La Cañaveralejo como en sus
mejores tiempos, pletórica de sol y público, vivió tremenda fiesta sacando la
terna y el ganadero a hombros por la Puerta Señor de los Cristales.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
Fueron siete gutiérrez, encastados, negros, 498 kilos
promedio. Los dos de rejones, desmochados y seguidores. Los cinco restantes,
cornicortos, entipados en la mejor versión de la casa, dieron mucha lidia.
Mucho que torear. El primero, noble, fijo, acompasado. Los otros
temperamentales y exigentes. Ningúno se dolió, ninguno se rajó, ninguno se
cayó. Atacaron los petos. Hirieron dos banderilleros. Los persiguieron a todos,
y le pusieron el dulce a mordiscos a los matadores, peleándoles el terreno,
volviendo contestatarios tras cada suerte, tratando de tomar el mando. Manes de
su ADN santacolomeño. A la gente le gustaron, a los toreros quizá menos. Toros
para poderles.
Luis Bolivar, tuvo una tarde pasional. Llegó sereno,
confiado de su triunfo anterior, a llevarse el trofeo de la feria que con la
ventaja de ser el único repitente, ya tenía de un asa. Se puso a portagayola.
Farol, larga de rodillas, siete chicuelinas al paso y una media postrada. Tras
el picotazo de Romero, y el saludado tercio de “Jeringa” y ”Chiricuto”,
sembrado en los medios empalmó dos cambios por la espalda, dos por el pecho, cuatro naturales y
el forzado.
Ya sabía, lo que le había deparado la suerte, y entonces,
desmadejó la figura y se entregó al toreo redondo y lento que “Trompetillero”
asumió con humillada clase. Bien los dos. La faena tuvo esencialidad
izquierdista. Toreo fino de un tragatoro en España. Esa es la gracia. La fiesta
remontaba. Pero dos pinchazos y una estocada buena la bajaron.
El cuarto le quito el sitio, le acosó y lo redujo al
unipase. Mejor dicho, le ganó la pelea, y encima un metisaca bajo, y una
estocada con aviso. Ya con sus dos alternantes en triunfo, pidió el sobrero y
se lo echaron. Pura vehemencia, pura necesidad, pura rabia, en una faena sin
poso, y de temple intermitente, pero jaleada con fervor por el paisanaje, y
avalada, eso sí, por un estocadón sin puntilla que le permitió sumarse al
fiestón y a la procesión de los cargados por la puerta máxima.
Iván Fandiño, Hizo una faena limpia, no una gran faena, pero
redonda, plebiscitaria y musicalizada. Bien, desde los seis delantales y la
media, iniciales, hasta la buena estocada. Le pidieron las orejas durísimo. Se
las negaron. Entonces le obligaron a dar dos vueltas en desagravio. Sin música.
La gente montó en cólera contra la presidencia y le dedicó soberana bronca.
Atropellado por las ganas de revancha y por las avilanteces
del quinto se trenzó en una reyerta en la cual el coraje ganó al temple y los
deseos a la ligazón. Además puso la espada trasera y desprendida. Y lo que son
las cosas. Ahora las dos orejas fueron automáticas.
Pablo Hermoso, a media marcha (no necesitó más) formó la
marimorena con el tercero, Napoleón, Habanero, Pirata le auparon en faena de su
promedio maculada por la colocación contraria y trasera del rejón. Pero la
parroquia y el palco ignoraron ese detallito y le dieron las orejas. Con el
sexto ni se esforzó, ni atinó, ni fue él mismo, y mató feo. Pinchazo y dos
rejonazos traseros y contrarios, el último con degüello.
La tarde intensa, el palco errático, los toreros y la
parroquia felices, aunque su felicidad fuera quizá más triunfalista que
triunfal. Pero por sobre todos flotaba como una satisfacción el haber llenado
la copa de nuevo y celebrado tanto juntos otra vez.
FICHA DEL FESTEJO
Lunes 29, diciembre 2014. Plaza de Cañaveralejo. 5ª de feria. Sol.
Lleno.
Siete toros de Ernesto Gutiérrez
(Santa Coloma-Murube), parejos, en tipo, cornicortos y embestidores. El 7º
como regalo.
Luis Bolívar, saludo, silencio tras aviso, y dos orejas.
Iván Fandiño, dos vueltas y dos orejas.
Pablo Hermoso, dos orejas y silencio.
Incidencias: Saludaron "Jeringa" y "Chiricuto",
tras parear al 2º. Santana y Martínez tras parear al 4º y al 7º. Al
final de la corrida los tres alternantes y el ganadero salieron a hombros por
la Puerta Señor de los Cristales.
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