PACO AGUADO
Mañana
mismo, una vez que hayan pasado los Reyes
Magos, el toreo se pone a trabajar en España. Como es también tradición. Mañana, pues, arrancará el
viejo baile de la elaboración de las
primeras ferias, el movimiento de
piezas, el juego de intereses que definirá las modas y los modos de una temporada del 2015 que, de
antemano, ya habría que definir como
crítica.
La pausa de
las "canales" del otoño y de los primeros días del invierno sirvió para que los más
adelantados comenzaran ya a tomar
posiciones: cambios de apoderamiento,
adjudicaciones de plazas, alianzas más o
menos contra natura… Pero será a partir de mañana cuando empiece a andar la monótona, rutinaria
y herrumbrosa maquinaria del negocio
taurino, con las mismas pautas que hace
décadas mantienen al espectáculo anclado
todavía en el siglo XX.
Sin apenas
empresarios independientes, ahuyentados y
defenestrados por el propio sistema oligopólico, que sean capaces de alterar los ritmos circadianos de
este viejo dinosaurio estructural, las
grandes empresas y sus fieles servidores
volverán a manejarse en los despachos y los
cercados con la misma desafección y desgana, con mínimo esfuerzo y nula imaginación, para
elaborar los repetitivos carteles de las
ferias.
Ya en la
calle los nombres de los que pasarán por la nave de frío de Valdemorillo y avanzados, para
confirmar todas las sospechas, algunos
de los que irán a la Magdalena de
Castellón, la intriga de estos meses será comprobar quién de los cinco del G-5 va a ser el que no pise
la Maestranza allá por el mes de abril.
Con
Manzanares colocado ya en los carteles desde el
mismo momento en que se negó a aparecer en los del año pasado, los insospechados cambios de
apoderamiento de El Juli y Talavante
parecen indicar que serán ellos los
siguientes en confirmar su presencia en Sevilla junto a Morante de la Puebla, amparados sevillano y
extremeño con el blindaje mexicano.
Y, mientras
tanto, Perera se mantiene terca y
honrosamente en sus trece de la independencia absoluta, en lo que puede ser precisamente un handicap
frente a esos dos cuñados cuyas
disculpas a los ofendidos parecen haber
venido forzadas por la pérdida de ingresos
de los maestrantes más que por su propia voluntad.
Pero antes
de resolver el dilema sevillano conoceremos
las combinaciones de Fallas, en los que el renovado Simón Casas habrá de echar el resto para no
caer también en la rutina de los mismos
puestos para los mismos toreros en los
mismos días. A su disposición tiene este
año una amplia baraja de nombres con interés, pero poco habituales, para que en Valencia, igual
que le puede pasar a Cutiño en Olivenza,
los maquetadores no vuelvan a limitarse
al corta y pega cuando haya que imprimir los
carteles.
A todo esto,
de Madrid nada se sabe. Con el ruedo
ocupado por una gran carpa de espectáculos, suponemos que muy rentable para la empresa, no hay
constancia de actividad alguna en sus
despachos, salvo el acuerdo para la aventurada
actuación en solitario, a mediados de marzo,
de Iván Fandiño con toros de seis hierros de los "duros".
Pero, tal y
como están las cosas, sería deseable que los
veedores de Taurodelta ya tuvieran reseñados cinco o seis novilladas, bonitas y de garantías, para que
se antes de San Isidro se enfrentaran
con ellas esa docena larga de novilleros
que han vuelto a despertar la ilusión.
Aparte de
una medida inteligente como apuesta de futuro,
ese sería el mejor regalo de Reyes para unos aficionados hastiados de tanta rutina, el impulso que
abriría las ventanas para refrescar el
viciado ambiente de este decadente salón
de baile donde no sólo se siguen viendo
las mismas caras, y con más arrugas, sino al que incluso vuelven quienes ya hace tiempo que lo
abandonaron sin gloria.
Claro que no
se le puede pedir imaginación, la que se
necesita para afrontar la que será una de las temporadas más críticas para el toreo en los últimos
cincuenta años, a quien sólo piensa en salvar
sus propios muebles del naufragio.
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