JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
“Torero apuesto hace paseíllo con una oreja en la
chaquetilla” y Vende. Pero no son solo los toreros, ni quienes como ellos
tienen por oficio la exhibición propia; modelos, actores, artistas,
mediáticos…, los que disfrutan esa ventaja o sufren ese hándicap. No, todos. El
patrón estético social es ley de gravedad humana. La fiesta no es para feos,
canta un viejo son cubano…
Fuerza biológica, gregaria, universal, que como
instinto actúa independiente de la voluntad y la consciencia. Se ha comprobado
estadísticamente, artísticamente, científicamente... Los jurados escolares,
judiciales, laborales van más inclinados a favor de los estudiantes, reos,
aspirantes atractivos. Y qué decir de las masas compradoras. Si lo sabrán los
publicistas, mercaderistas y profesionales de la imagen. Sobra ver los anuncios
que incitan a comprar hasta lo que no se necesita.
No es asunto baladí. La belleza física de una
mujer causó hace unos treinta siglos la guerra más famosa de la historia. La
industria cosmética (del encanto personal), sin contar la cirugía plástica, es
casi tan poderosa como la militar, la psicotrópica (incluido el alcohol) o la
petrolera. Según los analistas globales de mercado, superó en 2017 los 530.000
millones dé dólares en ventas y estiman que para 2023 alcanzará los 800.000.
Pero volviendo a la plaza, la predispuesta
simpatía del público, que también puede ser inducida en otra infinidad de
formas, no basta. Luego salta el toro, pone a cada cual en su sitio. E igual
que a los estudiantes, reos y aspirantes carismáticos, les conviene también ser
inteligentes, inocentes o aptos, al torero bonito, más le vale, torear bien,
emotivamente.
Agustín Lara llamó al poco agraciado Silverio
Pérez “tormento de las mujeres”, en su famoso pasodoble, y no fue mera licencia
poética. Él, aficionado que no cambiaba por un trono su barrera de sol, sabía
porqué lo decía, como quizá lo hubiese podido decir también del “Divino calvo”,
Belmonte, Manolete y otros “toreros, torerazos” que, no fueron caritas de salir
al ruedo con una oreja en la chaquetilla, pero sedujeron sus épocas y siguen
haciéndolo. El buen toreo embellece.
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