Tras haber tomado la alternativa el año pasado en San Cristóbal
José Miguel Parra, paso a paso abriéndose camino en esta dura profesión. Foto: Aníbal García Soteldo. |
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
Duro es el camino de quien comienza en esta profesión. Si difícil es llegar al grado de matador de toros, donde muchos son los llamados y pocos los elegidos, más aún lo és el transitar de un torero de recién alternativa, quien no cuenta con padrinos, sino solo su valor, arte y entrega.
Es el caso del espada venezolano José Miguel Parra, formado en tierras mexicanas, nacido en suelo emeritense pero radicado desde muy joven en Maracay, tierra que le despertó la ilusión de convertirse en matador de toros, hasta que lo logró el año pasado en el marco de la Feria de San Sebastián en San Cristóbal.
Han pasado poco más de 15 meses desde que Enrique Ponce ante el testimonio de “El Cid” le envistiera como matador, y hasta la fecha pocas han sido las opciones que ha tenido de estrenarse con el doctorado, logro alcanzado con una alta cuota de sacrificio, bajo la asesoría de “El Brillante”. Hasta mediado del año pasado duro su relación que había comenzado recién llegado a tierras aztecas, no culminando en muy buenos términos si se quiere, a tenor de las declaraciones que en su momento realizó su representante a distintos medios impresos, radiales y web.
Con todo esto, ha tocado que remar a contracorriente. Ignorado se puede decir que por las empresas de su propio patio, sobre todo de Mérida y Maracay, y se puede decir que sin apoderado alguno que abogue por él en los despachos, la ilusión ha estado intacta, para llegado el momento, desenfundar todo ese bagaje y dar un claro llamado de atención como esperemos tenga lugar este próximo 27 de abril en la población campechana de Dzitbalche, con motivo de las festividades de San Pedro.
El cartel de debut como matador en México de José Miguel será ante toros de San Salvador, para el español Óscar Sanz, en mano a mano donde no se tiene presencia azteca en el cartel.
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