Sergio Flores, el novillero mexicano que conquistó a la afición de Cañaveralejo el domingo, visitó el corral de la plaza para saludar a ‘Pascual’, el toro que indultó.
Rodrigo Urrego B, Diario El País de Cali
Eran las 10:00 de la mañana cuando Sergio Flores salió para Cañaveralejo con un solo propósito: reencontrarse con el novillo que le entregó su bravura y que le regaló la puerta del Señor de los Cristales el domingo pasado.
Atravesó el parqueadero saludando de afán. Abrió las puertas de madera de los corrales hasta que encontró a ‘Pascual’. Allí estaba, debajo de un tejadillo, con la mirada cansada, pero vivo.
En su morrillo se apreciaban las secuelas de las heridas de la lucha, ya recuperadas. Volvieron a mirarse. Sergio solo caminaba y trataba de acercarse mientras ‘Pascual’ parecía aceptar la presencia del torero, como si se tratara de un viejo conocido.
“Es el primer toro que indulto. Tengo muchos novillos en mi cabeza, en el recuerdo. Te confieso que ‘Pascual’ está entre los tres primeros. Creo que no lo voy a olvidar”, decía Sergio.
Mientras ‘Pascual’ miraba de reojo, Flores recordaba cómo había sido su relación con el bravo novillo de Salento. “Desde las primeras arrancadas supe que sería un toro extraordinario, pero jamás me imaginé que pudiera llegar a indultarlo”, aseguró.
Si hubo un momento que lo impactó mucho fue esa serie de mitad de faena en la que, sin mover sus músculos, y con un trazo de figura del toreo, ligó muletazos que parecían interminables. “Lo estaba sometiendo, muy por abajo, y el novillo respondía de forma impresionante. ¡Fueron cuatro, cinco, seis, hasta siete muletazos!”, deja escapar Sergio con emoción.
Para Flores, cuajar un toro y colofonar una obra con la espada es la mejor sensación. Pero la que vivió este 25 de diciembre en Cali, cuando no tuvo que usar la espada porque el público aclamó el indulto, es una emoción superior.
“Ver un toro que te entregó sus bondades y lo ves ahí, que va a vivir, me da mucho más placer. Él me ayudó a triunfar y nosotros lo ayudaremos a que tenga una vida de lo más placentera”.
Fue un reencuentro breve, pues ‘Pascual’ estaba a punto de ser embarcado en el camión que lo llevaría de vuelta a ese paraíso ubicado en el rincón del Quindío. Pero fue un reencuentro intenso. Tan intenso como el que tuvieron en el ruedo de Cañaveralejo, donde ambos se conocieron y se retaron, y del que ambos se despidieron triunfadores.
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