El buen quinto y un obstinado
Fandi, rompieron la desazón de una tarde
malograda por la inutilidad del encierro.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
No sólo fue la falta de fuerza, fue la falta de casta --me
dijo César Rincón (fuera de micrófono), decepcionado mientras le daban la
exagerada vuelta al ruedo a los despojos de su "Capitán". --Un buen toro
sí, pero no de vuelta y mucho menos para indulto, como estaban pidiendo
--agregó.
Los de Las Ventas, decorosamente presentados, con fondo de
calidad también, pero sin estabilidad para transportarla, ni fiereza para sacar
fuerza de flaqueza. Cinco negros y un melocotón. Quisieron, prometieron y
pronto claudicaron. Pese a no ser picados a ley, (apenas el mini-mono-puyacito,
ahí, como por simular el tercio y el quite), cuando intentaban meter cara y
seguir el trapo, se caían o se quedaban y se defendían.
¡Qué pena! Por todo. Por ellos, por la tarde soleda y bella,
por la entusiasta concurrencia que a relance de la triunfal víspera se
incrementó. Por los merecimientos muchos del maestro ganadero y por las
estrelladas ilusiones de los toreros, y por el cumpleaños 57 de la plaza que
era hoy.
“El Fandi”, mejor librado en el sorteo, se llevó el toro de la corrida, y el menos malo
de los malos. Los justificó ambos, tocó pelo del uno y dio la vuelta tras el
otro. A su manera claro, con su oficio y sus tablas.
Aquel, era negro, amplio de cuna, y saltó cuando el desastre
se insinuaba total y la bronca hervía. Lo hizo con las virtudes y sin los
defectos de sus hermanos. Entabló una pelea larga, matizada, que inició bravió
y raudo desde las verónicas en tablas, el picotacito de Quinta, en la puerta
porque atacó los montados no más pisar el ruedo, las navarras, la serpentina y
los cuatro pares de banderillas de los cuales el asomado último deslumbró… ¡Ah!
Y los galleos y recortes
Pensamos que sucumbiría, que no resistiría el esfuerzo. Pero
lo hizo. David, lo intuyó y se jugó por salvar del ahogado el sombrero. Con
tino, esmero y vistosidad planteo una lidia, en la que pureza y estética se
sacrificaron al fin; trocar el enfado de los paganinis en alegría y lo consiguió.
Los puso como locos. Alternando finezas con vulgaridades, quizá inevitables a
su estrategia, formó el alboroto furioso-musical. Por un pitón, por el otro y
por ambos.
En lo mejor, un desarme. Calló la banda, y la puso a sonar
de nuevo. El toro se quedó, miró tablas y él se le fue encima, haciéndolo ver
mejor de lo que era. No pocos tragaron entero, chillando por su vida. Alargó,
pinchó y el segundo viaje se le fue de bajonazo. Usía dio la oreja ¡Hágame el
favor! Y encima la vuelta para una animal no-picado en la puerta y quedado.
Todo eso cierto, pero la clientela estaba hecha unas pascuas. El plan
había tenido éxito.
Al segundo, bravo pero patiflojo que se cayó estruendosa y
repetidamente. El granadino, como si nada, le hizo de todo. Hasta lo toreó con
el sombrero de un aficionado (al estilo de Joselito “El Gallo”) y se le puso de
rodillas frente contra testuz. De no haber pinchado, estoqueado lateral y
descabellado habría recibido más que la vuelta.
El caleño Paco Perlaza, que anunció pronto retiro, salió en
la quizá su última corrida en Cali, a por todas. No consiguió ninguna, luego de
luchar a brazo partido contra la invalidez coja del bello primero y la sosería
supina del cuarto que desató bronca.
Sebastián Castella, vino tras un lustro de ausencia por
sustituir a Manzanares. No rodó con mejor suerte. El tercero no se tenía en pie
y él solo pudo esbozar detalles de quietud, y después de pinchar en sitio le
pegó un señor estocadón que la parroquia ignoró por estar infamando el
arrastre. Con el defensivo, probón, y rajado sexto, ni siquiera detalles. Lo
tiró de un espadazo trasero y caído. Retorno sin gloria.
El toro es el eje. Cuando el toro se cae, la fiesta se cae.
Tratar de levantarla fabricando triunfos a punta de música, orejas, indultos y
vueltas ficticias no vale. Por más que se haga con las buenas intenciones que
han empedrado el camino del infierno.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 28, diciembre 2014. Plaza de Cañaveralejo. 4ª de feria. Sol.
Mas de cuartos de aforo.
Seis toros de Las Ventas del
Espíritu Santo (Domecq), bien presentados, flojos y bajos de casta. 1º y 6º
pitados, 3º y 4º abroncados, 2º aplaudido, y al 5º, Nº 35, negro, de 454 kilos,
se le dio vuelta al ruedo.
Paco Perlaza, silencio y silencio tras aviso.
“El Fandi”, vuelta al ruedo y oreja.
Sebastián Castella, silencio y silencio.
Incidencias: Saludaron tras parear al 1º, Ricardo Santana y Raúl Morales.
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