Una
señora del ayuntamiento de Valencia, Gloria Tello se llama, una vez acomodada
en el machito aplica el sectarismo radical y los métodos más dictatoriales que
están al alcance de su mentalidad, los de censurar, prohibir, discriminar,
gobernar para su coleto, que se jorobe el resto, es mi gusto… y llegado el
momento se da el gustazo
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción
APLAUSOS
La semana tuvo su punto de amargura. No debe
extrañar ya, va con la condición de aficionado. Esta vez ha salido del
ayuntamiento de Valencia, así que tampoco debe extrañar. En nombre de la
democracia, quiero decir que por esa vía ocupa el cargo que ocupa o eso creo,
una señora que una vez acomodada en el machito aplica el sectarismo radical y
los métodos más dictatoriales que están al alcance de su mentalidad, los de
censurar, prohibir, discriminar, gobernar para su coleto, que se jorobe el
resto, es mi gusto… y llegado el momento se da el gustazo. Glòria Tello se
llama, lo último ha sido prohibir la publicación de un libro que recoge la
“ephemera” valenciana, es decir, representaciones y materiales escritos e
impresos de corta duración que no son producidos para que se mantengan en el
tiempo y describen la Valencia, gustos y costumbres de entre 1850 y 1950, entre
los cuales había unas treinta imágenes taurinas, apenas ocho páginas de las
cuatrocientas que componen la obra. Pocas me parecen si tenemos en cuenta lo
que significaron los toros durante ese periodo de tiempo en cuestión de
espectáculos y la tradición cartelista de la ciudad, pero a la señora no es que
le parezcan muchos o pocos, es que quiere borrarlo con un brochazo de ignominia
democrática, ¡o los quitáis o no sale el libro! Y no salió, a tomar viento la
memoria social, si la sociedad valenciana gustaba de los toros se entierra en
cualquier estantería, no hay memoria hasta que la memoria me guste.
La señora en cuestión -ella y también sus
compañeros de consistorio- es una máquina de autoritarismo, lo mismo prohíbe a
una concesionaria del ayuntamiento quejarse a la prensa, que a un historiador
recordar que en Valencia gustaban los toros como es el caso que nos ocupa, que
ella, tan animalista, levanta la polémica por habilitar una partida
presupuestaria para capar gatos. Visto lo visto capar gatos, capar gustos que
le son ajenos y capar libertades es lo suyo. Que se lo haga ver.
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