domingo, 18 de enero de 2015

¿Qué busca Alberto Baillères en España?

Es legítimo que persiga réditos. Para ello, el mejor camino pasa por las plazas de toros de Sevilla y Madrid.

MADRID.- La entrada en el negocio taurino español de un magnate mexicano debe ser recibida con agradecimiento y esperanza. Nuestros empresarios podían haber hecho lo mismo y no lo han hecho; probablemente, por falta de visión y temor a los antitaurinos.

Gracias a Baillères, Casas y Cutiño podrán seguir abordando –y ampliar– unas gestiones empresariales que, sin ese dinero, serían inviables. El propio Simón Casas lo ha dicho repetidamente. Los aficionados hacen listas de las Plazas, las ganaderías y los toreros incluidos en la llamada Fusión. El riesgo de monopolio existe y es siempre malo pero la concentración empresarial parece inevitable. ¿Dónde estará el límite? En la actitud que adopten las figuras que no forman parte de este grupo. También temen los aficionados una Fiesta disminuida, en el toro y en la seriedad: lo que vemos todos los domingos, por televisión, desde la Plaza de México.

Más allá de las fotos

Además de dinero, un grupo empresarial fuerte puede aportar a la Fiesta algo que necesita absolutamente: organización sólida, promoción, defensa jurídica, imagen... Ahora mismo, si el Ministerio de Cultura desea consensuar algo con el sector taurino, no sabe con quién tratar, más allá de las fotos con las figuras.

Esa inversión no espera beneficios económicos a corto plazo. Pero es legítimo que, además de ayudar a la Fiesta, busque réditos: de imagen y de apertura a algunos mundos. (Igual que sucede en el fútbol). Para ello, el mejor camino pasa por las Plazas de Sevilla y Madrid. Es lógico que este proyecto mire a las dos, a medio plazo (cuando venzan los contratos de sus actuales gestores). Se confirma ahora lo que antes tantos negaron: el interés mexicano por Sevilla. Eso es lo que estaba detrás del plante de cinco figuras. Pero equivocaron la estrategia y los plazos.

¿Cuánto tiempo se mantendrá esta inversión? Un empresario de éxito sabe de sobra hasta cuándo le conviene perder dinero. El anuncio se ha quedado, por ahora, en los grandes propósitos: faltan todos los planes concretos. Y ver los resultados. Sigue viva la frase evangélica: «Por sus frutos los conoceréis». / Andrés Amorós – Diario ABC de Madrid

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