martes, 10 de abril de 2012

FERIA DE PASCUA EN ARLES – MATINAL: Arrollador Diego Ventura

 Pura entrega, acierto pleno, presencia apasionando, público igual de apasionado y  entregados, dos buenos toros de Murube bien templados, cuatro orejas, apoteosis

BARQUERITO

DE VUELTA DE UN largo invierno en México, Diego Ventura abrió temporada en Francia a lo grande. Arrebatadora, avasalladora, contundentemente. Implacable. La misma pasión con el toro dócil –el segundo de la desigual corrida de Murube- que  con el toro que hubo que hacer, un quinto de severo cuajo, ancho y hondo, que habría sido, con sus dos puntas, un pavo bien hermoso.

El buen segundo saltó al callejón por la zona donde se instalan las cuadras de caballos y que, aplacado el mistral de la madrugada, marca querencia. Como en tantos murubes buenos, el salto fue augurio inmejorable. Toro templado, que a todo quiso suave y pronto; y Ventura, a sus anchas y en una exhibición de cuadra y de repertorio. Galopes pegados a estribo, rodeos y recortes a su antojo, precisión impecable en las entradas, ortodoxia en las reuniones, calma en entradas y salidas, piruetas ajustadísimas, galopes a dos pistas, ni un solo caballazo. El tiempo justo,  transiciones tan rápidas como las de «Frégoli», un caballo, dos, tres, cuatro y cinco,  pero sobre los cinco la misma facilidad, idéntico enfoque y a la hora de matar una  puntería insuperable.

Estaba casi lleno el anfiteatro, radiante mañana, se agotaron los sombreros de paja, bramó la gente, llegó a corearse el “¡Diego, Diego…!” en una grada de venturistas catalanes –“¡…que hemos venido de Barcelona solo para verte…!”, gritó uno- y la  bandita de la Peña Chicuelo se esmeró en un concierto popurrí que empezó con los  aires clásicos, majestuosos del Cielo Andaluz de Marquina, pasó por el Nerva sin solo de trompera y terminó en Calatayud. A dos manos clavó Ventura un par, se descolgó, se soltó de manos y arreó a palmadas a uno de sus caballos nuevos, un tordo panzudo que ha aprendido a hacer de todo.

Lo que pasó después de esa apoteosis contó poco o para mal. Terciado y flojito, el tercero de Murube se desinfló a las dos carreras, se echó dos veces y Leonardo, ligero y raudo en las suertes fundamentales, se empeñó en torear en corto y encima: a cabezazos con el toro. Bohórquez, frío con un primero venido abajo al sangrar, hizo  alardes de monta –corvetas en que `parecía dispuesto a salir volando como un divino centauro-, no se complicó la vida y, sin embargo, vivió el infortunio de que el cuarto de corrida se partiera una pata trasera por el corvejón y renqueara.

No hay nada que más duela a un público francés que un toro renco. Pidieron la  muerte inmediata. Bohórquez marrón con el descabello porque el toro se tapaba en defensa. Tanto como la cojera irrita al público francés que sea no acertar con el descabello, la bronca fue gruesa y, aunque enseguida se pasó, Bohórquez debió decirse el “si lo sé, no vengo”. Por el lesionado Andy Cartagena vino. A cumplir con el ingrato papel de “uno por delante” que impone Ventura.

El quinto toro manseó de salida y hasta desarmó a Ventura en el primer ataque con el rejón de castigo. Con la bandera toreó Diego por abajo en la salida de la primera clavada. Mano de santo para el toro, que quiso luego ya a todo. Para todo Ventura de nuevo, sin repetir más caballo que el tordo panzudo de cola trenzada que tantas maravillas había hecho antes. A pitón contrario un par extraordinario, piruetas atrevidísimas, cortas, largas, cuarteos, rodeos. De todo. Media ferretería llevaba  encima el toro cuando Diego tuvo el singular acierto de posarle en el flequillo su  sombrero de ala ancha, y se quedó el sombrero en el sitio como si se lo hubiera  calzado el toro mismo. Como un señor que pasea por la plaza de su pueblo. Otro rejón mortal y único. El delirio.

Generoso premio para Leonardo con el sexto, que fue el garbanzo negro de la corrida de Murube. Arterito y cobardón, alcanzó montura dos o tres veces: cabezazos, se defendía. Toreo veloz, como de urgencia. Acababan de sacar de una grada con insolación y desmayo a un aficionado de unos noventa años. ¡Qué afición al caballo! En la Camarga. Final agobiante de Leonardo: codazos de teléfono, rodeos  descolgados, toro atado de pies y manos. Una estocada.

FICHA DEL FESTEJO
Lunes, 9 de abril de 2012. Lunes de Pascua. Arles. Francia. 6ª de la feria de Pascua.  Casi lleno. Primaveral.
Seis toros despuntados para rejones de Murube. Terciados los cuatro primeros; cuajados los dos últimos. El segundo, que saltó al callejón, tuvo son excelente; el  quinto, que se aculó de salida en querencia, rompió a bueno y a más. Se partió una  mano el cuarto; se paró el primero, flojeó el tercero y manseó el sexto.
Fermín Bohórquez, que sustituyó a Andy Cartagena, silencio y pitos. Diego Ventura, dos orejas y dos orejas. Paseado a hombros. Leonardo Hernández, saludos y una oreja.

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