Bellas improvisaciones del torero de Aragón con el capote. Seguro dominio del torero leonés con dos nobles toros apagados. Entrega segura de Iván García con el peor lote.
BARQUERITO
Fotos: Javier Arroyo
HONDÍSIMO EL PRIMER TORO DE CUADRI, que tardó en asomar un buen rato y, cuando asomó, llenó la plaza con su mero aliento. 571 kilos. Le habrían cabido a gusto cien más. Ese colgajo inmenso en proa y quilla tan del toro de Cuadri; el cuello grecorromano, las palas cenicientas, buidos pitones. Javier Castaño lo lanceó con limpieza y asiento, y trató de lucirlo. Estaba por el toro el ambiente y Castaño lo puso de largo para dos varas. En la segunda ni se empleó ni dejó de emplearse el toro, que claudicó al salir. Paulita firmó un somero y lindo quite: dos verónicas y revolera.
El tercio de banderillas fue un despropósito: lidia a la defensiva, rehiletes como dardos de taberna. Castaño brindó por el Plus al gran Padilla, querido por todos. Tardo, noble, fijo, este primer cuadri iba a ser el más propicio de corrida. Con su freno de mano a punto. Lo propio del toro tardo. Pero descolgó, metió la cara. Bien manejado por Castaño. Distancias hasta aparatosas, pulso para acoplar embestidas rebrincadas, muletazos enroscados. Frescura de toreo campero, que es uno de los encantos de Castaño. Firmeza, cites a la voz, golpes por fuera con la mano izquierda, porque el toro entero no cabía. Tuvo fuerza y son la faena. Tres pinchazos y una entera a paso de banderillas. A eso se le llama no verle a un toro la muerte.
Frío y distraído de salida el segundo. No galopó ninguno de los seis toros. Y éste, de andares boyancones, menos que los demás. Pero Paulita salió lanzado y, las bambas al hocico mismo, supo arrancar al toro de su raíz y su desgana: brega atinada, seis lances por delante preciosos y, en los medios ya, la revolera de remate. No pudo sustraerse a tanto hechizo el toro, que tuvo la misma guasa al frenarse que al atacar o al revolverse. Tarde rica de Paulita con el capote. No sólo el quite en el primero o esos capotazos tan mandones después. Es que, luego de una primera vara en que el toro estuvo a punto de mandar al callejón al caballo con su jinete, Paulita dibujó tres lances rasgados, de riñones metidos, compás apenas abierto y largo juego de brazos. Emoción mayor. Y después de la segunda vara, todavía salió Paulita a quitar por chicuelinas –dos- y revolera. Difícil el toro, que esperó en banderillas e hizo hilo. Fue el más fiero de los seis.
Paulita brindó a Padilla. Los viajes del toro fueron relámpagos. Toro celoso, pero de medias embestidas. No quería darse, pero el instinto de resistencia obligaba. Estupendo el trabajo de Paulita. Sin red, sin trampa, consentidor. Tandas breves: dos y el obligado de pecho. Torería natural en la postura, en los desplantes, en tomas y salidas. Temple para aquilatar viajes a veces turbulentos. Claro toreo con la izquierda. Aguante cuando se revolvió el toro por la derecha. Pero… Pero la espada cantó desafinada: un pinchazo, un bajonazo pulmonar, otro pinchazo, la estocada a deshora.
Luego, pinchó la corrida de los Cuadri más de lo previsto o pensado. El tercero, que se estiró de partida, salió desinflado del primer puyazo y llegó a derrumbarse a principio de faena, y eso que Iván García le dio suavecísimo trato; y, luego, se aplomó sin gas alguno. El cuarto, larguísima locomotora de 650 kilos, monumento vivo de la estampa vieja de Gamero-Cívico, cobró tres varas por deseo de Javier Castaño –cómplice de la sangría, el torismo electrostático de La Misericordia- y salió de la tercera batido en duelo.
Banderillas espectaculares de Adalid –apellido ganadero- y pocas ganas de pelea cuando Castaño pretendió llamarlo a capítulo. Despacioso, descarado, valiente el torero de Cistierna. Música: un pasodoble con solo de clarinete ¡qué maravilla de oír! A toro parado, pura plomada inerte, Castaño se encajó entre pitones tan fresco. Cuatro pinchazos, un descabello.
A toro crudo, un quinto cuajadísimo, tan hondo como el que más, Paulita dibujó seis o siete lances raudos pero de verdadero pellizco. Se puso la gente caliente. Bravo el toro, pero se rompió en dos puyazos de verdadero desgaste. El quite más breve de la feria: una larga de Paulita entre vara y vara. El toro esperó en banderillas, estaba molido, no se empleó luego sino en perezosísimos viajes. Paulita le brindó el toro a Miguel Cuadrado, novillero del país, que está anunciado en Zaragoza el domingo que viene. No era toro de brindis, pues, ajeno al estilo turbulento propio de los bravo de Cuadri, fue mortecino marmolillo. Arriesgo firme Paulita. Se dejó ver. La espada sin filo: tres pinchazos y una estocada sin puntilla.
Colorado –los restos de Urcola en la ganadería de los Cuadri-, el sexto, mole bestial de 660 kilos, fue el toro de peor nota. Repuchado en varas, distraído, desganado, revoltoso solo para sacudirse de engaños, parado o al paso de ganso. Sereno y valiente Iván García, que torea muy poco pero dio la impresión de estar toreando todos los días. No se aburrió el rubio torero de Móstoles. Pero no había bola que rascar. Un pinchazo, una entera trasera. Fiesta torista discreta.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Hijos de Celestino Cuadri. Corrida honda, de serísimo remate y en el tipo de la ganadería. Un sexto destartalado desdijo. Fue corrida de muy desiguales condición y fortuna. De bravo fondo primero y quinto. Aplomado el tercero. Encastado y vivo el segundo. Demasiado castigado en varas el cuarto. Manso deslucido el sexto.
Javier Castaño, de blanco y oro, silencio y saludos. Luis Antonio Gaspar “Paulita”, de grana y oro, ovación y saludos tras un aviso. Iván García, de púrpura y oro, palmas en los dos.
Sábado, 15 de octubre de 2011. Zaragoza. 10ª de feria. Casi media plaza. Estival. Plegado el parasol de lonas.
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