Única premiación otorgada en la feria con total inhibición de la CTM
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
Sin duda alguna que la fiesta de los toros en Venezuela, a razón de pasar los días, meses y años, va de mal a peor. Sí lo visto en Valencia fue un retrato de lo que les hablo, donde lo que fue una de las más grandes citas taurinas del calendario taurino, este año ha pasado con más pena que gloria, desde todo el punto de vista, ganadero y empresarial, sin dejar a un lado el artístico, donde tras puntuales excepciones tales como Leonardo Benítez, Diego Silveti, Manuel Escribano y Manolo Muñoz, lo restante fue de un nivel mediocre, con tendencia a la baja…
Benítez ha llegado a Valencia, vio, venció y convenció, y por ello sigue siendo, con toda la veteranía que le adorna. Se labro dos faenas distintas, la primera a un toro noble que cuajó por la mano diestra, con la autoridad que impone el conocimiento de terrenos y querencias. La segunda, venciendo las embestidas dulces pero ayunas de fuerza, colocando la emoción que otro torero no hubiese adereza a tal labor, más importante que la anterior, ante el cónclave de presentes.
Escribano y Silveti se encargaron de sacar del sopor la mansurrona y descastada corrida de La Cruz de Hierro, una de las decepciones de la feria. Escribano un portento de facultades le sacó partido a dos ejemplares del que extrajo muletazos de merito en especial por lo remolonas, llevando la emoción al paroxismo con sus tercio de banderillas, todo entrega… Por su lado Silveti, una de las mayores de las esperanzas del toreo mexicano en la actualidad, supo dejar impronta de que en él, tal y como le llevan, tan cuidado a nivel de toros y toreros que comparten como él, hay un torero de época en ciernes. Sus trincheras, sus largos muletazos y en especial su asombroso parecido a su padre, de joven, le avalan para verle en una nueva oportunidad, con mejor y más apto genero bovino.
Me sorprendieron las maneras con las que se desenvolvió el toricantano Manolo Muñoz, hijo del recordado banderillero y actual puntillero Enrique Muñoz. Vale la pena que un diamante en bruto como este jovencito se le cuida, se le briden las oportunidades que actualmente se le vé lejos se le ofrezca en nuestro país, y en especial depure una técnica que de ser así le encumbraría en la cresta de la ola taurina nacional, escasa n cuanto a espadas de interés de cara al aficionado.
Crespones negros para La Cruz de Hierro, en una tarde de preocupante balance, así como a un palco presidencial acéfalo y dispar de criterio, que no sorprendiera, que en ocasiones puntuales –la oreja de rejones inventada por Ángel Stopello es toda una vergüenza para esta plaza- se acordara de ejemplos fidedignos y “canceres” vigentes de cómo esta de generalizada tal pandemia, como es el caso especifico de CTM de Mérida, Tovar, Maracaibo, Maracay y pare de contar… lo que llama a la reflexión no tanto por el bien y seriedad de la fiesta, sino ya por su misma supervivencia en momentos de capa caída.
BENÍTEZ TRIUNFADOR DE LA FERIA DE VALENCIA PARA EL CADB
Considerada la única premiación oficial de la Feria de Valencia 2011, en honor a la Virgen del Socorro, el Circulo Amigos de la Dinastía Bienvenida, Capitulo Valencia fue el único ente que consideró premiar lo que ha sido la presente versión. Lejos ha quedado el formalismo que esta feria dada a sus destacados, donde el Rosario de Oro de esta cita era codiciado por nacionales y extranjeros.
Vista la cosa, el premio a la Mejor Estocada, que lleva el epónimo de Pepe Bienvenida, se le entregó al sevillano César Vargas Girón, a la ejecutada al toro «Enfadado» Nº 227 de 480 kilos, aún cuando para mi concepto, mucho más pura en la ejecución fue la interpretada al toro «Buboso» Nº 592 de 440 kilos, por Leonardo Benítez. La Fabula Taurina a la Mejor Faena se la llevó por su parte Benítez, por el conjunto de su actuación, en especial por la faena realizada a «Jactancioso» Nº 81 de 458 kilos. Y la Mejor Ganadería para el circulo bienvenidista que preside el Dr. Enrique Barrios Barrios, fue para San José de Bolívar por el juego de sus toros la tarde de este pasado domingo.
Así nos vamos de Valencia, con el sabor agridulce de ver como la mano del hombre y en este caso de los propios taurinos, crea, dan grandeza, destruyen y finalmente llevan a los demonios lo que con tanto esfuerzo y años lleva levantarse. Allí queda la lección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario