Cuarto de una corrida incompleta, accidentada y sin suerte. Abellán, herido en la boca por un toro de Camacho que completaba corrida. Un Fandi de trámite. Entregado Luque.
BARQUERITO
VINO TROPEZADO el negocio: sólo cuatro de los seis toros de La Palmosilla pasaron reconocimiento y el primero de los dos de Camacho que completaban corrida, serio pavo agarrado al piso, parado y probón, le pegó a Miguel Abellán en un segundo intento con la espada un brutal porrazo en la boca. Al sentir el filo del estoque, el toro derrotó con la violencia del manso. Abellán se dolió de la cogida, vino tambaleándose hasta un burladero y allí cayó desvanecido. El toro no le había gustado ni a Miguel ni a nadie. Negro girón, de gran culata: la estirpe Villamarta y no la Rincón , que son las dos sangres reunidas en el encaste Núñez. El Fandi despachó de un descabello certero.
Luego, corridos los turnos por el percance, se jugaron seguidos tres toros de La Palmosilla. El cuarto de la tarde, que era quinto de sorteo, fue francamente bueno. Ligeramente ensillado, pero las hechuras mejores de la procedencia Juan Pedro. De pata negra. Serio pero cómodo de cara. Encornadura descolgada, pitones engatillados y un punto abrochados. 570 kilos pero parecían ligera carga por bien repartidos y porque el toro galopó nada más asomar, descolgó en el primer viaje a engaño, repitió con codicia y ya no dejó de hacer cosas de bravo y de bueno. Pelear en el caballo con entrega, galopar como pocos en banderillas, respirar con el temperamento justo que lleva en un toro el temple al límite. No había manera de taparse. Pero El Fandi, conformista, le dio al toro trato convencional: muy montada la muleta en la ayuda y por eso sin vuelo ni para tocar siquiera, muletazos recortados antes de tiempo, trabajo a tiro hecho.
A El Fandi lo habían estado friendo los fundamentalistas, los puristas y los galácticos mientras trabajaba con el segundo de corrida. Un toro alegre pero escarbador, un poco rebotado y nervioso, como tantos de Cuvillo –que es parte de la sangre de La Palmosilla-, incómodo por abierto de cuerna y porque sólo se pudo sostener en la media altura. Por falta de fuerza embestía a veces a golpes. Aquí se vio al Fandi profesional, tan toreado y seguro. Cuando llegó el toro de dar la talla y no la dio El Fandi, no se oyó rechistar. Hubo aplausos en el arrastre. No tantos como mereció este toro «Abubilla», que en gloria esté.
A El Fandi le trajo el destino esos dos toros de distinto calibre de La Palmosilla en el lote. El toro que se dejó Abellán, cuarto de sorteo, se soltó de sexto, era de La Palmosilla también. Castaño y lustroso, largo y alto, bizco, astifino y descarado, fue de distinguido remate. Perdía una mano al galopar y no galopaba sino que corría. Acababa de vivirse en el toro previo, el quinto, segundo de los de Camacho, una de esas broncas cerradas tan de Madrid: un pulso entre el palco y los demás para devolver el toro por inválido. Se fue al suelo en cuanto lo obligó con la muleta Daniel Luque y pagó el pato ese toro último, que se quedó sin ver.
Con un basto sobrero cinqueño de El Torero, El Fandi hizo lo mismo que en los dos toros previos: lancear con facilidad, trajinar sin apuros, banderillear con facultades y reunirse no siempre en la boca del lobo. Y matar perfectamente: de tres estocadas por el hoyo de las agujas. Que no es poco, pero lo pareció.
Daniel Luque le pegó al toro de la bronca media docena de muletazos exquisitos y al único toro de La Palmosilla que pudo matar también. Sólo que este tercero de corrida, notable por la fijeza, la bondad, la manera de humillar y hasta el celo de bravo, estuvo justo de fuerzas y, entonces, la codicia fue un problema porque, sin serlo, hizo cosas de toro pegajoso. No se dejaba perder la cara, se soltó al final, peleó bien. Luque resolvió con criterio los problemas del toro al venírsele adelantado, pero no se atrevió a castigar por si se le iba de manos. Hubo brillantes pasajes, porque Luque es un virtuoso con las telas, y torero muy listo. Una estocada a paso de banderillas muy defectuosa.
POSDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- San Bernabé, patrón de Logroño, pero no hay toros en Logroño el día del santo patrón. Y la Virgen de la Capilla , en Jaén, tan milagrosa. En uno de los muros de San Ildefonso -una de las obra maestras del Vandelvira de Jaén- una inscripción ilustrada en mosaico multicolor relata con todo lujo de detalles la historia de cómo bajó la Virgen de la Capilla hace seis o siete siglos hasta ese mismísimo punto donde se venera la imagen. De todas las relaciones milagrosas conocidas en España no hay ninguna tan detallada y verosímil como ésa. Parece que lo está uno viendo. Fiesta en Jaén. Pero Paco “Dólar” Dorado se arruinó cuando quiso dar y dio hace quince años una feria de la Virgen , con concurso de noveles incluido. Virgen, por tanto, poco amiga de los toros. O falta de devoción de Paco Dorado. No de fe: ningún taurino con más fe que Dorado. Otra fe.
FICHA DEL FESTEJO
Tres toros de La Palmosilla (José Núñez Cervera), de distinto remate, jugados de 2º, 3º y 4º, dos de María del Carmen Camacho -1º y 5º- que completaban corrida, hondo el uno y basto y abisontado el otro, y un sobrero -6º bis- de El Torero, cinqueño, embastecido. El cuarto de La Palmosilla , el mejor hecho, bravo y bueno, fue toro de gran estilo. Codicioso, con clase pero justo de fuerza el tercero; sólo manejable un segundo apaisado que escarbó mucho. El primero de Camacho, probón y frenado, topó y se paró; el quinto no se tenía de pie. El sobrero de El Torero fue y vino.
Miguel Abellán, de blanco y plata. Herido al estoquear al primero. Una cornada de pronóstico reservado en el labio inferior y el músculo orbicular. El Fandi, de carmín y oro mató los toros de turno par: saludos tras aviso, ovación y palmas. Daniel Luque, de hueso y oro, palmas tras un aviso y silencio.
Sábado, 11 de junio de 2011. Madrid. 4ª del Aniversario. Más de tres cuartos. Veraniego.
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