Después de casi medio siglo al
frente de la ganadería ha decidido echarse a un lado y dejar paso a su hijo y
sus sobrinos.
DARÍO JUÁREZ
@dariojuarezc
Diario EL MUNDO de Madrid
Un lunes de Pascua no parece ser el día más indicado para
decir adiós a 46 años de trabajo. Tal y como adelantó Luis Miguel Parrado en
6Toros6, Fernando Cuadri se retira del campo bravo después de toda una vida
ligada a la historia y el legado que su padre emprendió a mitad del siglo
pasado.
Un eslabón entre generaciones que, sin ser perdido, supo
revalorizar la idiosincrasia y genuidad de esta sangre, con la personalidad que
siempre ha caracterizado a esta familia ganadera.
Un animalista en el sentido más literal de la palabra.
Además de su amor y su pasión por el toro, también quiso dedicar su tiempo a la
cría de canarios, gallinas enanas e incluso, durante algún tiempo, gallos de
peleas. Su padre, Don Celestino Cuadri, pensó que la ganadería era un proyecto
a largo plazo que sólo se mantendría con los mismos criterios de selección que
él había marcado. El propio patriarca consideró que lo más problemático para
una vacada es el cambio de manos. Hoy, le toca a él hacerlo con sus
descendientes.
- Después de casi
medio siglo al frente de esta divisa, ¿por qué se va?
Pues mire, son 46 años y hay que dejar paso a las nuevas
generaciones. El cambio de manos no es cuestión de un día para otro, sino que
se debe hacer con bastante antelación, con la idea de que mi descendencia siga
con los mismos criterios que hemos tenido toda la vida; equivocados o acertados
pero son los nuestros. En cualquier caso, aunque la selección la he pasado a
manos de mi hijo y mis sobrinos, seguiré a su lado en un segundo plano.
- ¿Se siente cansado?
No, rotundamente no. Todo lo contrario, porque siento que
llevo toda una vida dedicado a ésto y no ha sido suficiente para enterarme de
lo que es el toro. Cuanto más avanzas en este campo, más se te abre el abanico,
más variantes te aparecen, y creo firmemente que tengo más dudas que cuando
empecé. Pero no me encuentro cansado. Los animales me gustan y tengo ganas de
seguir. Sin embargo, no como la cabeza más visisble de la ganadería.
- ¿Es consciente de
la riqueza genética que ha preservado en todo este tiempo?
Sinceramente, sí. Quieras que no, en nuestro caso y sin
darnos cuenta, porque lo inició mi padre haciendo esta mezcla tan rara de
Urcola con Santa Coloma, se ha ido definiendo un encaste propio. Bueno, no lo
sé, pero sí un tipo de toro muy particular; tanto en el trato como en el
comportamiento. Ese es otro de los motivos por los que creo que, a los que
vienen detrás, siempre les puede ser positivo y servir la experiencia de sus
predecesores.
- ¿De qué se siente
más orgulloso en este casi medio siglo como ganadero?
Pues mejor o peor pero de haber aguantado estos 46 años y de
intentar darle preferencia a la ganadería, incluso del tema económico que para
mí siempre ha sido una consecuencia y no un fín. Porque lo único que he
perseguido en los años que he estado al frente es que, sobre todo en Madrid
salga un toro de interés. Que a su vez trae otra consecuencia y es que te llama
Pamplona, te llama Francia y te llaman las plazas importantes. Creo que en todo
este tiempo y con este criterio hemos conseguido dar, no siempre, con el toro de
Cuadri que todos tenemos en la cabeza.
- ¿De qué se
arrepiente Fernando Cuadri?
Realmente de nada. He cometido muchos errores pero en la
vida se aprende de ellos. Y nunca me he arrepentido porque las cosas que he
hecho mal siempre las he sacado la parte positiva. Si volviera a vivir, haría
exactamente lo mismo que he hecho.
- Si de por sí llevar
una vacada joven es difícil, ¿qué es lo que más complicado le ha resultado en
esta larga trayectoria?
Hombre, yo en realidad no me considero buen ganadero de
lidia, porque el buen ganadero tiene que tener una facultad fundamental que es
la memoria. Mi padre la tenía y los que vienen detrás en otras casas ganaderas
la mayoría la tienen, pero yo no. A mí me ha faltado, pese a que siempre haya
tenido a mis hermanos y al mayoral al lado, que me han servido de ayuda en ese
sentido, pero es lo que más trabajo me ha costado. Un ganadero debe tener en la
cabeza las reatas completas y a mí eso se me ha escapado muchas veces.
- ¿Ha sido una
espinita que, el toro de Cuadri, de un tiempo a esta parte, no haya querido ser
visto por las figuras?
No, porque nunca he sido partidario de las figuras. No por
falta de respeto y no por desprecio, ni muchísimo menos. Creo que las figuras
están donde están por méritos propios. Podrían y pueden con cualquier toro, por
supuesto que con los nuestros también, pero le he temido siempre a dos cosas:
primero, cuando cogen por norma una ganadería las figuras, ven la cuesta abajo
antes que el propio ganadero. Es decir, elegir el toro en base a la casta. Cuando
se empieza a perder la casta, ellos lo ven antes y eso no me ha hecho gracia
nunca. Y en segundo lugar, en el mundo del toro como en otros aspectos de la
vida es fundamental el equivocarse. Puedes ser un ganadero que vaya de la mano
de las figuras y ceder ciertas cosas, pero mi padre me decía que lo mejor es
enémigo de lo bueno. Siempre hemos estado bien y nunca hemos intentado dar el
paso siguiente a lo mejor; por que te puede salir bien pero también se te puede
volver en contra.
- ¿En qué cree que ha
cambiado su toro?
Quizás haya cambiado en que tiene más tamaño, pero por otro
lado es una cosa natural. Cuando al animal se le cuida de manera impoluta en el
manejo del campo, en salubridad y alimentación, los animales se desarrollan
más. Siempre se nos ha dado mejor en los tentaderos las vacas de mayor tamaño,
y eso creo que puede ser lo que haya marcado la diferencia morfológica de
nuestro toro. En líneas generales creo que el toro cuando pierde la casta,
pierde interés. Un animal bravo simplemente noble, es simplemente tonto. No es
que la nobleza no tenga importancia, porque en esta casa siempre se la hemos
dado, pero la nobleza siempre en base a la casta. No porque la tenga el toro a
flote, sino porque se la saque el torero porque le está haciendo las cosas
bien.
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