A propósito del despropósito que se ve en la Feria del Sol
Tener la ocasión de contemplar una corrida desde el callejón
es siempre una experiencia sugerente para cualquier aficionado. Ver los toros
en el mismo plano es impresionante y emocionante. Advertir las idas y venidas
estresantes de subalternos y mozos de espadas y las indicaciones de apoderados
y hombres de confianza llama sobremanera la atención cuando suceden ante ti. Y
no digamos cruzar la mirada con los admirados héroes de oro, eso es el súmmum.
Si además se tiene la oportunidad de intercambiar con ellos unas palabras uno
se siente tocado por la varita divina.
Hay quien busca la suerte de hacerse con un pase de callejón
para sentir todo eso. Y los hay que lo que más les gusta no es tanto ver cómo
ser vistos. Que a uno de reconozcan en el callejón y que se lo canten luego en
el bar o en el trabajo les confiere una notoriedad que hace que se auto
consideren gente importante. Admitiendo que, como dijo 'El Gallo', "hay
gente pa tó", son comprensibles ambas actitudes, que no lícitas.
El callejón es para los profesionales y para quienes, por
imperativo legal, deben ocupar ese lugar; al menos así debería ser. Pero parece
que en los últimos tiempos ese espacio divino se ha convertido en codiciada
entrada para demasiada gente que nada pinta ahí. Cada vez se amplían más los
burladeros interiores para que quepa mayor número de políticos. Cada vez son
más los representantes de los aficionados que consiguen colocarse en el mágico
pasillo y cada vez son más los periodistas que toman sus notas en el callejón
al tiempo que ríen junto a los empresarios y toreros que luego, en su crónica,
deberán evaluar. No es su sitio, ni el de los aficionados ni el de los
periodistas. Me lo dijo un prestigioso crítico hace ya bastantes años, y yo le
di la razón.
En aquella ocasión me pidieron que acompañase en un
burladero a una reconocida presentadora de televisión a la que habían invitado.
Yo le debía instruir en los entresijos de la corrida, pues ella, que acudía por
primera vez a los toros, poco sabía de la materia. Al terminar el festejo mi
compañero llamó mi atención desde su localidad: "Si quieres dedicarte al
periodismo taurino ese no es el lugar. Ahí o aquí, tú elijes", refiriéndose
a que mi sitio debería ser el tendido. Yo, aunque aquel día no tenía ningún
trabajo que realizar ni había salido del mencionado burladero para saludar a
nadie en toda la función, lo entendí perfectamente.
Desde entonces me fijo mucho en quienes están "ahí",
y compruebo que son demasiados los que nada pintan en un lugar que debería
estar mucho más libre y diáfano para que los que visten alamares puedan
realizar su trabajo con la rapidez y precisión necesaria. Por cierto que veo
continuamente a aquél que fue mi consejero, no sé por qué habrá cambiado su
forma de pensar. El callejón es para los profesionales, y quienes expenden los
pases pertinentes deberían tenerlo en cuenta, que parece que también ellos
quieren dárselas de importantes repartiendo la zona VIP según sus intereses. / Carlos Bueno – www.burladero.com
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