamás como aquí hoy. Quizá porque jamás lo vi con
un toro que peleara como este, fue tanto y tan largo su derroche que al final
mostró fatiga y la gente, fueras de sí no quiso que muriera, y el presidente
tampoco, y él volvió solo, maltrecho pero digno al toril. No sé cual fue más
afortunado, si Villancico por toparse con Pablo o al contrario, lo que sí sé es
que la obra que construyeron juntos no se olvidará en esta plaza, que le vivió
arrobada.
El sexto fue más grande pero manso, y Hermoso, otro
Hermoso que descendió de las nubes al
suelo, puso el rejón caído, se descolocó, pasó en blanco y fallo en
banderillas, y en la muerte no pudo estar peor, metisacas criticables,
pinchazos, rejonazos varios en sitios innombrables. Mejor dicho convenció a
quienes no querían creerlo, que también es humano.
Manuel Libardo, echó en sus dos faenas un manifiesto por el aseo y la pinturería,
luciendo con dos noblotes, pocacosa. Mató mal a uno, y dio la estocada de la
feria al otro, saliendo cogido y siéndole negada la puerta grande por este
palco regalón.
Iván Fandiño, declaró al final, “es imposible, me voy de
América y no me ha salido un toro que me permita dar siquiera una tanda a
gusto”. Eso lo dice todo.
Los cuatro vistahermosas, para los de a pie, de una pobreza
franciscana, sin trapío, sin pitones, sin bravura, sin fuerza y sin alegría por
supuesto. El toro no toro. Los de Ernesto Gutiérrez para rejones, uno pequeño
bravo y el otro grande manso. Es que la tarde fue de contrastes en todo,
lloviznó, hizo sol, y se nubló.
FICHA DEL FESTEJO
Miércoles 8 de enero 2014. Plaza Monumental de Manizales.
4ª de feria. Sol.
Tres cuartos.
Cuatro toros de Vistahermosa
(en Santacoloma) pobres de todo para
los de a píe, pitados. Dos de Ernesto
Gutiérrez (en Santacoloma-Murube)
3º bravo, indultado, “Villancico” negro, # 288 de 444 kilos, y 6o manso,
pitado.
Pablo Hermoso, dos orejas simbólicas y silencio
Manuel Libardo, saludo y oreja con petición de otra.
Iván Fandiño, silencio y silencio.
Incidencias: Saludaron “El Piña” tras parear al primero y Pedro Lara tras parear al 5º. Al final de festejo Pablo Hermoso salió a hombros.
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