JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
Con dos certezas y una incertidumbre, agota el
2019 y afronta el 2020 la afición colombiana. Ciertas, las ferias de: Cali y
Manizales. La una que tradicionalmente cierra el año taurino irá del 25 al 31
de diciembre y la otra que lo abre del 5 al 11 de enero. Nueve corridas de
toros, dos novilladas y dos festivales entre ambas. Nada más.
Lo azaroso, Bogotá, que debió reducir su anterior
temporada solo a tres festejos en febrero y hoy no tiene seguro ninguno.
De realizarse, lo haría estrenando alcaldesa antitaurina.
Lo de alcaldesa es novedad lo de antitaurina, vicio. Será el cuarto período de
mandatarios intolerantes a las corridas en la histórica Santamaría, a tan mala
hora cedida por su constructor y propietario, don Ignacio, a la tutela de
políticos.
Cuatro reinados, declaradamente hostiles: antes,
Antanas Mokus, luego Gustavo Petro, Enrique Peñalosa y ahora la electa Claudia
López han estrellado su furor prohibicionista contra el muro de la ley (916 del
2004) y la salvaguarda de la Corte constitucional.
Pero a despecho de la legitimidad, no se ha
escatimado saña ni boicot. Todo ha valido en la dura travesía, desde
satanización, confiscación de botas, prohibición a menores, negación de
contratos, papeleos, leguleyadas, intimidaciones, movilización de turbas,
cercos, incluso una exculpación radial automática, sin mediar investigación, a
la intención antitaurina del atentado terrorista en las inmediaciones de la
plaza un día de corrida.
Por todo esto y más han pasado en estos años duros
los aficionados de la “Atenas suramericana” sin rendirse. Tampoco lo ha hecho
Juan Bernardo Caicedo, el empresario. “Si nos dejan la damos”, dice.
Refiriéndose al exiguo plazo para la organización (apenas el 18 de diciembre le
asignarían la plaza) y a la excesiva tributación (36% del costo de cada
entrada).
Sí, ahí está la cosa, en “si nos dejan”, como
cantaba el inolvidable José Alfredo. Querer y derecho no bastan cuando la
política choca con la libertad.
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