Perera
sufrió una cornada en el abdomen de pronóstico muy grave con dos trayectorias
de 30 y 40 centímetros que "eviscera asas intestinales y arrancamiento de
epiplón"
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL
MUNDO de Madrid
Las imágenes recorrieron la plaza como un
escalofrío. Del suelo recogían a Manuel Perera las cuadrillas con las tripas
fuera. Se había tirado el novillero extremeño a matar casi a topacarnero, sin
vaciar la suerte, encima del morrillo. Lo prendió "Rebujino" de
lleno, por la parte baja del vientre. Y lo campaneó para lanzarlo contra el
suelo con una fuerza terrible. El novillo de El Freixo, la ganadería de El
Juli, había sido bravísimo, de una profundidad increíble, desde que salió.
Cuando Perera lo había parado con el capote a la espalda, por impactantes
gaoneras. Jugándose el todo por el todo de principio a fin con ese aire de
novillero peleón. Su tez empalideció cuando lo trasladaban a la enfermería del
doctor Crespo. Que pronto, junto a su equipo, estabilizó al herido. Desde el
quirófano del Palacio de Vistalgre salían noticias confusas. La gente en el
callejón sentía aún el miedo. No había más que mirar sus rostros de
preocupación.
"Rebujino" embistió con una importancia
tremenda. Ya había derribado en el caballo con verdadero empuje. Perera se
había entregado dándolo todo. Y quien da lo que tiene no está obligado a más.
Sobre todo si lo que se expone sobre el tapete es la propia vida. Cuando rodó
el toro por la estocada, también cayó una oreja para el chaval.
De la enfermería empezaron a salir informaciones
confusas y preocupantes. Pronto el equipo del doctor Crespo se puso manos a la
obra. A estabilizar al herido. Manuel Perera es un novillero de 20 años. De la
Escuela de Badajoz. Y lo apodera Juan José Padilla. En 2019 sufrió un grave
accidente de tráfico que le produjo graves lesiones craneales. Le tuvieron que
reconstruir con placas de titanio. Desde entonces torea sin montera.
Tomás Rufo dejó la suya sobre la barrera como
homenaje al compañero herido, que se debatía entre la vida y la muerte. Y Rufo
como homenaje cuajó al quinto novillo de El Juli con una faena de temple
portentoso. De una clase superlativa. Le valió las dos orejas, y al utrero de
El Juli la vuelta al ruedo en el arrastre. Por el conjunto extraordinario de El
Juli y por su propia calidad. No pudo hacer el toreo más lento y relajado, esa
reunión portentosa con las embestidas. Lo mató de una estocada sensacional. Y
lo desorejó por partida doble. Memorable faena del último novillero que
descerrajó la Puerta Grande de la Monumental de las Ventas. TR ya había
demostrado que es un torero hecho en su primero, dejando pasajes al natural de
categoría. Que fue esa mano y no la otra por el novillo se dio. Los doblones
del prólogo tuvieron peso. Como todo. Dos series de naturales fueron
extraordinarias. Por la pureza del embroque, por la clase del trazo y la despaciosidad.
Se dio mejor el torete de El Freixo más y mejor por esa mano, pero eso fue casi
todo lo que se dio. Por la derecha, apenas a regañadientes. Rufo lo exprimió,
siempre muy asentado. El espadazo fue colosal. Oreja al canasto. De
importancia. Se pidió la segunda. No hubo caso presidencial. Vendrían luego:
tres trofeos para consolidarse como la más firme promesa de la tauromaquia
actual.
Salió galopando el primer novillo de El Freixo y
hasta que no lo tumbó de una estocada Antonio Grande no paró de embestir. Tan
generoso, amable, alegre, humillador, repetidor y a veces informal. Grande fue
puro ardor novilleril desde las tijerillas de rodillas con que saludó. Deseos y
aceleración en quites, principio de faena y derechazos. De hiinojos y en pie.
Hasta que se asentó más por su mano izquierda para explayarse por naturales. De
muy largo concepto, largo y en línea. Cobró una oreja y ovacionaron fuertemente
al utrero. Fue bueno también el cuarto, quiza algo a menos dentro de una
novillada de lujo. Que tuvo en el último el más paradote del nobilísimo sexteto
de Julián López. De consagración.
Cuando acababa la tarde, todavía seguían operando
a Perera. Pero las filtraciones venían envueltas de un cierto optimismo dentro
de la gravedad. Rufo, Grande y las cuadrillas marcharon directamente a la
puerta de la enfermería. Desde allí, Padilla tranquilizaba también desde la
puerta de la enfermería: "No ha roto vasos ni arterias, pero le ha sacado
todo el paquete intestinal".
Por fin, salió el parte facultativo: "Herida
por cuerno de toro en fosa iliaca izquierda con una trayectoria ascendente y
hacia afuera de 30 centímetros que desgarra la musculatura de la pared
abdominal; otro trayecto hacia arriba y adentro que penetra en cavidad
peritoneal con evisceración de asas intestinales y arrancamiento del epiplón
alcanzando una extensión de 40 centímetros. Pronóstico muy grave. Se le
traslada al Hospital Nuestra Señora del Rosario".
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