José Mata
Fotos: EFE
CIUDAD DE MÉXICO.- Llegó Uriel Moreno mejor conocido como El Zapata al coso titular de México, y llegó con la firme convicción de triunfar para consolidar… todo, y así fue, desde su primero ha estado como siempre entregado, voluntarios, dispuesto, variado, imaginativo, lo que alguien que se precie de ser artista, debe tener en esa capacidad creativa, y no resumirse a ir a un coso taurino, como si fuera al divertimento.
Esto lo sabe… y lo sabe bien el señor Zapata, entiende, sobre todo, que desde el momento en que se inviste con el terno de luces en esa amplia y profunda soledad, en donde sólo está acompañado de su mozo de espadas, así como de su apoderado, se prepara para ir a oficiar, como los Sumos Pontífices lo hacen ante sus feligreses, por ello hay… existe, esa enigmática liturgia que le da forma, contenido y sustento, a la tauromaquia como arte y expresión viva en el universo.
Así ocurrió, Uriel llegó inmerso en una notoria meditación, en donde hubo y mucho que expresar, que compartir y qué conmover.
Si con su primero había deleitado desde con la capichuela al cónclave, dejando lances suaves propios para un ensueño; acto seguido, hizo acto de presencia un quite portentoso por el ojala, y un tercio de banderillas, que provocó dar victoriosa vuelta al redondel, en medio del reconocimiento generalizado… el par monumental, al violín y al cuarteo, otorgándole siempre, todas las facilidades al astado, para rubricar galleando, conduciendo de esta forma, a la explosión de los sentimientos, en lo que resultó un fuego, por momentos, inacabable; y aunque el toro se vino a menos, y no se pudo oficiar como se hubiera deseado, aunque sí como su indomable espíritu, le exige al torero, dejando episodios que conmovieron a los fieles taurinos, lo de mayor intensidad.
Sin embargo, lo que elevó a los espíritus a cimas tan altas como el reto, fue justamente, cuando hizo acto de presencia el segundo del señor nacido en Tlaxcala.
Efectivamente, salió el quinto, y fue su exposición tan contundente, tan estentórea, tan poderosa, como el primer movimiento de la Quinta Sinfonía del inmenso Beethoven, sí… justo, en la que a decir de su luminoso creador, “… así llama el destino a la puerta”; y así con esos tres imponentes faroles de hinojos, sobre todo el segundo, todavía más ajustado sí cabe, fue como llamó el destino de lo que acabaría siendo una propuesta artística de muchos matices, por el sólido contenido que sostuvo la obra, y muy dramática por lo indiscutible de lo expuesto.
Tras breve comparecencia con las cabalgaduras del astado, vendría un quite por faroles invertidos, luego una caleserina y tres saltilleras, hubo color en su expresión, merced a la variedad implícita en la creación. Tres pares de banderillas, dos veces el monumental y uno al violín, fuero nuevamente coreados por el respetable, por la entrega sin cortapisas.
Luego aparecería el segundo movimiento del esa Quinta Sinfonía, por el ritmo, por la suavidad en cada serie que habían sido prologadas por el imposible en los medios, y que se fueron sucediendo en ese compendio de buen gusto que lució su tauromaquia.
Si, lamentablemente, el toro tendía a ir a menos, eso no le importó al torero, quien le fue consintiendo, encelándole, obligándolo y llevándole, con un temple que iba siendo un gozo, si pases con la diestra de exquisita armonía iban apareciendo ante el beneplácito del respetable; no obstante, hubo quizá, un tanto de exceso de confianza, en el creador de la obra taurina, y fue justamente cuando en el remate de la serie por la espalda, el astado le asestó una cornada en la cara posterior del muslo izquierdo.
Pudiendo haberse ido confortablemente a la enfermería el señor Zapata, en medio del absoluto reconocimiento, por lo que hasta en ese momento era inequívocamente lo bien expuesto, el torero en un alarde de valentía, de sentimiento, de vergüenza, de grandeza, retiró a todas las asistencias que habían invadido el espacio donde se estaba ofrendando la creación, y continuó con otra serie tan rítmica, como suave, tan armónica como templada, que tenía necesariamente que cautivar todavía más la admiración, el reconocimiento y el respeto, de todos los ahí reunidos, porque era evidente que el artista estaba herido y su sangre derramada había teñido de rojo la arena.
Una dosantina fue conduciendo, en un trazo tan largo como sentido, el caminar del burel, mientras el torero aguantaba con absoluta fortaleza, el dolor que estaba ahí en su geografía corpórea, pero que era superado por el espíritu indómito que posee, y que puede más conquistar el éxtasis muy a pesar de que esté el dolor natural.
Se perfiló para rubricar la sentida y luminosa obra de arte escrita en el pentagrama del monumental coso, para tras sucumbir el astado, los feligreses ahí convocados, exigieran los dos trofeos que le fueron entregados al artista, quien ya no pudo pasearlos, porque la sangre continuaba abandonando su cuerpo herido, así, fue conducido a la enfermería, de donde fue ordenado el traslado al Sanatorio de los Toreros, sí de los toreros heroicos a donde está ahora Uriel Moreno El Zapata recobrando el estado de bienestar.
¡Enhorabuena torero así se triunfa!
Poco pudo hacer ese extraordinario prospecto, que sin lugar a dudas es, Fermín Rivera nieto, poco… porque a pesar de lo mucho que fueron sus notables intentos, su lote ha sido tan malo por lo descastado y desbravado de los ejemplares; decidió algo que en lo personal no me convence, ni creo en ello, el torito de regalo. No hacía falta, porque todos sabemos que a un joven torero como Fermín, con todo ese gran potencial, hay que apoyarlo a consolidarse, es una obligación y, el esfuerzo estaba ahí hecho, y no tiene por qué andar suplicando reconocimiento, cuando ya lo tiene.
Salió un pequeñajo, corniausente, y le hizo cosas buenas, porque un torero como Fermín, sabe hacer cosas buenas y, además, muy bien, pero mal ha estado con el acero, y todo quedó en el intento. Pero que es necesario ayudar a concretar este gran torero que habita en Fermín… ni duda cabe, ojalá y esto lo entiendan los señores empresarios.
Adiós señor Ventura
Diego Ventura anunció que ya se va de México, que esta constituyó su última corrida… bien hará, ha sido tan desafortunada esta campaña, por la falta de dirección, de orientación, de inteligencia en su actuar y saber decir, que se ha creado un ambiente de suma tensión contra él mismo. Por la cauda inútil de acompañantes, que en nada supieron orientarlo.
Qué anda diciendo que pretende conquistar los corazones de los mexicanos, pero señor Ventura, sí eso le ofreció este maravilloso país cuando usted llegó, y fue usted quien se encargó de terminar con todo, por su forma de ser, de actuar y de proceder.
Sí se acabó saliendo de los corazones de casi todos los mexicanos –ese casi... quizá habrá por ahí algún despistado o interesado-, hasta encontrarse en este momento con la inmensa mayoría que ya no quiere saber nada de usted.
Y fíjese, que a pesar que usted dice que soy mala persona, y mal dicho, porque ni nos conocemos, y no quiero tener el disgusto de conocerle, este domingo le he visto su única y mejor participación en México, desde la primera ocasión que usted arribó.
Con ese primer ejemplar, se olvidó de espectáculos circenses, de demostraciones de doma a la alta escuela, de bailecillos fuera de cacho con sus caballos; con todo ello, acaba toreando más al público que al toro, lo que constituye un recurso, pero en demérito de la seriedad como profesional, que usted debe aspirar a poseer.
Lució bien toreando a Picasso, es más hubo momentos espectaculares cuando llevó toreado en el estribo, toro que admirablemente soportó los rejones de castigo, que desde mi asiento lucieron gigantescos. Pero… estuvo bien usted. Luego los pares de banderillas los puso con precisión, y por abusar de sus cabalgaduras, ya que las expone y mucho, el toro alcanzó feamente a Galán, enviándole a usted a la arena, y al caballo pudo haber llegado a tener una cornada, que hasta donde se sabe no tuvo.
Tres banderillas cortas, un par a dos manos, y muy mal con el pincho, todo ello, ante el reclamo de una manta que lucía en sol general, en donde le invitaba a irse de México.
Su mal comportamiento había ya dejado huella.
Ya con su segundo, volvieron los alardes espectaculares… más para una carpa de circo, que para una sentida expresión de arte, así como momentos de doma a la alta escuela más para una bella exhibición que para demostrar que es usted un gran rejonedor. Sí, esto todo esto quitó mayor presencia al arte del rejoneo en su actuación, en fin, que le dieron una oreja, en medio de un ambiente que anuncia la indiferencia, de la que usted deberá aprender la lección.
Señor Ventura... No hay más sordo, que quien no quiere escuchar.
FICHA DEL FESTEJO
Con una entrada que baja con relación a la de hace ocho días, a unos 8 mil asistentes, aproximadamente, seguramente por el efecto de no querer ver al rejoneador de esta tarde en la Monumental Plaza de Toros México, se han lidiado dos toros mansos de La Estancia para rejones que barbearon las tablas y que iban con la cabeza en alto, quizá esto ayudó a las actividades del rejoneo, pero que permitieron el lucimiento; y cinco descastados toros de Marco Garfias, el de regalo, casi corniausente.
El rejoneador Diego Ventura: Saludo en el tercio y oreja.
Uriel Moreno El Zapata: Oreja y dos orejas.
Fermín Rivera nieto: Saludo en el tercio; silencio; y silencio tras aviso en el de regalo.
Detalles: Se ha despedido de los ruedos tras el tercero, Beto Preciado Meléndez, ese extraordinario subalterno a los 62 años de edad, y 39 como banderillero, con dos mil quinientas corridas en su haber, le ha cortado el añadido Polo Meléndez. *** Durante la lidia del quinto, El Zapata en el remate de la serie, fue empitonado recibiendo una cornada en la cara posterior del muslo izquierdo de 20 centímetros con dos trayectorias, se queda a torear a su colaborador, y tras concluir su propuesta, recibe las dos merecidas orejas, para pasar de inmediato a la enfermería, de donde fue conducido al Sanatorio de los Toreros.
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