La Feria de Abril arranca hoy con el andamiaje de siempre. Falta El Juli y se va a notar, se prima a Castella y Luque, y se ofrece un mundo a Iván Fandiño y David Mora.
El Juli, el gran ausente de una feria sevillana con más oscuros que claros en la confección de sus carteles. Foto: EFE |
BARQUERITO
Lo que ha marcado la feria y el abono de Sevilla este año ha sido el castigo impuesto a El Juli. El Juli fue en 2010 y en 2011 el torero mayor de la temporada y, además, el de esa mágica Feria de Abril. Pero El Juli viene siendo desde el pasado verano el alma y la voz cantantes de una serie de propuestas y reivindicaciones que los poderes fácticos del toreo –no todos, pero casi- han considerado inoportunas, inaceptables, interesadas y demasiado costosas.
Por eso lo han castigado y escarmentado: El Juli no torea en Sevilla y su ausencia se deja sentir en los carteles. La empresa de la Maestranza llegó a rectificar y a ofrecerle a El Juli dos puestos a los que casi por sorpresa renunció Ponce en febrero. Pudo, sin embargo, la dignidad profesional. El Juli va estar toreando las ferias mexicanas de Aguascalientes y Juriquilla mientras en Sevilla se baten el cobre todos los demás. Todos menos uno o menos dos. Uno, Miguel Ángel Perera, castigado como El Juli; y dos, César Jiménez, último de los alistados al combate.
Con tono malicioso se bautizó como G-10 a los diez matadores de toros que decidieron hace ocho meses abanderar la idea de un cambio radical en la gestión y publicitación del mundo del toro. Víctima de una agresiva campaña de desprestigio, El Juli pasó a ser la imagen contraria de lo que él y sus nueve compañeros de viaje pretendían. Peseteros, demagogos, enemigos del toreo y otras lindezas. Caza de brujas o brujos.
Si no llegan a acudir al rescate empresarios de prestigio como los hermanos Chopera o puramente independientes como José Cutiño o cuasi independientes como los hermanos Matilla, a El Juli le habrían cerrado este año las puertas de todas las plazas. Lo llevan castigando en Arles –uno de sus feudos históricos en Francia-, en Valencia, en Castellón y lo han eliminado y puesto a los pies de los caballos en Madrid-San Isidro antes de que la propia Comunidad pudiera mediar en su favor.
El único argumento en contra de El Juli es que sus honorarios están por debajo no de su nivel profesional sino de los ingresos que genera en la taquilla. Sin embargo, cuesta pensar que El Juli no hubiera seguido siendo cabeza de turco incluso en el caso de haber cedido a las presiones para rebajarse el sueldo como tantos españoles de a pie. Patrocinada por la televisión de pago, la Operación Uranga –la empresa de Las Ventas- se ofreció a cortarle públicamente la cabeza a El Juli y se la cortó incluso con escarnio. En Sevilla habían decidido no contratar a Julián pero rectificaron. En Madrid ha sido al revés: estaba contratado y decidieron humillarlo, filtraron cifras de contratos de hace un año y pensaron que las cifras iban a ser vejación suficiente.
El año taurino, por tanto, ha arrancado bajo el signo de El Juli. La feria de Abril, no tanto, y eso que la ausencia se lamenta en Sevilla con llanto de fondo y no gesto lastimero. Los tres o cuatro puestos dejados vacantes por El Juli han sido ofrecidos a Juan José Padilla, El Fundi, Alberto López Simón y Sebastián Castella. Ofrecidos y aceptados.
Puestos juntos todos los efectos de valor, el abono de la Maestranza se retrata de la siguiente manera: van a torear cuatro de las dieciocho corridas de la serie cinco matadores de toros, a saber, El Cid, Sebastián Castella, José María Manzanares, Alejandro Talavante y Daniel Luque. En tres tardes se anunció Morante, que es el más exquisito representante del toreo de Sevilla en estos fastos; en dos corridas Salvador Cortés, Antonio Nazaré, Padilla, Iván Fandiño, David Mora y El Fandi; y en una solamente todos los demás. Toreros sevillanos de segundo orden: Oliva Soto, Esaú Fernández; toreros promesa como Jiménez Fortes o Diego Silveti; veteranos de todos los colores y estilos, toreros de protocolo y, en fin, los llamados injustamente “mediáticos”.
En punto a ganaderías, la feria se divide como de costumbre en dos partes asimétricas: mayoría absoluta de encastes Tamarón-Domecq y minoría ajena a la sangre dominante: corridas del Conde de la Maza, Cuadri, Victorino y Miura. Hay un espectáculo impredecible colocado en día grande: Iván Fandiño y David Mora, mano a mano con la corrida de Victorino Martín el martes de farolillos o de Feria. Parece la revolución, pero sólo lo parece.
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