“El Juli” con la cabeza de «Feligrés», novillo de La Venta del Refugio, indultado por él en la Plaza México en 1997. Foto: EFE |
PAULA ESCALADA MEDRANO
CIUDAD DE MEXICO.- Quince años después de
tomar la alternativa, Julián López "El Juli" ha acumulado muchas
cosas queridas en el camino, pero aunque el temor a perderlas exista, lejos de
volverlo más precavido lo hace tener todavía más ganas de lucirse delante de un
toro. "Cuanto más feliz eres, más ganas tienes de torear y de expresar cosas
en la plaza. Eres consciente de que lo puedes perder, pero nadie te obliga a
torear, toreas porque quieres", dijo en una entrevista con EFE el torero español.
"El Juli" torea porque así se "engrandece" como
persona, porque tiene "la necesidad de expresar ese tipo de cosas",
es su "forma de vida" y lo que lleva dentro. "Si no sería una
persona infeliz", dijo.
El diestro, nacido en Madrid en 1982, celebra por estos días su década y
media como matador de toros en México con una larga temporada de corridas, en
un país que significa tanto para él, pues "aquí comenzó todo",
subrayó. "Yo llegue aquí sin nada y México me abrió las puertas, me dio a
conocer y la gente me ayudó, se entregaron conmigo y gracias a eso pude crecer
aquí como torero y llegar a ser lo que soy hoy", destacó.
"El Juli" llegó a México con solo 14 años, ya que en España
todavía no tenía la edad legal para poder torear en público, y debutó como
novillero en la plaza de Texcoco en 1997. Poco después se produciría el que, en
su opinión, fue un momento de inflexión en su carrera, cuando, en su tercera
corrida en la monumental Plaza México, logró indultar a un novillo de nombre
Feligrés. "Fue la faena mas importante de mi vida porque me cambió todo.
Las perspectivas que yo tenía de vida a raíz de ahí se multiplicaron",
respondió el torero ante la pregunta de cuál era el mejor momento de sus 31
años de vida.
El peor, confesó, el accidente de coche que sufrió a comienzos de este
año que, aunque no tuvo consecuencias graves, le causó un fuerte trauma porque
en el coche viajaba con sus hijos y su esposa, además de otras dos personas. Este
es su peor recuerdo y no las varias cornadas que ha sufrido en estos años en
los ruedos que no lo han alejado de los toros, sino que han hecho que se
entregue más todavía. "Cuanto más consciente eres de lo que te juegas, más
mérito tiene lo que haces. Es cierto que con la inocencia haces cosas que ahora
sería impensable hacer, pero me parece más meritorio saber el riesgo que corres
y hacerlo", aseveró.
Pese a los malos momentos, "El Juli" se considera "una
persona positiva" y prefiere acordarse de lo bueno, en lugar de las
dificultades "que te complican la vida, pero te hacen crecer más como
persona".
En un tiempo en el que cada vez son más los detractores del toreo,
"El Juli" cree que todo el mundo tiene derecho a decir su opinión,
aunque sí es crítico con las personas que hablan sin saber. "Yo pido
respeto y libertad, que creo que es lo que la sociedad demanda. Porque el mundo
del toro es un arte y una cultura, y para poder criticarlo lo primero que hay
que hacer es conocerla, saber lo que significa", dijo.
Así, el mayor temor que tiene el torero es que este arte se politice y
se convierta "en un arma arrojadiza entre los partidos políticos". "El
toreo durará lo que tenga que durar, pero que lo elija el pueblo, la afición,
la gente, que así se decida. Me parece lo justo, como debería de ser",
afirmó.
Quince años después de comenzar a torear en grandes plazas, "El
Juli" es consciente de que probablemente el final de su carrera está más
cerca que el principio porque "es complicado seguir a este ritmo". No
sabe lo que le deparará la vida, pero sí que el tiempo que le quede en los
ruedos lo va a vivir con intensidad.
El día que no le tenga "este amor y este respeto al toreo",
ese día dejará de tener sentido continuar en los ruedos. / EFE
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