La
décima corrida de la Feria de Sevilla no fue brillante y se saldó con una
vuelta para El Fandi en el sexto, mientras que El Cid perdía un trofeo por la
espada. La corrida de Torrehandilla, floja.
CARLOS
CRIVELL
Cartel de domingo, público festivo y una
corrida plana y monótona con pocos detalles
para el recuerdo. Y se pudieron cortar dos orejas que no hubieran
añadido ni un gramo de gloria a la tarde. El Cid la tenía en sus manos y se la
quitó la espada. El Fandi encontró un
aliado inesperado en la banda de música, tan rácana el sábado y tan generosa
ayer, y bien pudo llevarse un trofeo. La sensatez volvió a la plaza y los pañuelos
se quedaron en los bolsillos.
El encierro de dos hierros fue poca cosa de
presentación y de juego. El conjunto anduvo en los mínimos de todo. El ofensivo
y cinqueño sexto se tapó por los cuernos. Fue un lote de pocas fuerzas, soso y
noble, es decir, una corrida moderna que sirve para cualquier plaza menos para
una como Sevilla, donde se pide algo más al toro de lidia. Los mismos trasteos
de la terna son premiados por otras plazas. Sevilla exige más toreo para cortar
trofeos, incluso en jornadas de público festivo que llega para pasar el domingo
en la capital y a ver poner banderillas.
Se supone que era una corrida pare ver
muchos pares de banderillas. Al final, menos de lo esperado. Rivera se abstuvo en el cuarto después
de ponerlas con aseo y sencillez en el
que abrió plaza. El Fandi fue fiel a su estilo, siempre poderoso, y clavó algunos
buenos y otros a toro pasado. Lo mejor de los tercios fue escuchar a la banda,
que toca muy bien aunque su director tenga los papeles perdidos.
El festejo se animó en los dos toros
finales. Antes, fue un suplicio para el aficionado. Se juntaron toros tullidos
y sosos con toreros cumplidores sin aparente ánimo de animar a la concurrencia.
Si se le añade una lentitud desesperante sin que pasara nada, resulta que los
primeros cuatro de la suelta apuraron una hora y tres cuartos. Demasiado para
tan poco toro y una tarde de domingo.
Fue tan poca cosa el espectáculo que se
hurtó, una vez más, el tercio de varas sin que nadie en la plaza levantara una
voz para exigir una lidia completa. La realidad es que los Torreherberos y Torrehandilla
no tenían fondo para soportar los tres tercios, con especial mención para el de
varas, que a este paso va camino de pasar a la historia.
Decíamos que se animó algo la tarde en los
toros quinto y sexto. El primero de ellos, bien picado por Juan Bernal, permitió una faena de Manuel Jesús «El Cid»
correcta por la derecha y de pocos pases por la izquierda. Algunas tandas con
la mano diestra tuvieron ligazón. El
torero de Salteras se atemperó y remató con muy buenos pases de pecho. Fue una
faena que destacó después de unas cuantas anteriores sin relieve. Podía haber
cortado la oreja pero un pinchazo se la llevó a la tierra donde habitan las orejas
no cortadas, que en algún lugar deben andar las orejas que se lleva la espada.
El cinqueño sexto se tapaba por su
arboladura. El Fandi dejó que Juan
de Dios Quinta lo picara, algo que es noticia. El Fandi comenzó con tres
doblones muy buenos que le permitieron saber que el animal era noble. La
primera tanda diestra fue vista y no vista por la velocidad. La segunda fue
mejor. La banda atacó el pasodoble por su cuenta y riesgo. El Fandi dibujó algunos
naturales sueltos de buen corte entre otros en los que se agarró al costillar.
Cuando cambió la espada el toro se echó sobre el albero. La espada cayó baja y
la petición fue mínima.
En este festejo dominical no hay muchas
cosas de relieve que comentar. Rivera Ordóñez, ahora Paquirri en los carteles,
se mostró fácil y templado con el primero. Sin molestarse el uno al otro, Francisco dibujó muletazos limpios sin
gran emoción. El cuarto sufrió el
espanto de los malos puyazos de Diego
Peña y llegó punteando los engaños. Toro molesto al que pasaportó pronto después
de haberse derrumbado en alguna ocasión.
El Cid no le cogió el sitio ni la distancia al segundo, un toro que desparramó
la vista y se mostró gazapón. No hay nada más incómodo que un toro que anda y
mira. El Cid le dio pases de
factura variada. Nunca se vino arriba el trasteo. El Fandi mató al tercero,
toro parado, reservón y deslucido. Salió el cuarto, ya se sabe de mal estilo, y
todo el plomo de la tarde era propio de un tostón soberano. Con el quinto y el
sexto la masa disfrutó algo, poco en
verdad, pero a la salida los cuerpos estaban destrozados de dos horas y media
sentados en el duro ladrillo. Dos horas y media pueden ser un cielo fugaz, la
corrida del viernes pasado, o una dura losa capaz de acabar con cualquiera. ¿De
quién fue la culpa de este espectáculo tan lineal y tan pesado? De Fuenteovejuna,
señor. Es decir, que todos pusieron su granito de arena. Dos horas y media sin
nada de que gozar no se sostienen.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de la Maestranza. Domingo, 22 de abril
de 2012. Décima de feria. Tres cuartos
de entrada. Toros de Torrehandilla
y Torreherberos, y un sobrero de Montealto lidiado en segundo lugar. Saludó
Alcalareño.
Rivera
Ordóñez, de azul marino y oro. Estocada desprendida
(saludos). En el cuarto, media estocada
y descabello (silencio).
El
Cid, de azul pavo y oro. Estocada baja (silencio). En el quinto, pinchazo y
estocada pasada (saludos).
El Fandi,
de corinto y oro. Estocada (saludos). En el sexto, estocada (petición y vuelta).
HABLAN LOS PROTAGONISTAS: Paquirri, El Cid y El Fandi muestran sus sensaciones tras actuar
en la Maestranza
El Fandi, tras lidiar al sexto toro, comentó a los
micrófonos de Canal Plus Toros: "Ha
sido importante, aunque nunca haya roto para adelante. Tenía buen
inicio, transmisión, lo hemos cuidado y
se ha movido pero le costaba irse. Mi disposición y ganas han quedado patentes en ambos toros. La
vuelta hay que darla y en este marco hay
que aprovechar esos momentos".
El Cid, tras rozar la oreja ante el quinto, comentaba: "Ha habido momentos importantes por el pitón derecho. El toro con
su distancia embestía bien aunque luego
empezó a recortar pero ha sido bueno. Lástima de pinchazo porque habría cortado la oreja". Ahondando
sobre el comportamiento del ejemplar, decía: "A partir del tercero empezaba a quedarse más cortito y
le faltaba ímpetu, y siempre es a partir
de ese tercer pase cuando la gente entra en la faena".
De su primero, dijo: "Se quedaba siempre en modo
caza y captura. Embestía a media altura,
por el izquierdo, de uno en uno, se lo tragaba pero cuando hacía hilo venía derecho. Le ha faltado raza y clase para
querer tirar para adelante. Con este era
imposible. No te sirve ni para pegarte el arrimón. Hay toros agradecidos
pero este ha tenido más genio que
bravura".
Paquirri, a la muerte del que abrió plaza, señaló: "Tengo
muchas ganas de disfrutar cada muletazo,
estoy muy a gusto y ha habido cosas buenas. Este ha embestido poquito, unas veces con más largura que otras
pero dando cabezazos. Le ha faltado más
transmisión, ha dicho muy poco, pero por lo menos he estado a gusto".
Del cuarto decía: "Parecía medio morucho,
dando cabezados desde que salió, muy
agarrado al piso, parado, sin ninguna clase y sin ganas de coger la
muleta. Seguir ahí era para nada… Siento
una desilusión tremenda".
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