El año que viene Madrid estrenará empresa o, si la
actual sigue, será porque ha ganado la nueva licitación del concurso que, muy
posiblemente, de un ganador antes de la primavera que viene. Si Madrid ha sido
siempre importante, ahora lo es más. El estilo y fondo de las condiciones de
explotación que marque el pliego de condiciones para Las Ventas, será el que
copien y peguen los demás cosos de propiedad pública. Con el toreo asistiendo a
los momentos más duros de economía y apego social y político, la hoja de ruta
del toreo y su fututo de mejores o peores condiciones, la marcará la sensibilidad, inteligencia y talento que para con el toreo
tenga la Administración de la Comunidad de Madrid.
Bastaría con la esperanza de que no fuera un
pliego con las condiciones de esta última gestión, las peores de su historia,
compitiendo con las de la gestión entre 2005/2010. En esta, la Comunidad
ingresaba 5,2 millones de euros al año. En la vigente gestión ingresa 2,8
millones por piso plaza, pero la suma de cargos de gastos y ofertas de la
empresa en su día, de forma nada responsable, subieron los costes anuales
relativos al cumplimiento del pliego en cerca de cinco millones anuales. La
rebaja del canon de arrendamiento anunciada ya es una muy buena noticia,
siempre y cuando no se convierta en un punto de partida para una subasta.
Hay que tener en cuenta que las administraciones
propietarias de las plazas de toros han de cumplir la ley de contratos del
estado, la española y la europea. Esa es una realidad que va en contra del
toreo pues las subastas del canon de arrendamiento por uso del inmueble/negocio
son casi inevitables. ¿Se pueden evitar? Sí. Basta con poner un máximo en ese
punto económico y que, a partir de esa cantidad, no se logre mayor puntuación.
Hay antecedentes en los contratos de gestión del sector cultural.
Por otra parte, el pliego ha de dejar abierta las
puestas a la iniciativa, a la creación y apuesta del empresario. Un pliego para
la gestión de un hecho cultural, por ley, ha de valorar mucho la relación
económica y la calidad de la oferta. Y la calidad no son sólo los carteles. Las
Ventas, ahora más que nunca, ha de ser un lugar donde tenga acogida, portavocía
y difusión el toreo en todas sus vertientes. El modelo conservador de la
cantidad (festejos de temporada obligados) no ha implicado un impacto de
expansión del toreo. Más cantidad, números en mano, no ha aumentado ni ha
sujetado la asistencia a la plaza.
‘No se trata de dar por obligación, sino de programar
mirando, por ejemplo, la acogida positiva de las nuevas generaciones de
públicos y la normalización del toreo en la sociedad’
No se trata de dar por obligación, sino de
programar mirando, por ejemplo, la acogida positiva de las nuevas generaciones
de públicos y la normalización del toreo en la sociedad. Un pliego de un suceso
cultural no ha de ser, para una administración, una cuenta de resultados. Que
se entiende se atienda, pero no máximo fin. Pero, además del pliego, y al
margen del mismo, es momento de analizar de forma coherente el asunto de las
subvenciones/ayudas actuales.
La CAM ha subvencionado al mundo del toreo como
nunca y como nadie en estos dos últimos años. Es de agradecer de forma abierta.
A parte del gran acierto de argumentar el valor ecológico y medio ambiental del
ganado de lidia en Madrid con ayudas cuantiosas, se han dado, entre otras
subvenciones 900.000 euros para la Copa Chenel. Una cantidad que pocos tienen
para dar nueve festejos. Sin entrar a valorar las cualidades de esa cantidad,
es decir, los réditos taurinos de esa subvención (entendemos que es el fin es
dar dinero para poder dar festejos, lidiar toros…, en tiempos de escasez y
penuria) si es momento de hacer un alto en el camino y pensar dónde ha de
sembrarse el dinero público para la mejor cosecha.
Hay dos aspectos muy distintitos en el hecho
cultural y el dinero público. La subvención y la promoción. Nada tiene que ver
una cosa con la otra, ni en el rédito del dinero de la ayuda, ni el fondo de la
ayuda. No toda subvención es promoción. Ni toda promoción sucede vía
subvención. Por definición, en una subvención con dinero público no hay necesidad
de devolver el mismo. Sólo justificar el gasto para el hecho concreto. En una
subvención a la producción del toreo (Copa Chenel, por ejemplo) el resultado en
caja es cuestión menor. Y también es cuestión menor el resultado de
fidelización de públicos, de incardinación y encaje con el resto de festejos no
subvencionados, de creación de tejido social. Y la promoción ha de dirigirse,
justamente a todo esto. Pongo un ejemplo.
En España, los más de 97 millones de subvención en
los PGE destinados a las artes escénicas, se implementan en su producción. Con
una facturación menor a esa cantidad, parece muy dudoso que se esté
promocionando al cine: no aumenta el número de espectadores, o quizá hasta
disminuye. Y con esta subvención, ni mejora la calidad del cine español, ni lo
ha hecho más competitivo entre sí en España, ni mucho menos competitivo fuera
de nuestras fronteras. Es obvio que esta subvención a la producción no es
promoción. No genera ni mercado, ni público ni aumenta masa social.
La promoción real es el dinero que va, no sólo y
directamente a la producción de un suceso cultural sino a la expansión y
crecimiento de ese suceso cultural, que solo pasa por facilitar el acceso a esa
cultura o actividad. En este sentido, si los 97 millones de los PGE para el cine
fueran repercutidos en taquilla (precio menor de la entrada) y en comunicación
(visualización social)y no sólo en
producción (productoras de cine que producen películas sin casi temor a
pérdidas) sin duda alguna harían del dinero una inversión en expansión social.
Y mucho me temo que esa es la filosofía de cada una les leyes culturales que
tratan de la Tauromaquia. Sobre todo la 18/2013, donde las palabras ayuda,
fomento, promoción aparecen varias veces y no la palabra subvención.
Personalmente, en un estado de derecho y libre
mercado, la propuesta cultural amplia, su desarrollo y su fomento y promoción,
no puede partir únicamente de la subvención directa a la producción. Si fuera
así, el cine español habría crecido de forma exponencial y no sólo no lo hecho,
sino que no tiene visos de hacerlo. Una actividad subvencionada del todo en su
producción que no corre el riesgo de pérdidas o ganancias, es una actividad
cuya aceptación por el público no es una finalidad, cuya programación no se ajusta a su obligado
talento, a la calidad, a la pegada en el
público. Un arte subvencionado dio en España las más bárbaras barbaridades en
casi todas las rotondas de este país, donde se censa el mayor atraco contra
cultural al arte de la escultura. Pagado con dinero público.
Un bono cultural taurino, una ayuda o subvención
dirigido a la taquilla ¿Qué efectos tendría? Uno, más venta de entradas. Dos,
facilitaría el acceso a los tags o segmentos de públicos con más dificultades
para acceder al consumo de toros, los más jóvenes sin ingresos. Por
consiguiente, promociona. Expande, invierte, hace crecer. Y ese es el déficit
de esta industria cultural taurina. Con un agravante: en cada pliego de
condiciones, quien paga estos bonos de reducción de precio ¿Quién es? La empresa
privada, la que gestiona el coso. Rebajas al joven, rebajas al jubilado, a
estudiantes… ¿No es un contrasentido? ¿No es una cuestión para hacernos
reflexionar?
‘Invertir dinero público para crear una plataforma donde el
toreo, un patrimonio cultural de ellos españoles, no sea censurado y a la que
puedan acceder los públicos de todo el mundo libremente es más importante que
cualquier feria, ciclo, certamen o lo que sea’
Todo dinero público que se estructure sólo en
subvencionar a la producción del toreo, dará un toreo subvencionado. Las
estrategias de ayuda al toreo han de mezclar, unir, juntar, ayudas a la
producción y ayudas a al acceso en taquilla. Unas dirigidas a producir
películas, es decir, festejos y otras dirigidas a facilitar el acceso a esa corrida.
Y dirán: ya se facilita al poner precios bajos en esos ciclos. Pero, si nadie
dice lo contrario con números, son a los carteles de vitola, la máxima calidad,
las plazas de aluvión, donde el nuevo público desea acceder. A las corridas y
festejos de su calendario tradicional y no a los circuitos extemporáneos
realizados bajo situaciones de emergencia (los casos actuales) y en fechas de
emergencia. Lo excepcional no estructurado corre el riesgo de ser sólo una
ocurrencia.
No es una crítica negativa a nada y menos a una
subvención del tipo que sea. Quede claro. Es una reflexión que trata de invitar
a reflexionar a quienes tienen la potestad de poner las normas, ayudas,
subvenciones… al toreo. Y pongo otro ejemplo en modo interrogante. ¿Una
subvención para dar festejos cuyas imágenes no puedan ser visualizadas por los
ciudadanos, que tipo de rédito tiene? Porque recuerdo que no existe hoy en día
una sola plataforma virtual ni red social alguna con éxito que pueda poner a
disposición del público un vídeo o imagen de una corrida de toros tras el
tercio de banderillas. Vimeo las censura. Facebook las censura. Twitter las
censura. Mundotoro ha tenido que alojar sus vídeos de Tauromaquia íntegra
(puyazos, banderillas, estocadas, cornadas) en un servidor donde se aloja
aquello no permitido. No diremos de momento cuál es. Cuando una imagen
sobrepasa una audiencia de gran calado, las redes sociales y las plataformas
las censuran. Eso es un hecho, una realidad.
¿Acaso no se censuró una sencilla foto de la
presidenta de la CAM Isabel Ayuso en Las Ventas? Invertir dinero público para
crear una plataforma (ya existen otras) donde el toreo, un patrimonio cultural
de ellos españoles, no sea censurado y a la que puedan acceder los públicos de
todo el mundo libremente es más importante que cualquier feria, ciclo, certamen
o lo que sea. Mucho más importante. Pues si las imágenes de esos festejos
tuvieran éxito de centenares de miles de audiencia, serían censuradas. Una
paradoja y un problema monumental del que, sin embargo, nadie habla ni nadie le
mete mano. Una plataforma libre es una promoción de aquello que se subvenciona.
Eso es así, de Perogrullo. Eso, o lo que buscamos con la subvención es producir
un hecho cultural para los que van a las plazas. Que me temo, no son tantos. / C. R. V. – Mundotoro
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