PACO AGUADO
Con
casi mil quinientas corridas a sus espaldas, Julián López "El
Juli", primera figura del toreo que estos días celebra que hace
quince años tomó la alternativa, se
considera un "esclavo del toreo", según confiesa en una entrevista con EFE.
Con
casi mil quinientas corridas a sus espaldas, y con salidas a hombros en más de
la mitad de ellas, el torero madrileño cree que el balance de esos tres lustros,
más de la mitad de su vida dedicada al toro, es "inigualable".
"Me siento muy orgulloso de todo lo que
hecho, de mis aciertos pero también de
mis errores -manifiesta el diestro-, porque he vivido la profesión con
total entrega. He tenido capacidad de superación para ir ganando las batallas
con toda dignidad y con lealtad a mis principios, y especialmente para asumir
el peso de la fiesta desde que tenía
quince años".
Para
afrontar tantas responsabilidades desde una edad tan temprana, asegura Julián López que su familia ha sido "el pilar básico": "Mis padres y mis hermanos me han dado
la fuerza y el apoyo para superar todos los retos. Mis inicios fueron momentos
difíciles también para ellos, pero, afortunadamente, he podido estar a la altura y les he podido devolver todo ese
aliento".
"En realidad -continúa el torero- todas
estas temporadas han sido una larga búsqueda de mí mismo. Empecé muy joven, sin
saber muy bien lo que quería y podía ser en el toreo, pero poco a poco me he
ido haciendo dueño de mi destino, hasta que ya me siento plenamente feliz,
identificado con mi tauromaquia y con mi forma de ser y de actuar".
Para
"El Juli", el mejor momento
de su carrera fue el de su única salida a hombros como matador de toros en Madrid, en San Isidro
de 2008. "También cuentan mis
triunfos en Sevilla, pero, por encima de todo, lo mejor ha sido ver crujir ese día a la plaza de Madrid, que
para mí significa mucho. Aunque en mi
tierra me han tratado siempre con dureza, cada vez que sueño que cuajo un
toro el escenario donde lo sitúo es en
Las Ventas", reconoce el diestro del barrio de San Blas.
Después
de quince años plagados de triunfos en las plazas más importantes del mundo -"algo
que nadie puede discutir"-, la prioridad de "El Juli" ya no es "poner
a todo el mundo de acuerdo, como antes.
Hago la tauromaquia que siento, y acepto
que haya gente a la que no le guste. Pero también creo que, a estas
alturas, quien no sepa ver lo que soy
como torero se identifica como aficionado".
"Es verdad -reconoce- que las
circunstancias me llevaron en su momento por
caminos artísticos distintos al buen concepto del toreo que ya tenía con
quince años. Pero después de muchas vueltas creo que mi forma de torear es
ahora una retrospectiva de mis inicios. Me siento más identificado con mi etapa
de novillero, con esa inocencia y esa
frescura que tenía en la plaza".
Volviendo
a hacer balance de estos quince años de matador, "El Juli" concluye que el
toreo le ha dado todo en la vida: "Sí,
me ha dado todo lo que soy. Es mi forma de vivir y de expresarme. Sólo me siento pleno como persona cuando toreo,
porque es entonces cuando sale mi
verdadero yo, sin ningún tipo de complejos ni de limitaciones de las que
impone la vida normal. No hay ninguna
sensación, por maravillosa que sea, que llene el alma como la de torear".
Por
eso dice que volvería a pasar, "todas
las veces que naciera", por todo que ha vivido, "por
lo bueno y por lo malo": "Creo
que ser torero es lo más grande que te
puede pasar. Cuando me retire tendré que aprender a vivir sin ello, pero
no habrá nada que lo pueda sustituir. Y
es que me sigo sintiendo esclavo del toreo".
Añade
que seguirá en los toros mientras sea capaz de mantenerse "al máximo nivel
artísticamente", y concluye: "Más que nada porque no creo que llegue a tener el valor suficiente para irme de los ruedos.
Sólo me iré en el momento en que sea
consciente de que mi tauromaquia se queda atrás o de que le esté
faltando al respeto a todo lo conseguido
anteriormente. Pero eso sólo es el toro quien me lo dirá". / EFE
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