En los últimos años, los “patas blancas” habían sido dejados para corridas de rejones, a pesar de su gran leyenda forjada por sus triunfos a mediados de siglo pasado. |
Los ganaderos mantienen sólo cuatro camadas de machos
RUBÉN ARÉVALO – burladero.com
La ganadería de Sánchez-Cobaleda, emblemática del encaste Vega-Villar, ha eliminado todo el ganado de su finca de Castillejo de Huebra (Muñoz, Salamanca) después de solicitar el vacío sanitario. Los ganaderos, José Manuel García y Pilar Majeroni, que dirigían la vacada, se han visto obligados a tomar la decisión debido a una situación administrativa “imposible”, en el que las bajas veterinarias hacía imposible la subsistencia de la vacada.
“La cantidad de vacas que teníamos que sacrificar cada año es tal que no se podía seguir así”, explica Majeroni, para la que la pérdida va unida a una carga emotiva “después de cuatro generaciones criando los patas blancas”. Así, tan sólo quedan cuatro camadas de machos con el hierro de Sánchez-Cobaleda en sus fincas extremeñas.
Tampoco se ha salvado el ganado de Terrubias (encaste Santa Coloma), ni gran parte del de José Manuel Sánchez (Murube y El Sierro), por lo que la familia seguirá dedicándose a la crianza del ganado bravo con la vacada de Castillejo de Huebra (Murube).
100 años de un encaste único
La ganadería de Sánchez-Cobaleda nació de la vacada formada por José Vega en 1910 con vacas de Veragua y sementales de Santa Coloma, pasó en 1914 a los hermanos Villar. En 1928 Francisco Villar vendió su parte a don Arturo Sánchez Cobaleda y a su muerte, en 1942, pasó a sus hijos, dividiéndose en 1950 y correspondiendo uno de los lotes con el hierro y divisa originales a don Manuel Sánchez Cobaleda. A su muerte, en 1985, pasa la ganadería a los actuales propietarios. El 8 de junio de 1924 lidió por primera vez en Las Ventas, según la Unión de Criadores de Toros de Lidia.
En 2010, el año del centenario de la creación del encaste, los toros de Sánchez-Cobaleda saltaron en un total de 6 plazas de toros: Ávila, Tordesillas, Ciempozuelos o Roa de Duero, entre otras. La mayoría para festejos de rejones, el reducto al que habían sido destinados unos toros clásicos del Campo Charro, característicos por sus capas, donde predominaban los berrendos y los animales calceteros, de ahí la denominación ‘patas blancas’.
Los toros de Vega-Villar alcanzaron su esplendor a mitad de siglo, cuando eran codiciados por las figuras de entonces. Las Ventas fue la gran plaza de estos animales, aunque también cosecharon numerosos éxitos en Bilbao y durante las últimas décadas en Dax. “En Bilbao lidiamos 25 años consecutivos”, rememora Pilar Majeroni, preocupada por el futuro incierto que se cierne sobre los otros ganaderos del encaste.
UN FUTURO INCIERTO PARA EL ENCASTE
“Arturo Cobaleda tenía buen cartel en Francia, pero no puede lidiar por los problemas con la Unión Europea y Paco Galache también lo pasa mal. Justo Nieto... Victorino con Monteviejo tampoco lo tiene fácil, no es un encaste que permita los cruces. Es un gran problema”, afirma la ganadera, consciente de que está en peligro uno de los toros más bellos del campo bravo.
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