martes, 10 de abril de 2012

LIBRO: El evangelio de Manzanares

ZABALA DE LA SERNA

Nada en Manzanares. Heredero de leyenda (La Esfera de los Libros) es al uso. Ni su protagonista, ni su autor, Lucas Pérez. O al menos ninguno de sus patrones responde a ese anacrónico clasicismo de caspa a través de cuyo cristal empañado de nostalgias caducas se hace imposible mirar la Fiesta de los toros desde el siglo XXI.

"Su caso pertenece al de los elegidos, al de aquellos cuya historia comienza a escribirse incluso antes de haber llegado al mundo". De este lance a una mano nace todo un libro y la biografía de José María Manzanares (Alicante, 3 de enero de 1982). Manzanares vio la luz de Alicante por equivocación, por las prisas de un parto adelantado, a lo mejor como esta biografía prematura, llamada a contar con una segunda parte inexorablemente. El maestro, su padre, el árbol del que cayó la semilla manzanarista, había previsto y organizado que su heredero naciese en la mismísima plaza de La Maestranza. Sevilla, con el tiempo, reconstruiría el desvío del camino para conducirlo a su destino.

La temporada de 2011 no se entiende sin Manzanares en Sevilla. Incluso simplemente sin Manzanares. Lucas, ojo de hechicero, vislumbró pronto, a través de La Esfera, el proyecto de glosar un año irrepetible desde su gestación 30 años atrás: «Su caso pertenece al de los elegidos...». Sólo le ha faltado a Pérez escribir en un Apple la biografía de alguien que, para hacer honor a su apellido, se tatuó en el omoplato una manzana, sello de la casa. «Hubiera sido lo suyo, ya que el nombre de Manzanares y el de Apple comparten algo en común: ambos garantizan calidad».

Lucas Pérez (Madrid, 1978) ha buceado en la historia de los Manzanares con verdadera pasión. La pregunta se hace, sin embargo, ineludible: ¿Qué hace un poncista ligando capítulos para los manzanaristas? «Mi sabida devoción por la tauromaquia de Enrique Ponce se agiganta más gracias a este libro. No en vano, Manzanares dio sus primeros pasos de la mano del maestro de Chiva y él fue de los primeros en apostar por que iba a llegar a figura. Y no se equivocó».

Detrás de la coraza del guerrero, de la armadura de artista, de la imagen pública del estoqueador infalible, regenerador de la suerte de recibir, en su nueva versión 2.0, probablemente la del siglo XXI, Lucas ha encontrado al hombre. "Ante todo un hombre tremendamente autoexigente. La disciplina heredada, como tantas otras cosas, de su padre, la lleva a un grado superlativo en su quehacer diario. Es muy perfeccionista. Cuando aparta su mente del toro, es una persona accesible, cercana, familiar y muy cariñosa".

EJEMPLO DE MODERNIDAD

Hoy, cuando la modernidad demasiadas veces lo banaliza todo, José María Manzanares ha intentado siempre separar el rito dramatúrgico de la velocidad de los megas, la belleza mediterránea de los ruedos del iPad, el iPod y el iPhone, lo que entraña su profesión, ese misterio, de Twitter y sus 53.000 seguidores. ¿Puede un matador del siglo XXI tener leyenda? "Creo que si. Manzanares la tiene desde el día de su nacimiento. La ha heredado por ser hijo de uno de los toreros más grandes. Pero, además de heredarla, está demostrando año a año que en su mano está generar una todavía mayor. Esta en el camino de hacerlo".

Se torea como se es. El axioma belmontino halla su reflejo en Manzanares, según San Lucas, este escritor novel de pelo ensortijado y ojos de no haber roto un plato jamás. Hay temple pues en la palabra de José María. "Se nota en la forma de explicarse, en la manera de ver el toro, en el fondo de conducir una conversación. Dicen que es un placer escuchar hablar de toros a su padre y el hijo va camino de heredar esto también".

A Lucas Pérez lo ha seducido Manzanares en la distancia corta. "Impresiona. Su mirada fija te intimida, te cohíbe en un principio, hasta que te das cuenta de que tras esa mirada se esconde una persona tímida y muy cercana". ¿Y qué papel juega la moda en un torero modelo? "Lo que hay que dejar claro, lo dice él mismo en el libro, es que ante todo es torero. Todo reportaje que haga fuera de los ruedos tiene una condición innegociable: que se respete al toreo. Proyecta elegancia, hombría, capacidad, empaque...". El evangelio de José María Manzanares, según San Lucas. Amén.

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