sábado, 8 de octubre de 2011

FERIA DEL PILAR EN ZARAGOZA 2011 – NOVILLADA DE ABONO: Gesto torero de Javier Jiménez

Herido de gravedad por el segundo novillo, resiste sin queja en la plaza y corta una oreja valiosa. *** Interesante presentación en Zaragoza del gaditano David Galván.
BARQUERITO

Abrió el abono del Pilar un novillo cuajado, embastecido, de muchas carnes. De nombre, «Farruco». No lo fue. De salida, un gateíto filisteo o engañoso. Probón, sin emplearse, embestidas de remolque. No se empleó. Bruscos muletazos de Damián Castaño y topetazos de respuesta. Cuatro pinchazos. Se le quedó la boca seca a la gente.

El segundo, burraco de trote vivo, fue otra cosa. Tampoco el toro de la feria, pero quiso en el caballo, se dejó hacer en un quite ligerito de David Galván por chicuelinas, sacó aire en banderillas y se vino de largo y en largos viajes sin remoloneos. En línea se lo trajo y llevó Javier Jiménez, novillero sevillano, de Espartinas. Bien encajado, y colocado en el sitio preciso. Firmeza. Cierto aire de torero rural o campero. Y entereza, porque, sin que se percatara nadie y sin un solo gesto de más, aguantó en seco el castigo de una cornada en la pantorrilla en un regate del toro. La sangre manaba generosa por la media derecha. Desde los machos hasta el tobillo y le debía estar cuajando en la plantilla. Una estocada soltando el engaño. Una oreja. La única de la tarde.

Ya no salió Javier Jiménez de la enfermería. La cosa siguió su curso, Se cambiaron los turnos de quinto y sexto, los dos novillos de Javier Molina que completaban corrida y fueron, por cierto, los dos más serios. Además del cuarto, Castaño mató el sexto. Galván, tercero y quinto.

De los tres de terna, Galván era el que traía más ambiente. Era nuevo en Zaragoza, se lleva tiempo hablando de él, iba muy bien vestido de torero –tabaco y oro, y bastante oro- y, luego, planta entre severa y grácil. De torero que lo parece y no se sabe si llegará a serlo. De San Fernando, Cádiz. Romo el primer novillo que mató en Zaragoza: lo lanceó a suerte descargada pero con buen dibujo, e irregular firmeza; quitó aparatosamente por tafalleras, caleserinas y remató con larga de escupir al toro y no vaciarlo. Sirvió ese novillo del debut, que acusó un entierro de pitones. Desigual la faena: un tanteo bonito, detalles de buena muñeca y buenos brazos en muletazos por los dos pitones, pero no una tanda ligada ni redonda; péndulos, raros cites en diagonal, un final entre pitones asfixiante pero con oficio; una sencilla manera de respirar. Suficiente. Y una estocada horrenda en el mismo chaleco.

Castaño descargó en exceso la lidia del cuarto en manos de uno de sus banderilleros: Adalid. Capotazos y capotazos. De los de amarrar las intenciones del toro, que tuvo su fondito bueno. Muy desigual una faena porfiona, sufrida sin razón. La guinda espléndida de dos naturales ligados a cámara lenta, carísimos; intentos serios de toreo de mano baja y ajuste; y el pero de forzar demasiado a un toro que pedía suavidad como la piden los toros. Por señas. Un final facilito de circulares cambiados. Dos pinchazos, una entera en los bajos.

El quinto lucía lustroso. Con plaza, serio, bien hecho. Galván se escondió con el capote. Le bajó las manos al toro pero no se estiró con él. Renunció  al quite tras un duro puyazo. Le hubiera templado más al toro un tercer picotazo. Crudo de partida el novillo, que iba a terminar por aplomarse pero no sin haber peleado con son. De todo un poco en una faena donde alternaron los disparos de fogueo –tironcitos y, por fuera, muletazos pensados antes de tiempo- con el fuego verdadero: el encaje en los péndulos, la sangre fría, la composición de figura, una especie de facilidad natural, soltura, buen sentido. Y una estocada. No hubo pasión.

Cuando la cosa pesaba, saltó el toro de la jota, que es último de tarde y recuerda al viajero que, si la música es de Borobio y de salida, está en Zaragoza. Tres largas cambiadas de rodillas y tres largas de Damián Castaño. Nunca se le habían rendido honores tan heterodoxos a la jota de los toros. Estaba arrancado Castaño. El gitanito Ángel Utrera puso un par de banderillas precioso y, luego, vino una faena de mucha pelea, de engaño pequeño pero que desplazaba demasiado al toro o le cortaba viaje en seco. Al salir de la cara de toro, se veía al novillero de Cistierna con gesto de fatiga. El novillo acusaba la esgrima del combate también. Ni para uno ni para otro. Una estocada.

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Una tarde de verano. Se anuncian cierzos para mañana mismo. O sea, clima zaragozano.

FICHA DEL FESTEJO
Cuatro novillos de Los Azores (Rafael Azor, antes María José Barral) y dos -5º y 6º- de Javier Molina que completaban corrida y tuvieron más cuajo que los titulares. Esos dos fueron, además, de fondo bravo. Manejables los de Los Azores –bondadosos segundo y tercero; de pobre conducta el primero.
Damián Castaño, de bermellón y oro, silencio, silencio tras un aviso y palmas. Javier Jiménez, de cobalto y oro, una oreja. Herido por el segundo, fue atendido de cornada  grave de dos trayectorias en la pantorrilla derecha. David Galván, de tabaco y oro, saludos tras un aviso en los dos.
Un par de gran torería de Ángel Utrera al sexto.
Jueves, 6 de octubre de 2011. Zaragoza. 1ª de la feria del PIlar. Novillada con picadores. 2.000 espectadores. Cerrado el toldo de la cubierta. Veraniego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario