Este sábado en el
Certamen Maletilla de Oro de Cali
Extraordinario debut del novillero taribense Jesús Enrique Colombo en la Plaza de Toros de Cali, cortando par de orejas. Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes |
CALI (Colombia).- Dos torerísimas y
bien rematadas faenas del joven venezolano Jesús Enrique Colombo fueron incomprendidas
por el palco que contrariando a todos le negó dos veces la puerta grande.
Frente al interesante encierro de César Rincón quien lidia a nombre de Las Ventas
del Espíritu Santo, los otros novilleros del cartel, Espinoza y Benítez
emborronaron la plana con la espada.
Lo primero
que requiere un presidente de corridas es afición, y esta se compone de
conocimiento, comprensión y sensibilidad. El palco de Cali reprobó esas tres
asignaturas la tarde de este sábado al desconocer, no comprender y no sentir
las dos faenas de Colombo, brillantes en los tres tercios. No perfectas, claro,
es un novillero sin caballos, un desarme, un mal par, no hicieron sino contrastar
los aromas de toreo caro que las trascendieron y las eficaces y bien ejecutadas
estocadas. A Usía no le valió nada, ni la evidencia, ni el clamor desaforado de
la plaza entera, desde el maestro Rincón pa´bajo.
Esa fue la
única razón por la que Colombo no marcó su debut en esta plaza con un pleno de
orejas y una salida en hombros por la puerta Señor de los Cristales, que
requiere por lo menos dos de una res. Dos veces las mereció y dos veces se la
negaron. Pero ahí queda eso, para los aficionados, digo, su señoría.
Esplendido a
la verónica, generoso en los quites a los propios y a las ajenos. Alegre y
veraz con los palos. Canónico con la
muleta por uno y otro pitón. Emotivo en los epílogos por riverinas al primero
y por ayudados y trincheras al cuarto, y
ambos tirados patas arriba, de una. Qué más.
El caleño,
de reciente pasantía española, Esteven Espinoza quiso y por momentos pareció
alcanzar pero el temperamento de su lote
primó arrebatándole todos los finales de tanda y devaluando sus empeños. Al final su errática espada terminó
desmotivando al público que sepultó sus aciertos y su entrega en dos hondos silencios.
Al quinceañero
cordobés (Colombia) Alejandro Benítez, menudo y brioso, le pudo la vehemencia y
la velocidad. Se trenzó con sus dos
erales en un par de reyertas de las cuales la del sexto resultó más fragorosa, llegando incluso al cuerpo a
cuerpo. Tres veces cayó él y dos el novillo. La pelea era de toma y dame, pero a la antigua, sin sitio ni
sosiego. Dos raudas tandas de naturales sin broche, alumbraron de pronto, más vino la espada y empeoró hasta
recibir el único aviso de la tarde.
Decoroso
volumen en los Domecq de Las Ventas, algunos gachos otros cortos, uno bizco,
pero todos encastados en diferente
medida, con dos de calidad y alta nota, el primero y el cuarto. / Jorge
Arturo Díaz Reyes – www.burladero.com
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