El responsable de Plaza1
considera que “el concepto de San Isidro es revolucionario”.
ANTONIO LORCA
Diario EL PAÍS de
Madrid
“Actualmente, trabajo gratis como empresario de la plaza de
toros de Las Ventas; y es más: mi socio, Rafael García Garrido, y yo perdemos
dinero. Firmamos un contrato para explotar la plaza con todo tipo de eventos y
no podemos hacerlo porque el edificio necesita reformas por motivos de
seguridad. Yo estoy quemando mis muebles para ser empresario de Madrid. No
tengo sueldo; esa es la realidad, y no me quejo”.
- ¿Y le merece la
pena?
“Sí, porque lo más importante es mi pasión por la
tauromaquia. Esta es una oportunidad que me ha ofrecido el destino. Llegué a
España como un torero ‘franchuti’ y
ahora soy el empresario de Madrid. Es la realización óptima de una misión
existencial. Es la prueba de que los sueños se hacen realidad, y eso no hay
dinero para pagarlo”.
Simón Casas (Nimes, Francia, 1947) es un personaje. Aparece
con un traje gris y corbata roja porque viene de entrevistarse con el ministro
de Cultura, pero su aspecto habitual es el de un cowboy del oeste. Apasionado
en exceso, histriónico, con una verborrea desbordante, embaucador, seductor,
imaginativo, bohemio, contradictorio, atrevido, con un alto concepto de sí
mismo y entusiasta contagioso. Este es el empresario de la plaza de toros más
importante del mundo. Un francés que fue matador de alternativa por un día y se
ha convertido en uno de los taurinos más influyentes de la fiesta.
- “No soy hombre de medias tintas. Si hubiera considerado
que tenía cualidades para ser figura del toreo, habría continuado, pero no
quería ser un torero mediocre. Decidí ser empresario y a la vista está lo que
he conseguido…”
“El
sistema del bombo no ha muerto y va a continuar en el futuro”
Casas está de actualidad porque acaba de presentar los
carteles de la próxima feria de San Isidro, un largo ciclo de 34 festejos, que
se celebrará del 14 de mayo al 16 de junio, y por los que ha recibido duras
críticas.
- “Esta feria es larga y el modelo está agotado, pero no es
mediocre. Y la culpa no es de la empresa porque concursamos a partir de un
pliego que no escribimos nosotros, sino la Comunidad de Madrid, propietaria de
la plaza, De ahí, que no esté agotado el modelo de la feria, sino el de la
programación anual de la temporada. No hay necesidad de tantos festejos, es
verdad, pero no tiene sentido organizar corridas en julio y agosto, cuando no
vienen ni los aficionados, enseñamos una plaza casi vacía, con más asiáticos
que españoles y un perjuicio evidente para la tauromaquia. Madrid debe ser
plaza de temporada, pero el planteamiento hay que modificarlo en función de los
nuevos modos de la vida actual”.
- ¿Y mediocre?
“No puedo aceptar ese calificativo porque está abierta a los
toreros emergentes, lo que supone una ruptura con el pasado, toreros que hace
un año no podían ocupar un lugar clave en la programación y se lo han ganado
con sus triunfos. Una feria en la que actuarán tres tardes todos los
triunfadores de Madrid no puede ser considerada mediocre. Quizá, haya menos
carteles rematados porque faltan figuras, pero hay muchas otras combinaciones
interesantes. Creo que el concepto de San Isidro de 2019, con el sorteo de diez
toreros y diez ganaderías y los toreros nuevos, es revolucionario”.
Simón Casas estaba en la plaza de Valencia, de la que
también es empresario, la tarde de la cogida de Enrique Ponce. Confiesa que
sufrió “un escalofrío” por el torero, primero, y porque le planteaba un serio
problema a la empresa de Madrid. Ponce estaba contratado para dos tardes de
relumbrón.
- ¿Cuáles fueron los
pasos que siguió?
“De manera simultánea llamé a Roca Rey, por si quería lidiar
una cuarta corrida; a Antonio Matilla, apoderado de Manzanares y Morante, y a
Luis Manuel Lozano, apoderado de El Juli, ausentes los tres de la feria. Este
último fue el primero que contestó”.
- ¿Por qué aceptó que
un torero que había rechazado el sorteo del bombo se anunciara con dos buenas
corridas?
“Por respeto al público; porque la ausencia de Ponce debía
cubrirla con otra gran figura del toreo. Y para demostrar que el objetivo de la
empresa no es ahorrar en el presupuesto”.
- ¿Cuánto cobrará El
Juli?
“Exactamente el mismo dinero que Ponce. Esa fue su única exigencia.
No ha habido el más mínimo intento de aprovecharse de la situación de la
empresa y se lo agradezco”.
- ¿Es el torero que
más cobra?
“No. Todas las figuras cobran la misma cantidad”.
(Aunque el empresario se resiste a revelar el dato exacto,
recuerda que hace unos meses declaró que los emolumentos de un torero de
primera alcanzaban los 240.000 euros).
“Soy
antisistema total; yo soy un intelectual”
- Por cierto, ¿cuál
es el presupuesto de la feria?
“No sabría decirle ahora mismo; es que me coge… Hoy he
pedido que me hagan el del año pasado. Bueno, prefiero no dar la cifra, pero sí
un dato: una corrida con una sola figura del toreo supone perder dinero. Lo que
gana una figura en Madrid es el 50 por ciento neto de la taquilla. Si hay tres
figuras en el cartel se pierden 400.000 euros, y eso ha ocurrido ya varias
veces”.
Casas se considera un empresario revolucionario, un
innovador, un creativo, un mecenas, un personaje diferente, un productor
cultural con la mente abierta.
“Soy un creativo y me puedo equivocar, pero creo que la
fiesta necesita reformas en la gestión, la comunicación y la programación. A mi
juicio, tiene solución, pero no sé si estamos a tiempo todavía. La única salida
es armonizarla con el ámbito social, la juventud, los intelectuales, los medios
de comunicación, y, en paralelo, hay que reformar todas las estructuras
internas”.
- Usted tiene
aspiraciones de ser un taurino revolucionario…
“Creo que ya lo soy. El reconocimiento lo concede la
historia y todavía soy un hombre de la actualidad. Toda mi vida he sido un
revolucionario y no he parado de plantear nuevas ideas”.
- El bombo ha sido la
última innovación, pero el día que presentó los carteles nadie se acordaba de
que diez ganaderías se habían sorteado entre diez toreros…
“No me he arrepentido de ponerlo en marcha. El de la Feria
de Otoño fue un éxito, y el de San Isidro no podía ser integral porque es
evidente que todos los toreros no aceptarían un sorteo con todas las
ganaderías. Ya he dicho que no se trata de hacer una revolución idealista, sino
una evolución realista, y en ello estoy”.
- ¿Ha muerto el
bombo?
“Evidentemente, no, y anuncio que continuará. Sé que es un
sistema sujeto a críticas, pero no es posible modificar las costumbres sin
polémica. Pero estoy convencido de que la tauromaquia no se puede quedar
encorsetada en el pasado”.
- ¿Pero seguirá
sorteando diez corridas para diez toreros?
“El proceso está abierto. Mi papel es experimentar, probar y
adaptar en función de las circunstancias y los resultados. Estoy seguro de que
esta idea pasará a la historia como una idea innovadora. Lo que puedo asegurar
es que no va a desaparecer”.
- Mantiene usted que
la fiesta padece vicios inaguantables…
“Sí. Yo soy un antisistema, totalmente”.
- ¿Antisistema? Pero si
usted es sistema…
“No. Yo soy un intelectual que tiene otra vida además de la
taurina. He llegado a ser un empresario importante, pero el aspecto comercial y
especulativo de la tauromaquia no solo no me apasiona, sino que lo odio”.
- ¿?
“La tauromaquia es cultura, y sus productores deben ser
cultos. Y esto quiere decir que hay que mantener la mente abierta, y creo que
yo la tengo. Además, no soy hijo de un taurino, ni empresario dinástico. No
pertenezco al sistema habitual, y lo denuncio con mucho respeto a todo el
mundo. Repito que la gestión de la fiesta está en crisis, y si seguimos así
llegará su desaparición”.
Se muestra contrario a la entrada de toreros en política.
“La fiesta no es de izquierdas ni de derechas”, afirma, “y lo que tienen que
hacer los partidos es asumir su responsabilidad con un patrimonio cultural de
este país”.
Cuando ha apurado cinco cigarrillos en menos de una hora y
cree que ya ha explicado su discurso taurino, apaga su voz aguardientosa, con
esa dicción que exagera su origen francés, y habla de su otra vida, la de
escritor que tiene cinco libros publicados, y autor de una novela que saldrá en
agosto, cuyo argumento “lo he aprendido de la tauromaquia, y no es otro que la
relación del hombre con la muerte”.
- ¿Qué le queda por
conseguir?
“Lo que deseo ahora es desaparecer. La vida pública me pesa
mucho. Sigo en la tauromaquia porque creo que soy el único que puede impulsar
reformas. No me identifico con otros compañeros. Soy de otra naturaleza
existencial e intelectual; de una madera diferente. Lo que me motiva no es el
dinero, sino el arte de la tauromaquia. No me interesa morir rico, prefiero ser
un romántico…”
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