sábado, 2 de noviembre de 2013

Miura para San Cristóbal ¿desastre anunciado?

Lo justo no es atractivo, y para el cincuentenario de San Sebastián se cometerán muchas injusticias recalcándose aquello del refranero popular que “ser agradecido, es de bien nacido”.
El anuncio de toros sevillanos de Miura, por encima del morbo que pudieran despertar  para el aficionado, igualmente implica ver las connotaciones y trascendencia que pudiera ofrecer a la cabaña brava, dado el esfuerzo que implicaría traer toros españoles en plena crisis económica y política del país. Foto: Mauricio Berho
VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ “EL VITO”
@vjll

La última vez que se lidiaron toros de la ganadería de Miura en Venezuela fue en el Nuevo Circo de Caracas, en febrero de 1952. El empresario fue Andrés Gago, por aquellos días apoderado de Carlos Arruza. Gago y Arruza, en sociedad, prepararon la temporada de fin de año, y contrató en España dos corridas de toros españolas: una de la terrorífica divisa sevillana de Miura y otra de Santa Coloma con el hierro de Felipe Bartolomé, ganadería recién adquirida por el maestro Arruza en España.


Los toros españoles no pudieron lidiarse en las fechas anunciadas, tuvieron que ser sometidos a una cuarentena en Curazao por indicación del Centro Panamericano de la Fiebre Aftosa. Las corridas de la Temporada Gago se celebraron en enero y en febrero de 1952. Dos españolas, Miura y Arruza, y una de Guayabita.

El anuncio de los toros de las dehesas de Zahariche y de Bucaré, provocó gran revuelo. Gago contrató al propio Arruza como matador, la presentación en Venezuela del mexicano Juan Silveti y la reaparición del ídolo Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro” en el Nuevo Circo. Este fue cartel para la corrida de Santa Coloma, y para los toros de Miura se anunciaron el sevillano Manolo González, el cordobés José María Martorell y el carabobeño Oscar Martínez, un buen torero de Guacara que había logrado destacarse por sus éxitos en plazas españolas, y la de Guayabita de ocho toros, fue lidiada el 27 de enero por Arruza, Manolo González, Martorell y Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro”.

Como estas líneas son para referirnos a la corrida de Miura, dada la circunstancia que la empresa de Nelson Grisolia de San Cristóbal anunció la adquisición de una corrida de toros de Miura para la Conmemoración del Cincuentenario de la Feria Internacional de San Cristóbal, en enero de 2014, recordaremos que se celebró el domingo 3 de febrero.

La corrida de Miura fue un verdadero desastre, de acuerdo a la valoración que del toro de Miura hace el aficionado venezolano el que, difícilmente y por razones de cultura taurina, sea capaz de entender su lidia. El único que logró destacarse esa tarde fue Oscar Martínez, más no lo hizo con el toro de Miura de su lote, sino con un toro de Guayabita que sustituyó a un Miura que murió en la Estación Cuarentenaria de Curazao. La actuación de Manolo González fue discreta, no asó la del cordobés Martorell, desastre que inspiró al genial crítico Carlos Eduardo Misle “Caremis” en el titular de Elite, “Martorell, mal todo él”.

Ahora revivimos estos sentimientos, relativos a los preparativos para la Feria de 2014 y la conmemoración del cincuentenario de San Sebastián por el barullo que surge ante el anuncio de Toros de Miura en San Cristóbal.

Haciendo un análisis de los carteles tachirenses, donde se anuncian dos corridas de toros españolas, tres corridas colombianas y una novillada venezolana, nos parece injusto y ofensivo para el gentilicio nacional y una falta de consideración para un sector que sostiene sobre sus esfuerzos sin ayuda del gobierno nacional la fiesta de los toros en Venezuela, que no se haya contratado divisas procedentes de la cabaña brava nacional que, a lo largo de estos cincuenta años ha sido sostén de la Plaza Monumental y de su Afición.

Aceptamos que Torrestrella esté en las fiestas conmemorativas, como recuerdo a aquella tarde de la Feria de San Sebastián de 1982 cuando tres de sus toros fueron indultados por El Niño de la Capea, Tomás Campuzano y Morenito de Maracay, pero se deja fuera del tintero grandes ganaderías nacionales como son Rancho Grande y El Prado, del fundador de la Feria de San Sebastián como lo es el ganadero Hugo Domingo Molina, se deja fuera al hierro fundador de la Plaza Monumental como Las Mercedes de González Piedrahita, o las mexicanas de Javier Garfias, José Julián Llaguno y Santiago. Y se es profundamente injusto no tomar en cuenta a Bellavista, hierro de tardes históricas en repetidas oportunidades o La Cruz de Hierro, una ganadería que impuso cánones de ética y de dignidad en una época de decadencia.

Esta manifestación reñida con el más puro sentido nacionalista de la región, marca una diferencia profunda en los tiempos y en la historia del toreo nacional. Vaya pues, nuestra protesta pública en defensa de los toros en Venezuela. Ojalá y podamos escuchar algunas voces de parte de coletas y subalternos, ganaderos y organizaciones de peñas taurinas que hagan constar que Venezuela aún tiene un sentir nacionalista en sus raíces.

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