El
espacio multiusos de Carabanchel acoge, desde hoy, diez días de toros. «Podemos
montar y desmontar el ruedo en una noche»
JUAN DIEGO
MADUEÑO
@juandimc
Diario EL
MUNDO de Madrid
El Palacio de Vistalegre será una plaza de toros
desde este jueves hasta el próximo 23 de mayo. Durante diez días se celebra el
otro San Isidro en Carabanchel y el pabellón multiusos ha tenido que mudar la
pista de los conciertos por el ruedo para acoger la primera feria taurina de la
pandemia. El proceso ha estado dirigido por Paco Pedrosa, el histórico conserje
del edificio. «El montaje y desmontaje depende de la prisa que tengamos. Si
podemos hacerlo en una noche, lo hacemos en una noche. Si no, en unas ocho
horas. O en dos días. Esta vez han trabajado conmigo seis hombres», explica el
experto, jubilado. «Tengo 65 años. He trabajado aquí desde el 95. Me llaman
porque soy el que más conoce el tema».
El albero, "de Alcalá de Guadaira", se
guarda debajo de tres capas cuando no se utiliza. La circunferencia en la que
habrá toros y toreros durante el San Isidro alternativo emerge del suelo.
Mientras tanto, el albero ha estado oculto desde 2019, la última vez que se
utilizó. «Por encima, está la capa principal que cubre un estrato de lonas y
otro inferior de plásticos. El conjunto de los tres protegen al albero» y sobre
ellos se montan, cuando no hay toros, los espacios para el resto de
actividades.
El 8 de mayo hubo un concierto. «El mismo día por
la noche se desmontó todo lo que preparamos para acoger el concierto y el
domingo 9 se montaron las barreras», que duermen hasta que llegan los toros en
«los almacenes». Después, «hay que mover el albero. Metemos máquinas para
removerlo. Lo hacemos con una mulilla mecánica». ¿Aguanta el suelo el peso de
las máquinas? «Claro, el piso aguanta 10.000 o 12.000 kilos por metro cuadrado.
Los corrales, hasta 5.000». Antes de usar la maquinaria en adecentar el ruedo
hay que «regar el albero» para poder «removerlo». Y se riega una vez más «para
que no se levante polvo», muy molesto durante las lidias.
El ruedo sobre el que habrá toreros y toros de
forma continuada las próximas dos semanas esconde «cinco plantas subterráneas.
Hay depósitos de agua dulce, de agua para los incendios, 1.500 plazas de garaje
y los tres supermercados», explica el conserje.
Antes, el Palacio fue La Chata, la popular plaza
de toros demolida en el 95. Quedaron señalados algunos hitos recientes de la
historia del toreo. El debut de Curro Vázquez o la irrupción de Palomo Linares.
«Trabajé en los 70, con 16 años, cuando el propietario era [Luis Miguel]
Dominguín. Luego me marché y estuve de ayuda de Joselito por lo menos 25 años»,
recuerda. Pedrosa vio la obra que hizo de aquella mítica plaza de toros un
pabellón. «Fue bestial. Había 500 o 600 hombres desparramados. Una exageración.
He visto hacer el hoyo y cubrirlo. Esta plaza es mil veces mejor que la otra.
Las instalaciones son de las mejores que he visto. Con Joselito pisé muchas
plazas por todo el mundo y nunca vi nada parecido».
Paco sigue viviendo en el Palacio. «Aunque me fui
en marzo, sigo manteniendo la casa. Me vine cuando dejé de ser ayuda, con 40 o
cuarenta y pocos años. Don Arturo Beltrán, el dueño, es un hombre
extraordinario, más que un jefe, un amigo. Me tratan muy bien. Ahora que hay
toros voy a estar disfrutando de lo que me gusta».
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