Espectacular vista de la Plaza de Toros México, escenario de gran parte de la historia del toreo en tierras aztecas, hoy cumpliendo 65 años de su inauguración. Foto: EFE |
CIUDAD DE MÉXICO.- Desde la primera oreja que cortó Manolete en la corrida inaugural hasta el último rabo logrado el pasado domingo por "El Juli", La México, la mayor plaza de toros del mundo, cumple este sábado 65 años como epicentro taurino de América y punto de encuentro de toreros de ambas orillas del Atlántico.
Cargada de historia, la plaza levantada en Ciudad de México en un tiempo récord de 180 días gracias al esfuerzo de 10.000 trabajadores celebrará este sábado sus primeros 65 años de vida con una corrida extraordinaria en la que participarán el español Enrique Ponce, el francés Sebastián Castella y los mexicanos Zotoluco y El Zapata.
El veterano cronista taurino Guillermo Salas, que acude a la Monumental Plaza de Toros México desde el día de su inauguración, recordó hoy a Efe que los toreros españoles más queridos por sus triunfos han sido "Manolete", Paco Camino, "El Cordobés", "El Niño de la Capea", Enrique Ponce y "El Juli".
"También aquí -añadió- surgieron grandes figuras mexicanas como Armillita, Lorenzo Garza, Silverio Pérez, 'El Soldado', Carlos Arruza, Manolo Martínez, Capetillo, Curro Rivera o Eloy Cavazos".
El recinto ubicado cerca de una de las avenidas más largas de América, la de Insurgentes, ha sido testigo de tardes de gloria y también ha vivido momentos trágicos, como las cornadas que costaron la vida al torero José Rodríguez "Joselillo" (1947), al rejoneador Eduardo Funtanet (1997) y al monosabio Rafael Domínguez (1989).
También ha acogido grandes conciertos, combates de boxeo y lucha libre, representaciones teatrales, exhibiciones acrobáticas de motos y mítines políticos que han llenado sus imponentes y cómodas gradas.
Aunque la cifras oficiales hablan de una capacidad total de 41.262 espectadores, añaden que en caso de lleno completo caben "de 45.000 a 48.000", lo que sólo se logra en las grandes tardes.
La sensación de torear ante tanto público es "única", reconoció a Efe el matador mexicano Arturo Saldívar, para quien se trata de una plaza "muy agradecida" que impacta mucho a los toreros "desde que salen por el túnel que da acceso al ruedo", y es muy especial, "más que por el tamaño, por su gente y por cómo resuenan los olés".
Aunque el honor de cortar la primera oreja fue para "Manolete" y el primer rabo lo obtuvo el mexicano Silverio Pérez, la primera vuelta al ruedo la dio dos días antes el arzobispo de México tras bendecir las instalaciones y pronunciar la célebre frase: "Y que conste que di la vuelta al ruedo antes que "Manolete".
El torero mexicano Manolo Martínez, con más de noventa tardes, ha sido el matador con más actuaciones, mientras que Enrique Ponce, que se acerca al medio centenar, es hasta el momento el extranjero con más paseíllos en su haber.
Martínez también posee el récord de rabos logrados, con una decena, aunque sólo el mexicano Lorenzo Garza y el portugués Manolo Dos Santos fueron capaces en seis décadas y media de cortar dos rabos en una sola tarde.
Entre las muchas alternativas que ha acogido, los aficionados más veteranos recuerdan la de Amado Ramírez 'El Loco', quien en 1955 fue incapaz de matar a ninguno de sus tres toros, o la más reciente de Hilda Tenorio, que en 2010 se convirtió en la primera mujer en ser doctorada y en cortar una oreja en el plaza.
La emblemática plaza de la capital mexicana, que sustituía a la vieja de "El Toreo", fue posible gracias al empresario Neguib Simón y se inauguró en tiempos del presidente Manuel Ávila Camacho con un cartel integrado por Luis Castro "El Soldado", "Manolete" y Luis Procuna con toros de San Mateo.
Entre las reses que han pasado a la posteridad destaca "Pajarito", que en 2006, haciendo honor a su nombre, "voló" hasta los tendidos e hirió a siete personas, como recuerda una placa en el callejón.
Con un ruedo de 43 metros de diámetro situado a veinte metros bajo el nivel de la calle, La México cuenta entre sus curiosidades con un túnel que la conecta directamente con el césped de un campo de fútbol de primera división, el Estadio Azul, ya que el proyecto inicial contemplaba construir una ciudad deportiva en la zona.
Los aficionados extranjeros se sorprenden con tradiciones como la de que los diestros puedan "regalar" a la afición un toro que torean al final del festejo, o que las vueltas al ruedo se den en sentido inverso al acostumbrado en otros países, mientras un ejército de vendedores ambulantes ofrecen desde pozole (versión mexicana del cocido) hasta lo más granado del "fast food". EFE
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